El Péndulo | Ana Belén López.- 300.000 asistentes. Actuaciones de artistas de primera fila del panorama nacional e internacional. Dos recintos separados por 20/30 minutos a pie o 10 en bus. Mucho polvo. Poco volumen. Y un camping con efecto invernadero. Son todas, un conjunto de problemas e incoherencias con las que la séptima edición del Arenal Sound echó el cierre el pasado domingo. Una edición que ha marcado un antes un después en la historia de este evento musical, el cuál ha sido el más multitudinario de España este verano 2016.
No era necesario haber asistido a otras ediciones para darse cuenta que la organización no ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias – recordar que a principios de septiembre del pasado año un judicial a favor de los vecinos del barrio colindante al puerto de Burriana obligó a a la organización a trasladar los escenarios por vulnerar los derechos fundamentales de los demandantes al exceder el ruido -. Simplemente había que observar la ubicación de la entrada y salida al nuevo recinto, ubicado al lado del camping de la Malvarrosa, ambas estaban pegadas una a la otra. De modo que en muchas ocasiones era difícil saber quien entraba o salía de los conciertos.
A ello se suma que, debido a que gran parte del público tenía que coger un bus para ir a los conciertos, a las entradas de muchos conciertos como Izal, La Pegatina, Fangoria o Steve Aoki hubo una gran conglomeración, ya que todos llegaban en masa en distintos autobuses. Sin olvidar que todas las personas que estaban en camping de la playa del Arenal, debían caminar entre diez y quince minutos para llegar a la parada de autobús, más luego el tiempo de cola para subir al bus, más el trayecto. Es decir que tenían que salir mínimo entre 30 o 40 minutos antes, para poder ir al concierto.
Polvo en lo alto, sonido en lo bajo
Si tenías alergia la polvo, en el Arenal Sound 2016 estabas perdido. Los dos escenarios del recinto de Malvarrosa se encontraban sobre una superficie de tierra, no muy apta para festivales. El polvo decidió también bailar al ritmo de la música durante los cuatro días de conciertos. Algo que era de esperar, y más cuando las seis ediciones anteriores los dos escenarios principales se montaron sobre asfalto, para evitar (espero que así fuera) que se formara una gran nube de polvo con los saltos de los allí presentes.
Y mientras el polvo se posaba en las nubes, el sonido de los altavoces no levantaba cabeza. Las limitaciones acústicas impuestas debido a las quejas vecinales, provocaron que los gritos y coros de los festivaleros se escucharan mucho más que el volumen de los altavoces. Unos altavoces, que por cierto, parecía que no funcionaban. Un ejemplo de ello fue el del lado derecho de la torre del escenario principal.
Dormir no da la experiencia
Tiendas que eran invernaderos. No poder estar en el camping a partir de las 12 de la mañana. Calor multiplicado por dos. Cierto es que el sol y las altas temperaturas son dos factores con los que previamente has de contar cuando decides ir al Arenal. Pero con lo que no cuentas es que vas a estar metido durante seis días en un invernadero. Todo porque este año se montaron muchas zonas de camping con un toldo blanco. El cual atraía mucho más al sol produciendo que la temperatura dentro de las tiendas y en toda esa zona en general fuera el doble. Dormir en la playa pasaba a ser la opción más viable si querías dormir un par de horas.
Los retos
Con fecha fija para el próximo año, del 1 al 6 de agosto, el Arenal Sound tendrá que buscar una nueva ubicación a la altura. Donde poder tener todos los escenarios en el mismo lugar, sin buses, sin colas; donde haya un asfalto y no se levante una nube de polvo con los bailes de los presentes; donde la música suene más alto que las voces de los asistentes. Un conjunto de mejoras que los ‘sounders’ ya han reclamado a través de las redes sociales de cara a 2017. Ahora sólo queda esperar para saber qué, cómo y dónde será el nuevo Arenal Sound.