Tamara Rojo, destacada figura española de la danza, es la directora del prestigioso San Francisco Ballet, una de las instituciones culturales más reconocidas a nivel mundial. Con una carrera internacional brillante, Rojo posee una sed insaciable de conocimiento, interesándose por temas como la historia, la política y el arte, los cuales busca integrar en su trabajo como coreógrafa y directora del ballet más antiguo de Estados Unidos. Sucediendo a Helgi Tomasson, quien estuvo al mando durante 37 años, Rojo ha sido una figura clave en el English National Ballet de Londres, como primera bailarina y directora artística. Participará en el Santander WomenNow, encuentro organizado por Vocento que se celebrará el 18 y 19 de junio en Madrid. Su objetivo es renovar la danza sin abandonar sus fundamentos. “Apoyo una tradición británica que permite ciertas libertades para que el público actual comprenda el mensaje”, comenta.
Rojo señala que en Europa continental, países como Francia, Alemania e Italia tienen compañías nacionales subvencionadas, mientras que en el Reino Unido hay un equilibrio entre financiación pública y éxito en taquilla. En Estados Unidos, la ausencia de subvención pública influye en los riesgos artísticos que se pueden asumir. Para ella, el sistema británico es el más equilibrado, ya que combina recursos públicos para sostener las compañías y la necesidad de conectar con el público, lo que permite invertir en nuevos creadores y diseñadores.
En su segunda temporada al frente del San Francisco Ballet, Rojo trabaja en la naturalidad escénica, en modernizar el repertorio clásico y en individualizar cada representación, respetando profundamente el legado de Tomasson. Sobre cómo adaptar el ballet clásico al siglo XXI, sostiene que los clásicos perduran debido a sus historias universales, como las obras de Shakespeare o Cervantes. “La clave está en cómo se presentan”, afirma. En su versión de ‘Raymonda’, por ejemplo, llevó el contexto a la Guerra de Crimea.
En cuanto a la percepción de la danza como elitista, Rojo opina que no es correcta, destacando que la danza es una herramienta potente para la movilidad social y que muchos artistas provienen de familias trabajadoras. Aunque reconoce que asistir a espectáculos en España no es fácil ni económico, enfatiza en que la mente es lo más importante en la danza, superando las limitaciones físicas.
Rojo también destaca que la danza es un lenguaje universal que puede conectar con cualquier cultura y país. Se interesa por múltiples campos, incluyendo la cultura, el teatro, el cine y la historia, tratando de trasladar esas inquietudes a su labor en la danza. En cuanto al nivel del público español en danza, subraya la riqueza cultural de España y su potencial para atraer turismo de calidad. Aunque le atrae la idea de trabajar en España, señala la necesidad de infraestructuras culturales que posicionen al país como pionero en cultura musical y danza popular.
Finalmente, Rojo señala que la relación entre subvenciones y política puede complicar la creación cultural, resaltando la importancia de mantener la cultura y el arte libres de influencia política.