Valencia Noticias | Javier Furió. Fotos: R. Fariña.- En la tarde de ayer, la localidad castellonense de Segorbe albergó el acto de presentación de la última obra del investigador y escritor José Antonio Garzón, El Ajedrez del Virrey. Más que un libro, más que un estudio, hablamos de una bien fundamentada propuesta de cambio en las reglas del Ajedrez, “un cambio pequeño, que lo cambia todo”, como el propio autor afirma cuando se refiere a ella.
La elección de Segorbe para tal presentación no es baladí, como puede sospecharse a poco que se tenga cierto grado de conocimiento sobre la obra de José A. Garzón. No en vano, fue un hijo de Segorbe, Francesc Vicent quien, en 1495, fijara las bases de la última revolución en la configuración del Ajedrez y, con ella, el nacimiento del Ajedrez moderno, tal y como hoy lo conocemos, en el famoso incunable que aún hoy es objeto de ardua búsqueda, ‘Llibre dels jochs partitis del schachs en nombre de 100’.
Este hecho se une a toda una serie de símbolos escogidos ex profeso por Garzón en su intención de incorporar en su obra cumplido homenaje a la condición de Valencia como cuna del ajedrez moderno tal y como demostrara él mismo tras años de ardua investigación. Esas mismas ciudades, Segorbe y Valencia -o viceversa- estaban inevitablemente llamadas a acunar, más de 500 años después, de nuevo un paso revolucionario hacia un nuevo ajedrez: el de la promoción del peón atendiendo a la jerarquía de la pieza que en la posición inicial se encuentra en la columna de coronación del peón.
Y ciertamente nos encontramos ante una aportación audaz, la del investigador e historiador nacido en Chelva, no exenta de una gran base histórica, que la colocan como la evolución lógica en el devenir inevitable que el tiempo impone en todos los deportes -he ahí la prohibición de pasar el balón al portero, cambio introducido en el reglamento del fútbol no hace tantos años-, por poner un sonoro ejemplo al alcance de todos. La pregunta retórica que plantea Garzón es: ¿por qué no se va a poder hacer lo mismo con el ajedrez? Y abundando en esta idea, nos atrevemos a decir: ¿y quién mejor para proponer la base argumental, naturaleza y destino de dicha evolución que aquél que descubriera para el mundo el origen del ajedrez?
Pero antes de arrojar algo de luz sobre la naturaleza, sentido y pormenores de la propuesta en sí que, nos atrevemos a retar al lector, existen motivaciones y atractivos suficientes como para dejar que el propio libro sea el que desvele el misterio, fue el editor de Alenar Editors, Marcos Zacarés, quien tomó la palabra para deshacerse en elogios hacia el autor no solo por el valor del contenido de la obra sino también por su dedicación e implicación a la hora de mimar todos los detalles de su maquetación, diseño y calidades de impresión. En definitiva, el escritor ha ejercido de auténtico ‘padre’ del libro dejando su impronta de metódico y minucioso divulgador de conocimiento en cada página, en cada nota al pie, cada ilustración.
Le llegaba el turno de palabra, sin solución de continuidad y anunciado por el concejal Francisco Tortajada -que actuó como conductor del acto-, a Rafael Solaz, investigador y erudito infatigable que, como después reconocería el propio autor, viene convergiendo con José Antonio Garzón en muchos de sus proyectos de forma inevitable, además de por el indudable peso específico que su participación aporta, “porque es un amigo”. Y así, ejerciendo una vez más su empatía de un modo incontestable, Solaz narró cómo recogió la petición de su amigo de diseñar la pieza resultante del cambio aspirante a revolucionar el ajedrez, de nuevo en Valencia, y cómo él, se dispuso inmediatamente a plasmar sobre el papel, en una serie de esbozos rápidos, las formas que desde su grado de conocimiento del ajedrez, capturaran lo más fielmente posible las ideas que se le estaban transmitiendo “casi como un secreto inviolable”.
También delató, con su acostumbrada pasión narrativa, el proceso de fabricación de la primera pieza en el taller del tornero y lutier valenciano Vicente Aliaga, la astuta adición posterior de la cruz que corona la propia pieza…, un relato que denotaba, qué duda cabe, un cariño y una dedicación en tal proceso digno de los artesanos medievales que contribuyeran, en el siglo XV, a convertir a Valencia en el epicentro de tales descubrimientos, tales revoluciones. Los que conocemos a Solaz sabemos que lo contado por él ayer no es en absoluto una puesta en escena, sino fiel retrato de su labor.
Y tomó la palabra el autor de la obra: José A. Garzón. Y como padre orgulloso de ‘El Ajedrez del Virrey‘, repasó la base argumental de su propuesta desde los albores de la historia del ajedrez, aportando importantísimos hallazgos que, fruto en su mayoría de su propia trayectoria investigadora, iban conduciendo inevitablemente al punto presente en el que la incorporación de la figura delVirreycomo resultado de la coronación del peón atendiendo a la columna en que ésta se produce, lejos de suponer una revolución atrevida, cobra más sentido que nunca y se convierte en un paso emanante, de forma natural, de dicha historia.
Se trata de introducir un cambio que permita, afirmó el autor, invertir la tendencia actual que, con la incorporación de los ordenadores al mundo del ajedrez, puede haber deshumanizado a los jugadores en la práctica del juego – deporte en vez de, como se pretendió en un principio, inspirar humanidad a los planteamientos matemáticos de las máquinas. “Es posible sorprender a un gran jugador ejecutando las 14 primeras jugadas habituales de su repertorio e introducir luego una mejora con la ayuda de un módulo de análisis”, afirmó Garzón. “Imaginemos lo que pasaría si en el tenis, el más común de los mortales pudiera asestarle a Nadal los 14 golpes que más daño le hacen en su juego”.
Pero el afán de Garzón siempre divulgador y, sobre todo, de generosidad a la hora de compartir lo hallado con sus congéneres, le llevó a realizar un anuncio que, ciertamente, pretende cerrar el cerco sobre cualquier atisbo de duda, si ésta cabe de algún modo en el ánimo de algún entendido, sobre el origen valenciano del ajedrez, principio, base y escenario de la propuesta que plasma el libro -no es casual que la nueva figura sea elVirreyque, aclara el propio autor, no es otro que el de Valencia, cargo instaurado como elemento de distinción del rey Jaime I para agasajar a la recién conquistada Valencia, y que institucionaliza en el reinado de Carlos I-: la primicia consistió en el presente y futuro delpremio Von der Lasa, el proyecto a través del cual se pretende hallar el incunable perdido del segorbino Francesc Vicent. El plazo inicial para encontrar el incunable, -por cuyo hallazgo se ofreció una recompensa de 18.000 euros- ha expirado recientemente y ayer Garzón desvelaba por primera vez la constitución de una comisión de seguimiento conformada por él mismo y Rafael Solaz -presentes en el acto- y por el erudito alemán Michael Negele, uno de los impulsores de la KWA, que extiendein perpetuumel espíritu de la búsqueda. Esta comisión volverá a convocar a los promotores originales ante cualquier pista sólida del paradero del libro, cuyo último rastro documentado se pierde en Estados Unidos, a mediados de la centuria pasada. Por su grado de compromiso con la cultura, la bibliofilia y la historia del ajedrez, nos complace recordar a los impulsores del Premio Internacional Von der Lasa: Rafael Solaz Albert, Miquel Artigas, Josep Alió, Rafael Ferrando, Librería Anticuaria Rafael Solaz, Societat Bibliogràfica Valenciana Jerònima Galés. Ken Whyld Association, Ayuntamiento de Valencia, Ayuntamiento de Segorbe y José A. Garzón, coordinador del premio.
Cerró el acto el alcalde de Segorbe, Rafael Calvo, quien aseguró que la capital del Alto Palancia se siente “orgullosa de ser la cuna de Francesc Vicent” por lo que su figura significa para el ajedrez. Respecto al autor, Calvo expresó su deseo de que, en el futuro, la figura de Garzón quede, “junto a Vicent, José Raúl Capablanca y Bobby Fischer”, como personalidades muy importantes del mundo del ajedrez.