El festival Russafa Escènica afronta el riesgo al que se enfrenta en esta edición, la cuarta ya, que deriva del crecimiento exponencial que ha tenido en estos cuatro últimos años. Treinta estrenos absolutos, 612 representaciones y más de 20.000 pases disponibles son la carta de presentación del festival, que este año lleva por título ‘Lo prohibido’ y que se desarrollará del 19 al 28 de septiembre en el barrio valenciano de Ruzafa.
El Centro Municipal de Juventud de Russafa ha acogido esta mañana la presentación del evento, donde el equipo ha revelado los detalles de la programación, las reivindicaciones del festival y los pormenores de su financiación.
Hace unos meses, durante el proceso de selección de los montajes participantes, Russafa Escènica recibió más de cien propuestas de compañías y más de sesenta peticiones de espacios que querían colaborar con el festival. Los que finalmente han pasado a formar parte del mismo se han repartido, como viene siendo habitual en la historia del festival, en ‘Viveros’, espectáculos de corta duración y aforo que juegan con la investigación y la experimentación escénica; ‘Bosques’, propuestas cerradas de mayor duración y el ‘Invernadero’ el taller de arte dramático para estudiantes de interpretación de escuelas valencianas y producción propia del festival que se representará en la Sala Ruzafa.
Jerónimo Cornelles, director artístico del festival, asegura que “no nos asusta lo que ocurra, lo que genera Russafa Escènica es inmenso”. Y no solo habla del color que adopta Ruzafa durante sus diez días de duración sino también de “la economía que movemos en el barrio”. Aunque los organizadores han destacado en muchas ocasiones que “Russafa Escènica no es un festival de barrio ni se dirige únicamente al barrio”, lo cierto es que la implicación de éste es cada vez mayor. Tal y como explica Ximo Rojo, director de producción “Hemos recibido propuestas para participar en Russafa Escènica de Italia, de Francia y de varios puntos de América Latina. El problema es que nuestros recursos no son los suficientes para sufragar desplazamientos, alojamiento…”.
Lo que hace especial a Russafa Escènica es su formato innovador, con representaciones en pequeños espacios privados como peluquerías, discotecas, viviendas y, en esta edición también casales falleros; el diálogo que se establece entre las artes escénicas y las plásticas y sus valores, basados en calidad humana, ilusión y una reivindicación perenne: dignificar económicamente el trabajo de los actores, actrices y artistas en general. “Igual que no dudamos en pagar al técnico que viene a hacernos una reparación, una persona que canta, baila o actúa merece lo mismo” señala el director. Cornelles reconoce que los apoyos por parte de la Administración van llegando muy poco a poco y que, la falta de medios económicos “se suple con transparencia y honestidad”.
CulturArts repite como patrocinador este año y ha acordado con el festival la celebración de un ciclo que llevará los seis ‘Bosques’ de Russafa Escènica al teatro Rialto. Sin embargo, la organización coincide en que, en general, “aunque hay en política personas concretas con sensibilidad artística, no hay políticas culturales con esa sensibilidad”.
Pese a todo, Russafa Escènica ha demostrado edición tras edición el interés que generan las artes escénicas en la ciudad de Valencia y cuenta en esta ocasión con un nutrido número de voluntarios que quieren vivir desde dentro el festival. En este sentido, según apunta Cornelles “Russafa Escènica es una bofetada de realidad“.
Por su parte, las actividades paralelas que envuelven esta edición hablarán sobre la cultura prohibida y sobre “el cambio urbanístico, social y cultural que ha sufrido el barrio de Ruzafa”, según ha apuntado su coordinadora, Ana Sanahuja. Así, conciertos de música callejera, graffiti, representaciones en balcones, conferencias, visitas guiadas y jornadas formativas completan la programación de récord de Russafa Escènica 2014.
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