En diálogo con Infobae, el abogado Martín Litwak, especializado en la constitución de este tipo de firmas, dijo que “con la industria offshore pasa algo similar a lo que sucede con los fabricantes de armas” porque cuando sucede un delito a través de ellas “se hace énfasis en el fabricante y no en el delincuente”Islas Vírgenes Británicas, uno de los paraísos fiscales caribeños
-Hay muchas situaciones en las cuales una persona puede tener la necesidad de constituir una sociedad offshore. Entre ellas, cuando quiere proteger su privacidad en mayor medida de lo que permiten las leyes locales, cuando quiere invertir dinero fuera de su país de origen utilizando vehículos que aporten seguridad jurídica, cuando quiere levantar dinero de varios inversores para llevar adelante una inversión colectiva a través de un fondo de inversión o de un fideicomiso financiero, cuando quiere participar en un joint venture con socios extranjeros o cuando quiere lograr diferimento impositivo.
–Las sociedades offshore no ayudan a evadir impuestos, sino que no agregan impuestos a una estructura societaria determinada. En realidad, los impuestos por las actividades económicas realizadas offshore deben pagarse. Supongamos que una persona tiene un restaurante y en lugar de figurar como dueño de este, coloca una sociedad offshore en ese lugar. Todos los impuestos vinculados con las operación del restaurante van a ser pagados y el propietario debe pagar el impuesto a los bienes personales por sus tenencias accionarias en la sociedad offshore. También tendrá que hacer todos los aportes a la seguridad social, etcétera. En este tema, hay mucho de prejuicio y mala intención. Una sociedad offshore no reduce la carga impositiva.
–Como toda herramienta, hay gente que abusa de ella o la usa para hacer el mal. La verdad es que los datos y las estadísticas muestran que estos delitos se dan mucho más frecuentemente onshore y no offshore. Con la industria offshore, pasa algo similar a lo que sucede con los fabricantes de armas. Cuando en un delito participa un arma o una sociedad offshore, en lugar de buscar al delincuente que la utiliza, se hace énfasis en el fabricante. Es raro, pero siempre fue así. Los mayores casos de financiamiento de actividades terroristas (como sucedió en el caso del atentado contra las Torres Gemelas) se han realizado exclusivamente a través de bancos onshore. Y la mayor estafa de todos los tiempos, perpetrada por Bernie Madoff en 2008, fue planificada y ejecutada en los Estados Unidos y no en una isla perdida en el Caribe. Sí es cierto que son sociedades fáciles de constituir y que no todos los agentes de registro (que son quienes las han incorporado) hacen su tarea de revisar bien para quién están trabajando.
–Entiendo el interés de los periodistas y de la gente en general por la información, pero también deben entender que no hay absolutamente nada malo en proteger la confidencialidad y privacidad. Se trata de un derecho constitutional que –en tanto no haya delito– hay que respetar a rajatabla. Creo que la sociedad moderna, impregnada por shows del tipo Gran Hermano y demás, se ha transformado en un lugar donde la privacidad no es respetada como debería, donde todos piensan que tienen un derecho sagrado a saber lo que se les ocurra sobre el resto de la gente. Recuerdo una charla que estaba dando en la universidad y durante la cual una alumna se puso muy violenta por este tema. Le pregunté si la noche anterior había tenido relaciones sexuales y obviamente se ofuscó terriblemente y me dijo que no tenía derecho a meterme en su intimidad. Estuve de acuerdo con ella y pienso que no hay que meterse en la privacidad de la gente, a menos que haya un delito. Cuando lo hay, los centros offshore, en general, ya brindan la información que se precisa. Esto cambió mucho en los últimos años. No recomiendo en absoluto armar sociedades offshore para cometer delitos.
–¿Qué opina del escándalo Panamá Papers?