La mayoría de los estudios que se han realizado sobre las consecuencias de la crisis en la salud de los europeos tienen un alto grado de sesgo, pero hay evidencias de que ha provocado un aumento en el número de suicidios y un empeoramiento de la salud mental, según una revisión realizada por investigadores de Reino Unido y EE UU.
Una mujer llora ante su inminente desahucio. / Olmo Calvo (Sinc)
Una revisión de 41 estudios sobre los efectos que ha tenido en la salud la recesión que comenzó en 2008 en Europa muestra evidencias del aumento de número de suicidios y el empeoramiento de la salud mental en España y Grecia.
Sin embargo, tal y como explica a Sinc Charitini Stavropoulou, profesora de investigación de gestión de la salud de la Universidad de Londres y una de las autoras de la revisión, los resultados de estos estudios tienen “un riesgo sustancial de sesgo” y, por tanto, “deben interpretarse con cautela”.
Pese a los datos heterogéneos, hay evidencia del aumento de suicidios y del empeoramiento de la salud mental entre 2008 y 2015
Hace ocho años Europa entró en un periodo de crisis financiera sin precedentes tras la recesión económica mundial. Pero hasta ahora la evidencia de las posibles consecuencias de esta crisis sobre la salud ha estado fragmentada, señala el trabajo publicado en el último número de la revista British Medical Journal y llevado a cabo por investigadores de las universidades de Londres y Stanford.
Los 41 estudios analizados se publicaron entre enero de 2008 y diciembre de 2015. La mayoría de ellos se referían a la situación en España y Grecia, y estaban enfocados a analizar el número de suicidios y el estado de salud mental de las poblaciones.
Riesgo de sesgo de los estudios
Todos los trabajos fueron evaluados para detectar posibles riesgos de sesgo. De ellos, 29 (73%) se consideraron con alto riesgo de sesgo; nueve (23%) con riesgo moderado, y solo dos fueron calificados como de bajo riesgo de sesgo, “lo que limita las conclusiones que pueden extraerse de ellos”, dice Stavropoulou.
La investigadora comenta que el alto grado de sesgo queda patente en la mayoría de estos trabajos, entre otras cosas, porque “algunos se refieren a plazos cortos, o miden los resultados de salud a partir de datos que son propensos a inexactitudes”.
El error de medición podría ser sustancial para algunos de los indicadores examinados, como es el suicidio. “Los suicidios siguen siendo un tabú en muchos países, entre ellos, Grecia de donde soy –declara a Sinc Stavropoulou–. Ello se debe a razones religiosas y sociales. Por lo tanto, muy a menudo en el certificado de defunción no se indica el suicidio como causa de muerte, tal vez aparezca como ‘muerte por caída’. Así, muchos estudios reconocen que los datos sobre suicidios son parciales, ya que a menudo subestiman los números verdaderos”, subraya la experta.
Revisión sistemática
Además –agrega– “la mayor parte de estos estudios utiliza datos de grupo para analizar los comportamientos individuales. Por ejemplo, se pueden hacer asociaciones entre el aumento del desempleo y los suicidios utilizando datos nacionales, pero eso no implica que una persona concreta que se haya quedado en paro sea necesariamente más propensa a cometer suicidio que un empleado con exceso de trabajo y mal pagado. En este caso, el sesgo se encuentra en utilizar datos agregados para hacer afirmaciones que no son correctas desde una perspectiva individual”, destaca.
En países como Grecia el suicidio sigue siendo un tabú social y religioso y no suele aparecer en el certificado de defunción
Curiosamente, los estudios analizados centrados en la mortalidad muestran una imagen diferente, con una mortalidad global que parece no verse afectada o que incluso disminuye durante los años de crisis. En trabajos precedentes se había sostenido que se podría deber a estilos de vida más saludables durante los años de dificultades económicas.
Los investigadores también han encontrado pruebas de que la salud de los inmigrantes, especialmente los que estaban en situación ilegal y carecían de seguridad social, se ha deteriorado mucho más durante la crisis que la de los nativos de los países estudiados.
Stavropoulou añade que la revisión sistemática de los estudios realizada por su equipo “demuestra que la crisis financiera en Europa ha tenido efectos heterogéneos en la salud. Las variaciones pueden ser explicadas por los diferentes regímenes de protección social y las políticas puestas en marcha por los países. Aunque hemos encontrado una clara evidencia del aumento de suicidios –especialmente entre hombres– y del empeoramiento de la salud mental –que ha afectado más a las mujeres– en Europa durante este periodo”.
Pese a ello –insiste– “el alto grado de sesgo encontrado en los estudios pone de relieve que necesitamos datos más precisos para mejorar la calidad de los trabajos empíricos sobre el tema, con objeto de proporcionar una mejor orientación a los gobiernos y a los responsables políticos”, concluye.