Todo comenzó con los dos jóvenes subiendo a un contenedor en el puerto. Sin dudarlo demasiado, el que iba adelante tomó carrera y saltó al vacío, con la intención de llegar a otro contenedor, ubicado algunos metros más adelante.
Pero un error de cálculo o la falta de potencia en el salto hicieron que, en vez de caer con las piernas, aterrizara de boca contra el borde metálico y luego cayera al suelo.
“¡Matt!”, exclamó su compañero de parkour, que registraba todo lo ocurrido con una GoPro.
“Me rompí el diente”, le contestó Gilmour.
Acto seguido, quien estaba filmando se subió al contenedor en el que se había golpeado el otro. “Este es el diente de Matt. Voy a llevárselo”, dijo mientras señalaba la pieza.
Luego, mientras miraba el agujero del joven en la dentadura, le recordó lo mucho que le costaría reparar el daño.
“¡M…!”, exclamó Matt, como si recién entonces hubiera caído en la cuenta de los miles de dólares que iba a tener que gastar porque su juego salió mal.