Juanfran Barberá
Director Programa Veus de Festa – Abogado
Tras los últimos acontecimientos, la Junta Central Vicentina (JCV) continúa con las mismas piezas en sus principales cargos, sin apenas cambios en su composición. Llegados a este punto y a estas alturas que esté bien o mal el tiempo es el que lo dicta, pero lo bien cierto es que seguimos con una gestión maniatada, por lo paupérrimo del presupuesto.
A partir de ahí y presididos por el concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Valencia, Francisco Lledó como máximo representante de los vicentinos en la casa consistorial, una series de factores comienzan a enredarse:
- La no inclusión de gente joven y dinámica en la directiva, optando siempre por un perfil más conservador, maduro y experimentado.
- Una falta de rigor en la elección del concurso de milagros, sin sede fija y siempre buscando “teatros libres y gratis” a pesar de que se realiza año tras año.
- Discusiones banales sobre premios, jurados y demás en lugar de trabajar por mejorar.
- Hermetismo total sin contar con la totalidad de Altares.
- Bandos dentro de la JCV claramente diferenciados, buscando confrontaciones y no beneficios.
Son unos puntos que parecen superfluos pero que tienen mucho más contenido del que parece y es que no se entiende una JCV presidida por el Sr. Lledó y en la que participan otras poblaciones como Meliana, Xirivella o Ribarroja entre otras…¿ y a qué se debe esto?…a la falta de gestión y al conformismo por parte de muchos de los que deberían dar un golpe en la mesa y dejar clara una situación enquistada durante muchos años ya que algunos altares de la capital se quejan (nunca lo aceptarán públicamente) de los beneplácitos que reciben los pueblos pese a no pertenecer a la capital ( ya saben materia monetario especialmente).
Y mientras tanto las quejas de siempre de todos los años se quedan en el cajón de los olvidos y año tras años se repiten los mismos errores que son:
- Concurso de Milagros
- Ofrenda
- Procesión
Siempre salen los mismos temas a debatir y siempre se zanja con que el Sr. Lledó ya tiene una “perspectiva del mundo vicentino”.
Llegados a este punto me gustaría aclarar y matizar que lo que realmente tiene es la perspectiva de “quien le cuenta” y que el día a día, el acercarse a los altares a convivir con ellos, es lo que puede darle a entender la complejidad del vicentinismo.
En muchas ocasiones las envidias, los celos no dejan ver la auténtica y cruda realidad como en el concurso de milagros que por un lado sin un lugar digno donde realizarlo y por otro cuadros artísticos de muy baja calidad indignos de una representaciones que quieren ser bien de interés cultural.
Tampoco deben quedar en saco roto las declaraciones de la Alcaldesa (que solo acude a la ofrenda y a la procesión y ni eso a veces) en las que arenga a las masas a ponerse la mantilla en lugar de la peineta y el traje de valenciana…y todo porque las fallas colaboran con el vicentinismo y aceptan de buen grado acudir al acto de la ofrenda dando mayor esplendor y vistosidad a una fiesta dejada por el ayuntamiento a la que la alcaldesa representa. En caso de hacer caso a doña Rita ¿volverían a tachar a los altares de rancios, inmovilistas y cerrados? La respuesta es tajante….si.
De la procesión el problema es organizativo puro y duro y en manos de la JCV está el mejorar el dinamismo de esta, ya que las paradas que se realizan en los puntos donde vivió el patrón son de obligado cumplimiento. Lo que ya no está tan claro es que la gente que procesiona se quede mirando y produciendo cortes innecesarios. Pero particularmente creo que es algo que no va a cambiar ni ahora ni en un largo tiempo.
Y para terminar una pequeña reflexión: está claro que nunca llueve a gusto de todos y hay opiniones que pueden dar lugar a enfrentamientos dialécticos. De todas las opiniones se debe aprender y sobre todo extraer conclusiones positivas y no buscar el “chisme fácil” la confrontación y el ataque personal y gratuito.
VLC Ciudad