La icónica Cabalgata de Reyes, pensada para desbordar ilusión, se ve opacada por una técnica que algunos consideran ingeniosa y otros, una falta de respeto: los paraguas invertidos que monopolizan los caramelos.
Una tradición que pierde su encanto bajo los paraguas
La Cabalgata de Reyes siempre ha sido sinónimo de alegría, luces y la emoción de los niños al intentar atrapar caramelos. Pero en los últimos años, un fenómeno curioso y controvertido ha empezado a acaparar titulares (y dulces): los paraguas al revés. En Valencia, esta técnica se ha convertido en una herramienta para algunos, pero también en motivo de frustración para muchos otros.
La idea no es nueva, pero parece haberse perfeccionado en las últimas ediciones. El objetivo es claro: maximizar la recolección de caramelos sin ningún esfuerzo físico, dejando a los demás, en especial a los niños, con las manos vacías y la ilusión rota.
El paraguas al revés: de accesorio a “arma estratégica”
Lo que comenzó como una idea simpática ahora se ha convertido en una táctica que raya en lo competitivo. Los paraguas invertidos, que originalmente se usaban para protegerse de los caramelos voladores o recoger unos pocos sin agacharse, ahora son utilizados como auténticas trampas de recolección masiva.
Los más ambiciosos no solo los colocan en el aire, sino que los despliegan al máximo, creando barreras infranqueables para los niños y adultos que están detrás. Algunos incluso los sostienen sobre las cabezas de otros, asegurándose de capturar todo lo que lanzan las carrozas.
Testimonios desde las aceras
“Es una falta de respeto. Venimos con nuestros hijos para que vivan la magia de los Reyes Magos, pero ellos acaban llorando porque no pueden ni tocar un caramelo”, cuenta Marta, una madre que asistió con sus dos hijos pequeños a la última cabalgata en Valencia.
Otros asistentes coinciden. “Es frustrante ver cómo hay personas que usan paraguas enormes, incluso sombrillas, y no dejan ni un dulce para los niños. Esto no es un juego justo”, explica Luis, que presenció cómo un grupo de adultos acumulaba literalmente kilos de caramelos en un paraguas XXL.
¿Magia o egoísmo?
La cabalgata, pensada como un espectáculo para disfrutar en familia, parece estar transformándose en un campo de batalla donde prevalece el “sálvese quien pueda”. Los adultos con paraguas invertidos son vistos por muchos como el ejemplo más evidente de cómo una tradición entrañable puede desviarse hacia el egoísmo más absurdo.
El problema no solo radica en la cantidad de caramelos que estos “acaparadores” recogen, sino en el impacto emocional que genera en los niños. “Es desolador ver sus caras cuando extienden las manos para coger algo y el paraguas de otro lo atrapa todo”, comenta Ana, otra madre que ya no sabe si llevar a sus hijos a las próximas cabalgatas.
¿Deberían prohibirse los paraguas?
El debate está sobre la mesa. Muchos ciudadanos han empezado a pedir que se regule el uso de paraguas invertidos en las cabalgatas, argumentando que atentan contra el espíritu del evento. Pero, ¿cómo hacer cumplir una norma así en medio de miles de asistentes?
Algunas propuestas incluyen prohibir explícitamente el uso de paraguas en los accesos al evento o educar a los asistentes sobre la importancia de compartir. Otras voces más pragmáticas sugieren que se diseñe un sistema donde los caramelos se distribuyan directamente entre los niños, evitando lanzarlos de forma indiscriminada.
¿Qué está en juego realmente?
Más allá de los caramelos, lo que realmente está en juego es el significado de la cabalgata. ¿Es una tradición pensada para fomentar la ilusión infantil y la convivencia familiar, o un espectáculo en el que prima la competitividad y el acaparamiento?
Por ahora, el paraguas al revés sigue siendo el rey no oficial de las cabalgatas, para disgusto de muchos. Pero quizá sea momento de que los asistentes reflexionen: ¿qué legado queremos dejar en estas tradiciones que deberían unirnos?
¿Es el uso de paraguas una muestra de creatividad o un símbolo de egoísmo? ¿Deberían los organizadores tomar medidas o estamos exagerando?