Silvia Peris
Periodista
Aires de cambio han de soplar el próximo domingo. Un vendaval fuerte y poderoso que se lleve por delante la miseria moral y oscuridad, caspa y desfachatez, desvergüenza y arribismo, que hemos venido padeciendo en los últimos años en este país. Una brisa fresca que limpie el ambiente de advenedizos sin escrúpulos, que condene el nepotismo y relegue a un segundo plano el interés personal y egoísta ante el bien común y la empatía. Un viento de Levante calmo que acaricie las conciencias dormidas y nos convierta en seres un poquito más humanos, más colaborativos y solidarios, respetuosos, honrados y honestos.
Y no me cabe duda que ese viento soplará solo si mujeres poderosas y valientes abanderan el cambio. Mujeres que entiendan cómo atributos que cultural y socialmente se nos han sido asignados, puedan manifestarse de forma más que positiva en el hecho político. Mujeres que comprendan cómo la labor del cuidado en el ámbito doméstico se pueda extender más allá, en políticas sanitarias y sociales justas compasivas y de equidad. Mujeres con coraje que no se enfrenten al hombre, ni lo imiten, si no que trabajen estrechamente con él, sabiendo que una sociedad justa se construye desde la colaboración y el entendimiento mutuo. Mujeres sabias que no releguen la Educación y la Cultura a un segundo plano si no que los antepongan como ese bien preciado que son en la construcción de sociedades futuras basadas en la libertad y el compromiso.
Mujeres que vean en el diferente, el foráneo, una oportunidad de intercambio y aprendizaje, de integración y riqueza cultural; bellas mujeres que encuentren que la igualdad de derechos y oportunidades no es una frase hecha que funciona bien en marketing publicitario institucional si no que se deba traducir en políticas concretas a pie de calle. Que escuchen, no solo oigan, que viajen en metro y pateen las calles, que devuelvan la dignidad a aquellas personas sin trabajo que perdieron la esperanza de retomar sus vidas y también perdieron su hogar y den a los jóvenes la oportunidad de un futuro en su propio país.
Mujeres que piensen en la Madre tierra en términos de finitud, que vean en el Decrecimiento el freno al colapso medioambiental y opinen que más no es mejor, pero que mejor si puede ser menos. Y sí, creo que sólo las mujeres enraizadas en su propia naturaleza pueden entender esto y abanderar el cambio. Y lo veo en mujeres como Ada Colau, Manuela Carmena o Mónica Oltra y, otras tantas que deben haber desde la trinchera política y en un menor segundo plano. Ellas creo pueden traer esos vientos frescos y limpios a nuestro país. Me las creo y las creo.
Desde las políticas locales, municipales, de a poco, en barrios y movimientos sociales, al frente de las comunidades autónomas, las mujeres tenemos mucho que aportar. Mujeres como Colau, Carmena y Oltra…o, ya digo, desde las trincheras: Martínez, Pérez, Sanchez…, tenemos un compromiso con nuestro historia y nuestro futuro.
Pensemos el domingo al depositar el voto en la urna que ese viento es posible que sople solo si asumimos nuestra responsabilidad como ciudadanos/as que participan del hecho democrático, viendo esa papeleta como un símbolo de renovación, a ser posible, en clave femenina.