José María Llanos
(Doctor en Derecho)
Al igual que nuestro insigne Ortega y Gasset habló de los males y advirtió de los defectos de nuestra “España invertebrada”, yo quiero ahora honrar su inteligencia y su sobresaliente prosa, haciendo un símil (con toda la humildad de que puedo ser capaz), con la “España deshumanizada”.
Hace poco estuve cenando con unos buenos amigos “míos”, y tuve que abandonar rápidamente la mesa por dos motivos: en primer lugar, porque al salir en la conversación el tema del aborto he tenido que oír tópicos, falacias, algo de hipocresía, egoísmo, e individualismo; y en segundo lugar (aunque a mucha más distancia), porque se nos ha acostumbrado a tratar un tema como éste con la misma ligereza que el resultado de un partido de fútbol; sin embargo a mí es una cuestión que me duele en el alma.
El tema del aborto, por más tratado, por más manido y por más discutido, no deja de ser la mayor abominación que puede perpetrar el hombre sobre su propia especie, sobre su propia humanidad; decía Miguel Delibes (hace ya unos cuantos años), que siendo progresista, sin embargo no encontraba su lugar en ese llamado progresismo. Y eso era (entre otras cosas), porque para él ser progresista era, en primer lugar, defender al más débil frente a los excesos de los poderosos, de los dominantes, de los que hacen y deshacen, y deciden, y ordenan y ejecutan. Y en consecuencia, no podía comprender cómo, “en aras del progresismo”, se defendía el asesinato, el genocidio de los más débiles, de los inocentes, de los niños aún no nacidos. Así mismo, hacía una comparación con la esclavitud, diciendo que durante un tiempo la sociedad aceptaba como normal que unos seres humanos dominaran a otros, pero que con el desarrollo, con el “progreso”, con la civilización, habíamos llegado a comprender que eso era una barbarie, y que todos los seres humanos somos iguales y tenemos la misma dignidad, sencillamente por el hecho de serlo.
Pues bien; hete aquí que en 2017, en el siglo XXI, en una sociedad y en un tiempo en los que la medicina, la biología, la bioética, la ciencia en general, han demostrado al 100% que un embrión humano no tiene NADA que ver con el de una gallina, y que ese estado no es más que el inicio del desarrollo del hombre -que si no es interrumpido artificialmente, acabará siendo un niño y no un pollo (pero dependiente, igual que lo es un niño ya nacido, y lo es un enfermo, y lo es un anciano)-; sin embargo, son muchos los que le niegan el derecho a ser persona, a nacer, a sobrevivir, y defienden su destrucción. Hace décadas había algunos que con buena fe creían que el aborto no suponía la destrucción de un ser humano; hoy, nadie (sincera y científicamente), puede afirmar que se trata de una especie de “engendro” extraño, que igual podría acabar siendo un ser humano o una tortuga. Y aun así, haciendo oídos sordos a este gran dolor, a este genocidio constante y diario en el mundo entero (que debiera avergonzarnos e impedirnos denominarnos seres humanos, y mucho menos, seres civilizados), hay muchos -demasiados-, que se llenan la boca con eufemismos, con egoísmo, con falacias, mentiras y tópicos, diciendo que la mujer tiene derecho a decidir si el niño nace o no.
Esto es una barbaridad; esto es una vergüenza; esto será causa de “damnatio memoriae”, como sociedad bárbara, cuando hablen de nosotros en el futuro.
Se suele decir: “Es que no puedo mantenerlo”: pero de qué vas; es un ser humano; “Es que nace con defectos”: no importa; es un ser humano; “Es que tengo problemas psicológicos si le dejo nacer”: te ayudaremos, pero es un ser humano; “Es que me han violado”: ¿acaso te ha violado el niño, que es un ser humano?
Y acepto y entiendo, de verdad lo juro, que haya gente, que haya mujeres, que haya familias, que sufran ante estas circunstancias. ¡Por supuesto! Pero ¡por Dios!, qué culpa tiene el niño: ¡es un SER HUMANO! En lugar de gastar el dinero de todos en los abortos, en poner parches a la barbarie, en un genocidio, ¿no será mejor gastar ese mismo dinero en el tratamiento, en el cuidado, en la atención, en la subsistencia de esas madres que han sido violadas, que no pueden salir adelante, que tienen un hijo con problemas, que tienen problemas psicológicos por el embarazo? Nos hablan de libertades y de derechos los mismos bárbaros genocidas que pretenden que la podrida y corrupta ONU acepte (y pronto lo hará) el aborto como, nada menos, que un derecho humano. Pero, ¿derecho humano de qué?
Por desgracia, la información falsa, manipulada, sutil, sectaria, malthusiana, interesada, e incivilizada, lleva décadas adoctrinándonos para que vivamos en la falsa libertad del “hedonismo”, que no es más que la “dictadura de la esclavitud humana y del pensamiento único e impuesto cual robots” (como la peligrosa y escalofriante “ideología de género”), y que nos ha vendido que un niño en el seno materno es como un quiste que se puede extirpar. ¡Ni mucho menos! Un ejemplo del más exquisito “progresismo”, como fue el ya aquí nombrado Miguel Delibes decía, respecto del eslogan “Nosotras parimos, nosotras decidimos”: “en principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio”.
Pues bien; en nuestra sociedad actual, en España, NADIE DEFIENDE AL MÁS DÉBIL; NADIE DEFIENDE AL FETO, QUE ES UN SER HUMANO EN DESARROLLO; SÓLO SE PIENSA EN EL INTERÉS DEL MÁS FUERTE, DEL QUE PUEDE “ELIMINARLO”. Y quienes “porque pueden, lo eliminan”, tuvieron la suerte de que se les permitiera nacer, porque podrían haber sido uno de esos niños “eliminados”. Pues yo me niego; yo me opongo, y yo lucharé por los más débiles, por los indefensos, por los niños nacidos y por los no nacidos.
No hace demasiado, una política española (supongo que ella se denominaría sólo catalana), decía en Barcelona que los niños tienen que ser educados en la “tribu”; y alguna otra ha llegado a decir que el infanticidio (matar a un niño ya nacido) tenía que estar permitido y no ser delito. La propia ONU, hace lustros, manifestó que “hay que quitar la patria potestad a los padres”. Todas estas afirmaciones, que todavía (gracias a Dios) nos sorprenden -e incluso nos abominan si las tomamos en serio, o nos causan risa si no-, responden a ideologías destructivas, a proyectos, a planes, muy bien pensados y muy bien organizados. Hoy en día nadie dice una palabra de las esterilizaciones en masa que se producen en países de Sudáfrica; hoy nadie habla de los experimentos que se hacen con “cobayas” (mujeres), y de los millones y millones de dólares que ganan algunas grandes empresas farmacéuticas con “restos humanos” derivados del aborto, con los que fabrican toda una serie de productos, entre ellos productos cosméticos, con los que ganan dinero a espuertas. Hoy TODOS nos hemos creído la mentira de que la libertad es decidir sobre nuestro cuerpo, y que el niño aún no nacido es una parte de nuestro cuerpo. ¿Cuál?: ¿el hígado, el cerebro, el bazo, el páncreas, los pulmones…? ¡NO! Un niño en el vientre de su madre, es una vida propia e individual desde su engendramiento. No lo discute la ciencia; pero nosotros, los “seres humanos”, lo ocultamos, y mentimos sobre ello, los egoístas e hipócritas seres humanos fuertes, que podemos acabar con el más débil.
Y me da igual si nadie quiere ya hablar de esto; me da igual si da vergüenza, miedo o hartura, sacar el tema; la verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero; y una mentira dicha mil veces, sigue siendo una mentira, PERO MIL VECES MAYOR.
Llevamos dos mil años civilizándonos, creando una sociedad de comprensión, de apoyo, de ayuda, de desarrollo, de libertad. Pero en estos momentos, cuando el niño es un “instrumento” en manos del fuerte, cuando el “enfermo” tiene que ser apartado de nuestro entorno, cuando el anciano tiene que ser “eliminado” porque no “produce”, y cuando “la mujer es un envase para fabricar niños a la carta”, mi mundo, mi sociedad, mi tiempo, mi querida España, me dan “náuseas”. Hoy defender la vida humana es ir a contracorriente; hoy defender valores humanos y naturales es ser un retrógrado; hoy pensar en libertad es delito de odio; hoy no sucumbir al satánico “Nuevo Orden Mundial” es causa de exilio, de ostracismo, de sanción y de persecución.
Como decía el inconmensurable Charles Laughton, en la película “Esta Tierra es mía”: “la verdad no puede subsistir durante una ocupación; es muy peligrosa. La ocupación sólo se alimenta de grandes mentiras, igual que todo ese horrible estado de cosas que llaman: el nuevo régimen”; y cuando se lo llevaban al paredón, decía a sus jóvenes alumnos (a los hombres del futuro): “bien, he de irme; no por perjudicar a la sociedad, que sois vosotros, sino porque perjudico a la tiranía”. En esa ocasión se refería a la tiranía nazi, genocida; comparable (muy comparable) a la tiranía estalinista, aún más genocida. Y hoy, ¿quién es el tirano? ¿Quién es el genocida?
Por mi parte, sólo puedo decir que ya no me duermo más; que ya no me callo más; que ya no me oculto más; pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo, si al final pierde su alma?
Herodes existió hace 2.000 años, y sus descendientes siguen aquí; pero parece que NO PASA NADA. Aquí nunca pasa nada.
Y por eso, ¡poderosos desalmados, y políticos comprados por ellos! ¡Humildemente les reto!
José María, felicidades por tu artículo y tu exposición sobre la defensa de la vida.
Me encantaría contar contigo en esta lucha que tenemos por delante para recordarle al mundo que el aborto es un CRIMEN y que los niños, nuestros hijos, tienen DERECHO a la vida y a la protección.
Te ruego que te pongas en contacto conmigo.
Un placer ver que aún quedamos personas dispuestas a alzar la voz por los más débiles e indefensos. Nuestro más pequeños…
un saludo
Isabel