El Péndulo | Jimmy Entraigües.- La periodista y escritora Reyes Monforte pasó por nuestra ciudad promocionando su nueva novela: ‘Una pasión rusa’ (Espasa, 2015); una intensa y muy documentada narración que pone su mirada sobre la figura de un personaje poco conocido, pero muy interesante, como lo fue la hispano rusa Lina Codina, esposa del músico Serguei Prokófiev.
Autora de obras tan conocidas como ‘La infiel’, ‘Un burka por amor’ (convertida en serie en 2009), o ‘Besos de arena’, Monforte quedó fascinada ante la azarosa vida de Codina y no dudó un instante en sumergirse de lleno en la compleja historia de una mujer que, no solo vivió un momento excepcional del siglo XX, al conocer personajes de la talla de Picasso, Hemingway o Coco Chanel,sino que sufrió la represión del Gobierno de Stalin al estar siete años confinada en un campo de trabajo forzado, los tristes y famosos gulags.
Monforte habla con entusiasmo y pasión, durante la entrevista, al comentar los aspectos que aborda su novela sobre la vida de Codina.
El Péndulo: Sin lugar a dudas la vida de Lina Codina, por su matrimonio con Prokófiev, su amistad con Chanel, Hemingway, Disney, Ravel…, y su cruel estancia en el gulag stalinista resulta apasionante pero…, ¿qué te conduce a detenerte en Lina Codina, como personaje, cuando muchas otras mujeres vivieron situaciones similares en una Europa tan violenta hasta mitad del siglo XX?
Reyes Monforte: Dame tiempo, dame tiempo y te aseguro que iré una por una…, porque hay mujeres con unas vidas apasionantes en todo aquel período (comenta sonriendo). Existen auténticas personalidades con vidas intensas y pasiones desatadas que merecen toda la atención y son desconocidas en la actualidad. Lina es una de ellas.
El Péndulo: Pero más allá de su actividad social, profesional como cantante de ópera y lo injusto de su deportación al gulag, ¿algo te atrapó de ella?
R.M.: Sí, me atrapó su personalidad. Descubrí a Lina Codina por pura casualidad. Quedé a comer con unos amigos en un restaurante de la calle Bárbara de Barganza, en Madrid, y al salir para llamarles por teléfono tropecé de bruces con una placa, que acababa de poner el Ayuntamiento, en la que decía: “En esta casa nació Lina Prokófiev (Carolina Codina Nemiskaya) 1897-1989 Cantante y esposa de Serguei Prokófiev”. A mí, Prokófiev, siempre me ha gustado mucho y lo que hizo con el ballet de ‘Romeo y Julieta’…, eso no lo ha vuelto a hacer nadie (dice entre sonrisas) y… los conciertos de piano y ‘Pedro y el lobo’ y…, claro, me sorprendió que hubiera estado casado con una española y que ese hecho no se conociera apenas. Entonces, investigué un poco y descubrí que era una mujer muy guapa, muy elegante, que había estado con gente muy importante y destacada y…, vi que su historia era la historia del siglo XX, con sus luces y sus sombras. Lina no solo vivió el Nueva York de los rascacielos junto a Prokófiev, o el París de la vanguardia de los años ’20, que le permitió conocer a Hemingway, Picasso o Coco Chanel , sino que Lina tenía una capacidad de seducción enorme con hombres y mujeres y no por la presencia de su marido, era su personalidad. Es cierto que ella siempre supo moverse por los círculos artísticos desde pequeña pero…, tenía una facilidad especial para mantener cualquier tipo de conversación. Era una mujer preparada y con mucha soltura en los ambientes artísticos e intelectuales.
E.P.: Bueno, sus padres eran cantantes de ópera y ella siempre vivió de cerca el mundo cultural.
R.M.: ¡Claro! Su padre era Juan Codina, un tenor bastante conocido; y su madre era Olga Nemiskaya, una soprano con una amplia carrera también. Era lógico que estuviera rodeada de un ambiente artístico y…, además, ella quería ser cantante. Tenía una voz bonita. La gente que le daba las clases y el propio Prokófiev dijeron que tenía una voz bonita. No era una gran voz pero podía ganarse la vida cantando.
E.P.: La relación de pareja debió de presentar aristas afiladas pese a que se amaban. Prokófiev fue un hombre de gran sensibilidad hacia las mujeres y…
R.M.: Bueno.., estamos hablando de un hombre joven, un gran músico de éxito que en su país era admirado y…, cuando llega a Nueva York lo reciben con los brazos abiertos.
E.P.: Pero sabemos que era un hombre sensible y frágil ante algunas señoras y señoritas.
R.M.: Sí, sí… Era un seductor y de hecho sedujo a muchas estrellas de Hollywood. Hay que pensar que sedujo y se dejó seducir y…, estamos hablando de alguien que se relacionaba con un mundo artístico que no es ajeno al juego de las seducciones y el coqueteo. Además siempre existe ese grado de fragilidad o de inseguridad en estas personas. No sé, llámalo como quieras pero la fragilidad existía y la tenían en sus emociones.
E.P.: Lina también presentaba su dosis de fragilidad.
R.M.: ¡Claro, claro! Son dos personalidades que se atraen pero que también atraen a los demás y les gusta el juego de la seducción. Estamos hablando del siglo anterior, los años ’20, y…, toda mujer, por muy moderna que sea, sabía guardar las distancias. Ella era moderna porque nunca quiso estar a la sombra de Prokófiev, sino más bien a su lado. Ella…, le ayudaba a marcar las pautas de la composición y de las corrientes musicales que estaban surgiendo y no quería ser solamente la mujer que acompañaba al músico y…, Espera, espera…, creo que me estoy yendo de la pregunta (dice entre risas).
E.P.: Hablábamos de las fragilidades de Lina.
R.M.: Sí, sí. Ellos se enamoraron a primera vista pero…, ella lo que no quería es que su figura quedara como la de una amante, que es lo que le decía su madre. Su madre solía decirle que “por mucho que te diga que eres el amor de su vida, pareces su amante”. Lina en algún momento le da un ultimátum a Prokófiev en París, respecto a la pareja que formaban, y él dudo y…, ella decidió irse un año a Italia, a Milán, y allí estrenó un ‘Rigoletto’, como protagonista y…, ese año por lo visto ella lo pasó mal y él también. Fue como una especie de chantaje sentimental mutuo. Era como una especie de “o nos casamos o te dejo” y…, él le dijo “yo te necesito” y se casaron. Sí es verdad que Prokófiev tenía ese punto de fragilidad, necesitaba que alguien le dijera “ve por aquí”, “ve por allí”…, como en París cuando ella le regaló ‘Guerra y paz’ porque estaba convencida que podría hacer algo grande con ella y…, años más tarde así lo hizo. Tuvieron sus fragilidades pero se querían y ella supo darle el apoyo necesario.
E.P.: Al mencionar lo de ‘Guerra y paz’, Prokófiev asumió retos importantes musicalmente. Participó en las bandas sonoras de ‘Alexander Nevski’ y en ‘Iván, el terrible’, de Eisenstein y…, aunque hubo tensión entre ellos, el Eisenstein reconoció haber alcanzado el cine que siempre había soñado, según él.
R.M.: Sí, sí. Fíjate que hasta el propio Stalin quiso que participara en la música de ‘Iván, el terrible’ porque sentía una gran admiración por Prokófiev. Stalin era una gran amante del cine y…., bueno, bueno… ‘el bicho’ era fino se conmovía con las artes pero creaba sus terribles purgas pero… Lina y Prokófiev vuelven a Rusia porque Stalin no paraba de enviarle emisarios diciéndoles que fueran a vivir a Moscú. Muchos amigos del matrimonio les decían, “no volváis que están ocurriendo cosas malas”, “hay familias que están despareciendo”, “tened cuidado si volvéis”. Aunque no se sabía mucho, ya se empezaban a conocer las desapariciones, los gulags y…, algo había que la gente sospechaba pero sin tener mucha seguridad y…, aquello tenía descolocado al matrimonio.
E.P.: Aún queda mucho por saber de los campos de concentración rusos. El propio Stalin se encargó de que no existieran muchas pruebas sobre los gulags y de la destrucción de muchos documentos, listados de presos, fotografías, archivos…
R.M.: Efectivamente. Sé que no es bueno comparar pero lo del gulag ruso fue mucho peor que el Holocausto. Fueron millones de personas las desaparecidas y explotadas en los campos de trabajo de las que no sabemos nada. Fue una de las partes de la novela que más me ha gustado trabajar ya que tuve que investigar más y conocer aspectos terribles de lo que allí ocurrió. Cuando me encontré con que había una carretera, que se llama ‘la carretera de los huesos’, en Kolima, que gran parte de sus dos mil kilómetros está hecha con restos humanos me quedé aterrorizada. Hubo en momento en el que se acabó el hormigón y…, como morían cientos de miles de personas en su construcción, decidieron utilizar los cadáveres como un elemento más de la mezcla para realizar la carretera. Es una locura, una barbaridad y…, la gente sigue circulando por esa carretera y muchos ni saben que allí ocurrió. Fue un periodo terrible.
E.P.: Eso significa que además de la historia de Lina nos encontramos con una novela que pone el dedo sobre el horror.
R.M.: (sonríe) Bueno, Stalin no fue el único en cometer atrocidades y también quería mostrar el panorama que rodeaba a Lina en aquel momento.
E.P.: No solo hablas de los pasajes de esplendor Lina cuando vivió la Belle Époque y los dorados años ’20 si no también el cambio que sufrió al vivir en un gulag.
R.M.: Sí. Imagínate pasar de París a Lubianka (en aquel momento edificio sede de la Policía Secreta) con esos interrogatorios interminables durante nueve meses, con torturas, humillaciones…
E.P.: Es sorprendente que cuando el matrimonio se rompe ella pase a ser una persona vulnerable y sometida a todo tipo de vejaciones y sin embargo él sigue conservando su prestigio y su reputación. Incluso en aquel momento Disney convierte en dibujos animados su composición ‘Pedro y el lobo’.
R.M.: Sí pero… Vamos a ver. Cuando llegan a Rusia la cosa cambia. Fíjate que lo de Walt Disney que me comentas fue lo último. Estando en Rusia, Stanlin los dejó salir pero con la condición de que sus hijos no salgan del país, es decir, los niños se quedan. Stalin y el partido sabían que si la familia viajaba ya no iban a volver. El propio Disney le dice a Lina, sabiendo que ella tenía influencia sobre Prokófiev, que convenciera a su marido para quedarse en Hollywood, por eso el personaje de Lina es tan atractivo porque tenía influencia sobre el genio, no era solo una chica guapa, seductora, que salía en las revistas y que fascinaba a los periodistas, era una mujer de talento y que sabía manejar los hilos de su vida y los de su familia. Disney no tenía ni idea de lo que ocurría en Rusia, Lina intentó convencer a su marido pero… teniendo los hijos en Rusia ellos no podían saber que destino les esperaba y temían perderlos.
E.P.: Hay otro período lindo en la vida de Lina que es cuando sale del gulag y se instala en Londres tras años de vida en un campo de concentración y comienza una vejez larga y tranquila. Tuvo la suerte de vivir noventa y pico de años.
R.M.: Murió con 91 años, camino de cumplir los 92 y…, el último período (dice entre risas), no está en la novela, el último período tiene otra novela (ríe). Ella fue condenada a 20 años de trabajos forzados y Stalin muere en 1953 y…, fíjate lo que es la casualidad, ella creía mucho en el destino, que Prokófiev muere el mismo día que Stalin, solo cincuenta minutos después que el dictador. Ella cuando se enteró dijo “ni siquiera tuve el detalle de decir por fin ha muerto este tirano que nos ha destrozado la vida, que ha destrozado mi composición y mi carrera y que dejó mi país en la ruina”. Ella sale en 1956 del gulag y regresó con sus hijos y sus nueras y sus nietos pero…, no la dejaron salir de Rusia hasta 14 años más tarde. Y debido a la presión internacional tuvieron que dejarla salir. Imagínate que en Paris pusieron una placa en la casa donde habían residido, especialmente en recuerdo a su marido, y la invitaban a ella para la inauguración pero los rusos no la dejaban asistir.
E.P.: Creo recordar que Charles de Gaulle pidió al gobierno ruso que dejaran que Lina se instalara en París ya que él la había conocido en una recepción.
R.M.: Sí, sí, es verdad. Lina, antes de ser detenida, coincidió en una recepción en la embajada francesa con De Gaulle cuando ya estaba separada de Prokófiev y… De Gaulle no sabía que Prokrófiev tenía una aventura con otra mujer y le dijo a Lina que volvieran y le recordó lo que habían hecho los republicanos españoles por la liberación de Francia y…, bueno, ni hubo posibilidad de volver a Paris, ni hubo posibilidad de nada.
E.P.: Pero luego sí se instaló en Paris.
R.M.: Sí, ella vivió entre París y Londres. Uno de sus hijos vivía en Londres y ella finalmente se fue a Londres aunque…, a Lina siempre le gustó París. Fue una gran amiga de Coco Chanel y se veían muy a menudo. Parece que a Coco Chanel cuando una mujer le caía bien o tenía una gran amistad le regalaba un abrigo y a los pocos días de conocer a Lina le regalo un abrigo confeccionado por ella. Como curiosidad, la primera muñeca que probó las emblemáticas gotas del famoso perfume Chanel nº 5 fue la de Lina. Chanel confiaba mucho en el buen gusto que tenía Lina.
E.P: Pero Lina Codina tuvo muchas amistades, vivió en los Estados Unidos, conoció a políticos y diplomáticos muy influyentes y…
R.M.: Bueno, ese fue su gran problema.
E.P.: Pues…, una persona con tan buenas relaciones y contactos tan vinculados a la política y la alta política alguna mácula tendría. No creo que sea todo ‘beautiful people’ e intelectualidad.
R.M.: ¿Te refieres a si fue espía o conocía secretos?
E.P.: No digo que fuera espía pero pudo favorecer a algunas personas o mediar en favor de alguien o influir para que algo la beneficiara o apoyar a alguien conocido…
R.M.: Eso fue uno de sus graves problemas frente al stalinismo. En el libro aparece uno de los interrogatorios y en su juicio el juez le dice, “usted estuvo reunida con el embajador americano, otro día visitó a la mujer del cónsul francés y le entregó una carta, una semana después visitó a un músico ruso…”. Y ella decía que no, que no era verdad, que aquella carta era solo una invitación, que la reunión era para un concierto, que…, en fin, no le creían. Yo creo que no, que no era espía. Ella no estaba en ese nivel. No creo que Lina jugara a espía. A Prokófiev nunca le interesó la política, él decía que era músico y se acostaba a las ocho. Lo que pasa es que ella tenía esos contactos y estaba mal visto.
E.P.: No sería espía pero…, pudo influir en favor de personas. Era una mujer que sabía moverse y tocar las teclas necesarias.
R.M.: ¿Por qué tenía que ser espía o favorecer a otras personas?
E.P.: A un tipo como Stalin, y su maquinaria del servicio secreto, le saltarían las alarmas.
R.M.: Pero para Stalin ella era muy occidental. Tampoco necesitaba ninguna excusa para acusarla de espía pero… Stalin quería que Prokófiev compusiera para él, para el partido y para el pueblo ruso y no para los oídos occidentales y Lina le decía a su marido que él era un gran músico y que su genio debía entregarlo a todo el mundo.
E.P.: Hay que reconocer que el título del libro es el más acertado: ‘Una pasión rusa’.
R.M.: (ríe) Sí, sí, es un pueblo que es puro fuego y nieve y en la novela se ve todo este contraste. Era algo que quería que estuviera presente.
E.P.: Reyes, muchísimas gracias por atendernos y nos alegra que hayas buceado en la vida de Lina Codina que merece una y más novelas.
R.M.: Gracias vosotros y espero que los lectores la disfruten.