15 de diciembre de 2025
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Los golpes en el nicho de Torrent: el caso real que llevó a reabrir una tumba en 2017

Los golpes en el nicho de Torrent: el caso real que llevó a reabrir una tumba en 2017

El silencio de un cementerio solo se rompe por pasos lejanos, el roce del viento entre los cipreses o el murmullo bajo de quienes visitan a sus muertos. Por eso, cuando en enero de 2017 varias personas aseguraron haber escuchado golpes procedentes del interior de un nicho en el cementerio de Torrent, la escena adquirió de inmediato una carga inquietante. No fue un rumor aislado ni una percepción individual: al menos cinco testigos afirmaron haber oído sonidos claros, repetidos, junto a una tumba recién sellada.

Lo que ocurrió después convirtió aquel episodio en uno de los sucesos más comentados de la Comunitat Valenciana en los últimos años. Intervinieron servicios de emergencia, fuerzas de seguridad y, finalmente, la autoridad judicial. Un juez ordenó la reapertura del nicho para descartar la posibilidad más extrema y aterradora: que alguien hubiera sido enterrado con vida.

El origen del aviso: una visita al cementerio que acabó en alarma

Los hechos se produjeron en el cementerio municipal de Torrent. Según los testimonios recogidos entonces, varias personas que se encontraban en el camposanto escucharon golpes procedentes de un nicho concreto. No se trataba de un sonido ambiguo o lejano, sino de impactos secos, repetidos, que parecían proceder del interior de la tumba.

El número de testigos varía ligeramente según las fuentes, pero todas coinciden en que fueron varias personas, al menos cinco, quienes escucharon los golpes de manera independiente. Ese detalle es clave: no fue una percepción aislada, sino una experiencia compartida que llevó a pensar que no se trataba de una confusión puntual.

La reacción fue inmediata. Se alertó al personal del cementerio y se dio aviso a los servicios de emergencia. En un lugar asociado al descanso eterno, la posibilidad de que algo no encajara activó todas las alarmas.

La hipótesis imposible: ¿enterrado vivo?

La idea de que alguien pueda ser enterrado vivo pertenece al imaginario colectivo desde hace siglos. Durante el siglo XIX fue un temor recurrente, alimentado por diagnósticos médicos imprecisos y casos documentados de catalepsia. En pleno siglo XXI, con protocolos sanitarios rigurosos, la hipótesis parece casi imposible. Pero imposible no es lo mismo que impensable.

Eso fue exactamente lo que ocurrió en Torrent. Aunque la probabilidad era mínima, la gravedad del escenario obligaba a descartar cualquier duda. La ley es clara: ante la sospecha fundada de un error con consecuencias irreversibles, la única opción es comprobar.

La escena, descrita después en medios de comunicación, tenía una fuerza narrativa innegable: golpes desde el interior de una tumba, testigos presenciales y la urgencia de actuar antes de que fuera demasiado tarde.

La intervención judicial y la orden de exhumación

Tras las primeras comprobaciones, el caso llegó a la autoridad judicial. Fue entonces cuando un juez de Torrent tomó una decisión poco habitual pero plenamente justificada por las circunstancias: autorizar la reapertura del nicho.

La exhumación se ordenó de forma urgente. No se trataba de una investigación rutinaria, sino de una actuación excepcional motivada por un riesgo extremo. La prioridad era comprobar el estado del cuerpo y confirmar que no existía ninguna posibilidad de que la persona hubiera sido enterrada con vida.

Este paso, aunque técnicamente complejo y emocionalmente duro para la familia, se consideró imprescindible. La ley, en estos casos, protege por encima de todo la vida y la dignidad humana, incluso cuando la probabilidad de error es mínima.

El fallecido y el contexto del entierro

Las informaciones publicadas identificaron al fallecido como Bozidar “Christian” Konjevic, presentado en algunos medios como investigador o científico relacionado con la regeneración celular. Su entierro se había realizado poco antes del incidente, lo que aumentó la inquietud de los testigos al escuchar los golpes.

El hecho de que se tratara de un entierro reciente fue uno de los elementos que más peso tuvo en la decisión de actuar con rapidez. En un nicho sellado desde hacía años, los sonidos podrían tener explicaciones estructurales. En uno recién cerrado, la duda adquiere otra dimensión.

La reapertura del nicho: lo que reveló la exhumación

Cuando finalmente se abrió la tumba, el resultado fue concluyente desde el punto de vista forense. El cuerpo se encontraba en el mismo estado en el que había sido depositado en el ataúd. No había signos de movimiento, intentos de escape ni alteraciones compatibles con que la persona hubiera recuperado la consciencia tras el entierro.

El dictamen descartó la hipótesis más extrema. No había habido un error médico ni un entierro prematuro. Desde el punto de vista judicial y sanitario, el caso quedaba cerrado.

Sin embargo, la exhumación no resolvió una pregunta clave: si no provenían del interior del ataúd, ¿qué habían escuchado exactamente los testigos?

El misterio de los golpes: explicaciones posibles

Aquí es donde el caso de Torrent abandona el terreno estrictamente judicial y entra en el ámbito del enigma. Los golpes existieron, fueron escuchados por varias personas y motivaron una actuación oficial. Pero su origen exacto nunca quedó establecido de forma definitiva.

Entre las explicaciones planteadas se encuentran causas estructurales, como dilataciones de materiales, movimientos internos del nicho, cambios de temperatura o vibraciones externas. Los cementerios, especialmente los construidos con bloques de nichos superpuestos, pueden generar sonidos que resultan inquietantes en determinados momentos.

También se barajó la posibilidad de interferencias acústicas procedentes de otros trabajos, golpes en nichos cercanos o incluso fenómenos relacionados con la percepción humana en contextos de alta sugestión emocional.

Ninguna de estas explicaciones pudo ser confirmada con absoluta certeza. Y esa falta de una causa clara es lo que ha mantenido vivo el caso en la memoria colectiva.

Del suceso real al relato televisivo

Años después, el caso fue recuperado por programas de televisión especializados en sucesos y misterio. Espacios como Mystery News lo presentaron como uno de esos episodios donde la realidad supera al guion.

El formato televisivo enfatizó los elementos más inquietantes: los testimonios, el sonido de los golpes, la reapertura de la tumba y la pregunta que nunca llegó a responderse del todo. Sin afirmar conclusiones sobrenaturales, el relato se apoyó en la duda, que es el motor esencial del misterio.

Este tratamiento mediático no alteró los hechos, pero sí los dotó de una nueva capa narrativa. Lo que había sido un suceso excepcional pasó a formar parte del imaginario popular como uno de los grandes enigmas contemporáneos de la Comunitat Valenciana.

Cuando la justicia actúa frente a lo imposible

Uno de los aspectos más relevantes del caso de Torrent es la reacción institucional. La orden judicial de reabrir una tumba no se toma a la ligera. Supone un reconocimiento implícito de que, ante determinadas circunstancias, incluso lo improbable debe comprobarse.

En ese sentido, el caso se cita a menudo como ejemplo de prudencia extrema. La justicia no dio por hecho que los golpes tuvieran una explicación banal, ni descartó la alarma por considerarla exagerada. Optó por verificar.

Esa decisión, aunque cerró el caso desde el punto de vista legal, dejó abierto el debate social sobre los límites entre la razón, la percepción y el miedo.

Un misterio sin respuesta definitiva

Hoy, casi una década después, el episodio de los golpes en el nicho de Torrent sigue generando preguntas. No porque exista una explicación sobrenatural confirmada, sino precisamente por lo contrario: porque no hay una explicación única, clara y demostrable que cierre el relato.

La tumba fue reabierta, el cuerpo examinado y el peligro descartado. Pero el origen de aquellos golpes permanece como una incógnita. Y en los misterios reales, esa ausencia de respuesta es suficiente para que el caso siga vivo.

Quizá los sonidos tuvieron una causa física banal. Quizá fueron una coincidencia amplificada por el contexto emocional. O quizá fueron una suma de factores que nunca llegaron a identificarse. Lo único seguro es que, durante unas horas, el silencio del cementerio de Torrent se rompió de una forma que obligó a intervenir a la justicia.

Fuentes

  • Informaciones publicadas en medios nacionales y autonómicos sobre el caso de Torrent (2017)
  • Programas de televisión de investigación y sucesos que abordaron el episodio años después
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