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La vivienda donde vivió Enriqueta Martí: el oscuro legado de la llamada “vampira del Raval”
El número 29 del actual carrer Joaquín Costa, en pleno Raval de Barcelona, es uno de los escenarios más perturbadores de la crónica negra española. Allí residió Enriqueta Martí, un personaje envuelto en leyendas y horrores que, más de un siglo después, sigue despertando inquietud.
Una vecina envuelta en sombras
La detención de Enriqueta Martí en 1912 desencadenó uno de los casos más impactantes de la historia criminal del país. En el piso donde vivía —entresuelo primera— los investigadores hallaron restos humanos que relacionaron con desapariciones infantiles ocurridas durante años en Barcelona. Las sospechas apuntaban a la existencia de múltiples víctimas.




Aunque hoy el inmueble está habitado y lleva décadas integrado en la vida cotidiana del barrio, durante buena parte del siglo XX permaneció cerrado. Su reputación, alimentada por rumores, supuestos fenómenos extraños y el miedo de los vecinos, convirtió el lugar en un auténtico símbolo de pesadilla.


Una doble vida que ocultaba un entramado criminal
Nacida en Sant Feliu de Llobregat, Enriqueta se trasladó joven a Barcelona, donde trabajó en distintos oficios antes de vincularse al ambiente de prostitución de finales del siglo XIX. Su vida estuvo marcada por constantes cambios de identidad, apariencias engañosas y frecuentes visitas a casas de beneficencia con menores a su cargo.
Por el día se mostraba como una mujer pobre que pedía limosna y acudía a instituciones religiosas. Por la noche adoptaba un aspecto completamente distinto: ropa elegante, pelucas, sombreros y presencia habitual en lugares frecuentados por la élite barcelonesa. En esos círculos habría ofrecido servicios relacionados con prostitución infantil, según las investigaciones de la época.
Arrestos previos y una red de contactos influyentes
Años antes de su detención final, Enriqueta había sido arrestada por regentar un espacio donde se facilitaban abusos a menores. Sin embargo, aquel proceso nunca avanzó debido a sus vínculos con personas de alto estatus social. Esa protección informal contribuyó a que continuara actuando impunemente durante años.
Los hallazgos que marcaron el caso
La investigación de 1912 reveló restos óseos en distintos pisos relacionados con ella. Las autoridades confirmaron la presencia de restos pertenecientes a varios menores, aunque el número exacto nunca pudo determinarse debido a la fragmentación y a la antigüedad de los huesos.
Además de las acusaciones de proxenetismo, se la vinculó a la elaboración de ungüentos y mezclas supuestamente curativas elaboradas con partes humanas, productos por los que algunos clientes adinerados habrían llegado a pagar grandes sumas en una época marcada por enfermedades como la tuberculosis.
Un mito urbano que todavía respira en el Raval
Con el paso de las décadas, la historia de Enriqueta Martí se fusionó con el folclore popular, generando leyendas sobre espíritus infantiles, voces en la vivienda y supuestas presencias. Aunque la mayoría forma parte del imaginario colectivo, su figura sigue viva en libros, rutas históricas y relatos que circulan entre vecinos y curiosos.
La antigua casa continúa siendo un punto de interés para quienes buscan rastros de crímenes sin resolver. Y aunque hoy no presenta señales visibles de aquel pasado, su nombre permanece asociado para siempre a uno de los episodios más siniestros y perturbadores de Barcelona.
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