El Péndulo | Redacción.- El Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana presenta en la Sala La Gallera de Valencia el último trabajo de la artista argentina afincada en Madrid, Laura Lío. La exposición ‘Señales y Símbolos’ estará abierta al público del 25 de marzo al 17 de mayo.
La artista Laura Lío (Buenos Aires, 1967), que reside en Madrid desde 1990, ha venido desarrollando una ya larga trayectoria en materia de escultura, asociada al dibujo, al grabado, a los libros de artista e incluso al sonido y la poesía y ahora también a la fotografía.
La exposición ‘Señales y Símbolos’ ha sido creada expresamente para la Sala la Gallera dentro de los proyectos seleccionados en la convocatoria pública de comisariados del Consorcio de Museos.
Se trata de la primera exposición de la artista multidisciplinar, Laura Lío, en Valencia e inaugura con ella una nueva perspectiva de su trabajo incorporando la fotografía a sus ya conocidas instalaciones escultóricas.
El trabajo que presenta en La Gallera, constituye reflexión visual y escultórica sobre el poder y sus consecuencias. El espectador se encuentra en la planta baja ante un enorme trono que le da la espalda, ubicado en un espacio frontalmente cerrado. El trono, símbolo de un lugar abstracto en donde se hubiera podido sentar toda clase de dominadores, aparece vacío, según el comisario de la muestra, Vicente Jarque “como recordando tal vez eso que se ha dado en llamar “el peso de la púrpura”. Jaque explica que “el contexto es tan misterioso como explícitamente teatral. Se trata del territorio de la imponente representación del poder o, mejor, del poder como representación ficticia”.
En abierto contraste con ello, con esa especie de fantasmagoría tan presuntamente bien asentada sobre el suelo firme, de las alturas cuelgan sin orden aparente decenas de zapatos viejos, desgastados, como metáforas o metonimias del cuerpo humano. Estos zapatos, como las piezas que, un tanto a manera de exvotos, se ofrecen en la primera planta, son fragmentos perdidos que la artista ha recuperado en la medida en que los ha “intervenido”, manipulado, cargado de cemento, transformado, insertando huesos a título de restos precarios de la existencia y, por ende, de la impotencia. Las baldas quemadas, o las fotografías que componen la serie La vida en llamas, nos hablan del estado crítico del individuo en la sociedad actual, así como de un fuego purificador o, cuando menos, reparador.
“Quizá como aquellos fuegos en los que pensaba Julio Cortázar en su relato Todos los fuegos el fuego” explica Vicente Jarque.