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La caída del precio de la carne por la peste porcina inquieta al sector, mientras la OCU garantiza que su consumo es seguro
Valencia. El mercado cárnico español atraviesa una situación inédita. El impacto de la peste porcina africana (PPA) en fauna silvestre ha desencadenado un descenso acelerado en los precios de la carne, generando preocupación entre ganaderos y distribuidores. En solo unas semanas, la cotización del cerdo ha caído a niveles que el sector no recordaba desde hace décadas.
Un desplome que supera cualquier previsión
Los mayoristas confirman una bajada súbita: diez céntimos menos por kilo en apenas una semana, situando el precio en torno a los 1,10 euros. Para un mercado acostumbrado a variaciones mínimas —dos o tres céntimos como mucho—, el giro actual se percibe como un síntoma de inestabilidad profunda.
Productores y cooperativas reconocen que este escenario abre la puerta a pérdidas millonarias, especialmente en un momento en el que los costes de producción continúan altos y la exportación depende del rigor sanitario y la percepción internacional.
Más controles, más vigilancia y llamamientos a la calma
Las asociaciones profesionales piden no generar alarma entre los consumidores. Explican que, paradójicamente, cuando surge cualquier sospecha sanitaria —como la presencia de PPA en jabalíes salvajes—, los controles se refuerzan aún más a lo largo de toda la cadena alimentaria.
“Es en estas situaciones cuando se aplican los protocolos más estrictos, desde granjas hasta puntos de venta”, aseguran fuentes del sector. La vigilancia incluye inspecciones adicionales, seguimiento documental y verificaciones de bioseguridad en explotaciones y mataderos.
La OCU descarta riesgos para la salud humana
Ante la inquietud generada, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha querido dejar claro que la PPA no afecta a las personas. No se transmite por contacto, ni por consumo, ni incluso en el improbable caso de ingerir carne procedente de un animal infectado.
La organización insiste en que los productos que llegan al mercado se someten a estrictos controles, lo que garantiza su seguridad. Además, recuerda que España cuenta con uno de los sistemas de trazabilidad alimentaria más exigentes de la Unión Europea.
La preocupación real, señalan, es económica y comercial: la entrada del virus en alguna explotación complicaría las exportaciones y afectaría de lleno a miles de ganaderos. Aun así, gracias a las medidas de bioseguridad vigentes, el riesgo se considera bajo.
Un sector en espera de estabilidad
Ganaderos y mataderos confían en que el mercado se estabilice en las próximas semanas, pero reconocen que la incertidumbre marcará los meses previos a Navidad. Para muchos productores, la prioridad es evitar que el desplome de precios se convierta en un golpe estructural difícil de remontar.
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