Hace poco adquirí de un anticuario amigo un azulejo rotulador de la desaparecida plaza de la Capilla de la Comunión de San Martín, placita que estuvo situada junto a la iglesia de San Martín.
Interesándome por la presencia de esta plaza consulté la obra del erudito Orellana en su Valencia antigua y Moderna que ofrece noticias de la Valencia del siglo XVIII. Orellana cita su título en valenciano Capella de la Comunió de Sant Martí, clasificándola como calle y plaza, diciendo que discurría hacia la calle dels Vallesos, dando a parar a la Casa de Escrivà o recodo donde existía un altar de la Virgen de la Soledad, al lado de la misma Capilla de la Comunión y que sobre su portada estaba esculpido el año de 1674, fecha de su construcción. Dicha portada e inscripción se conserva actualmente.
Dice que esta plaza se renombró antiguamente de la Caraza, “por causa de un Brutesco o Caraça que disimuladamente existe en la esquina del Campanario”. Esta representación escultórica en forma de máscara se hallaba a “unos doce palmos de distancia sobre el suelo y era una figura de cara grande y abultada”.
Nuestro autor continua ofreciendo datos interesantes: “Según hallo en un manuscrito, en dicho campanario de San Martín se situaba en dicha plazuela un mármol…” No era otro que el recuerdo por la rendición de los musulmanes valencianos ante Jaume I la víspera de San Miguel del año 1238. Decía así: “ANNO DNI. M.CC.XXX. OCTAVO. FO PRESA VALENCIA. LA VESPRA DE SEN MIQUEL. PER EL SEÑOR REI EN JACME. AQUEST ES LOG DEN PERE DE COLOMINES”.
Antiguos mensajes, fabulosos, en forma de escultura que nos hace recordar otros míticos que existieron en la ciudad: l’Engonari de la Lonja del Aceite o el Nano del carrer d’En Llop, por ejemplo.
¿Qué representaba la escultura que ahora tratamos? ¿Una máscara quizá procedente de la Valencia romana o medieval? ¿Otro personaje mítico? ¿Encerraba la plaza de San Martín una historia ahora desconocida? La respuesta quizá se perdió para siempre, como lo fueron aquellas figuras mitológicas y dioses de la gentilidad que se perdieron entre los entresijos de la historia, ese puzle formado por vetustas paredes de piedra con mensajes ocultos. Quizá haya abierta una ventana.