Manolo Moret.
Militante socialista
Los datos que revelaba la encuesta de opinión publicada el pasado domingo por el diario “El País”, ponen claramente de manifiesto –entre otras cuestiones no menos preocupantes- la imagen de deterioro con la que es percibida por la ciudadanía la forma de hacer política, especialmente la de los dos grandes partidos, ya que tanto el presidente del Gobierno, como el líder de la oposición, suscitan un alto grado de desconfianza.
Eso es grave siempre, pero lo es mucho más en estos tiempos de Gran Recesión. Es necesaria una rectificación para que deje de ser así. Hay que explicar y debatir en el Parlamento lo que se hace, por qué y como se hace, diciendo la verdad. No puede tolerarse por más tiempo que el gobierno trate de justificar sus drásticas medidas con el recurrente argumento de la “herencia recibida”. Lo grave es que de tanto repetirlo, al fin ha conseguido que la mayor parte de la ciudadanía crea que esa es la única razón de tanto desatino.
Por otra parte, es inadmisible que el PP trate de disfrazar las durísimas medidas que va adoptando, con eufemismos, falsas verdades –cuando no absolutas mentiras- con el único propósito de evitar así que los grados de indignación activa que sienten los millones de afectados, se exterioricen en la calle. Por eso, la desmoralización y el pesimismo que progresivamente embarga a la ciudadanía, solo puede vencerse sabiendo comunicar las verdaderas causas de lo que está ocurriendo. Y el PSPV-PSOE debe ser uno de los principales interesados en desarrollar masiva y colectivamente ese trabajo.
Es urgente explicar que lo que llaman “reformas estructurales” no son más que dramáticos recortes de derechos fundamentales, es decir “contra-reformas” hechas en nombre de una ortodoxia falsa con la que nos engañan diciéndonos que así vamos “por el buen camino” que nos conducirá al crecimiento y a la prosperidad. Lo real, lo cierto, es que esa política lo único que consigue es que el paro aumente, la recesión se consolide y la vida, para la inmensa mayoría, se encarezca y empeore.
Resulta cada día más irritante ver cómo estos gobernantes neoliberales intencionadamente llaman a los recortes con los que nos atemorizan, “políticas de austeridad” necesarias, desnaturalizando así el profundo sentido que tal política tuvo en otro tiempo en boca de la izquierda, -cuando la crisis del petróleo de los años 70, sometió a las economías industrializadas al estancamiento y la inflación-.
Aquel discurso de la austeridad pretendía combatir el gasto superfluo, eliminar todo aquello que fuera socialmente ineficiente, incrementar el comedimiento en la utilización de los recursos, -especialmente los naturales-, y tantas otras cosas que nada tienen que ver en lo que con tanto ahínco ha derrochado el PP con aeropuertos sin aviones, Formulas-1, explotación extrema del suelo, – que como el aceite, dejaban rastro allá por donde pasaban- o ese boato grandilocuente al que tan cansados nos tienen nuestros poderes públicos “casolanos”.
Deberíamos ser capaces de revelarnos contra las inhumanas restricciones del gasto público que tanto gusta imponer a los burócratas de Bruselas. Cierto que es el peaje que tenemos que pagar para que el rescate de los bancos españoles no nos “salga gratis”, no a quienes organizaron este desastre, sino más bien a quienes ni evadimos impuestos, ni llevamos nuestros capitales –que no tenemos- a paraísos fiscales, ni jamás hemos operado con “activos tóxicos”.
Y lo peor es que ellos saben perfectamente que con las restricciones del gasto público, nuestro PIB se debilita y, como consecuencia, – pese a las restricciones crediticias-, el porcentaje de endeudamiento será, paradójicamente, más elevado, lo que sin duda servirá para justificar el darle mas vueltas a esa tuerca con la que nos están asfixiando.
Hay que decir con rotundidad que esta Gran Recesión, no es inevitable. Al contrario, tiene solución.
Pero esa solución exige otra política – que los socialistas debemos proponer- y otra Europa. Hace falta más política con mayúscula y mejores políticos que gobiernen con responsabilidad, avalados por el voto popular, y se atrevan a utilizar todos los recursos con los que cuenta la UE –que son muchos y poderosos, como por ejemplo el BCE- para acabar con esta profunda depresión en la que ha caído una demanda yugulada por tanto recorte y decidan de una vez, que el sector público está para estimular la economía y no para socializar las perdidas provocadas por avaricias insensatas, y sacarnos de ya de esta maldita y prefabricada Gran Recesión que tanto daño está haciendo.
Pero ello nos exige también a los socialistas que superemos determinadas limitaciones que nos autoimponemos, cuando nos repetimos a nosotros mismos que somos un “partido de gobierno”- por ahora en la oposición- y dediquémonos seriamente a construir un discurso que convenza a las mayorías para poder serlo de verdad en un futuro inmediato. No nos quedemos encerrados entre en el modo en el que estamos entendiendo cual es nuestra responsabilidad ahora, y lo que podríamos llamar nuestro ensimismamiento orgánico, que nos obliga muchas veces a mantener cerradas demasiadas ventanas.
Superemos de una vez esos lastres, porque esta Gran Recesión que el neoliberalismo está manteniendo, no es un accidente de la Historia, es la Historia misma, porque en esta hora presente, el capitalismo ha decidido decir ¡basta! al estado social. Ni más ni menos. Y a eso ha de oponerse con energía la socialdemocracia europea y española.