Carles-Andreu Fernández Piñero.
Economista.
Es curioso cómo la comida basura está tan relacionada con el mundo económico de Estados Unidos, quizás porque muchos economistas de este país no tengan tiempo para ir a restaurantes caros y prefieran zamparse deprisa y corriendo una hamburguesa con extra de colesterol. Ya hablé en otro artículo del índice Big Mac, un indicador de precios internacional basado en esta conocida especialidad de McDonald’s, y ahora me encuentro cómo esta multinacional se convierte en modelo del trabajo precario (incluso se le llama “mcjob” a éste, que se puede traducir como “trabajo basura”) en un texto donde se defiende que no suba el salario mínimo interprofesional en Estados Unidos.
En efecto, según publica Eleconomista.es, el señor Edward H. Rensi, ex presidente ejecutivo de McDonald’s, dice que saldría más barato comprar un brazo robótico de 35.000 dólares para embolsar patatas frutas que pagar 15 dólares la hora a un trabajador. Estas declaraciones vienen a cuento de la propuesta de Obama para subir el salario mínimo actual de 7,5 dólares la hora a 10, cantidad que en algunos estados ha subido a 15 dólares. En este país se ha abierto un debate sobre la conveniencia o no de hacerlo, porque algunas cabezas pensantes creen que subir esa cantidad provocará inflación y que mucha gente (los que tienen trabajos muy mal pagados) se queden en la calle. Naturalmente, estas reticencias vienen por las pocas ganas que tienen los empresarios de pagar sueldos más dignos a sus empleados, y de un pensamiento neoliberal según el cual les toca las narices que el gobierno se meta en el mercado laboral diciendo que no puede pagar menos de cierta cantidad. Si bien es cierto que la medida puede provocar lo que se llama inflación de costes si se acepta subir el salario base (es decir, una subida de precios porque suben los costes de producción, en este caso laborales) o desempleo si se prefiere no contratar a nadie en esas condiciones económicas, lo cierto es que las empresas no pueden estar sin trabajadores y, aunque contraten menos, no podrían prescindir totalmente de ellos. Incluso trabajarían mejor al ver más dinerito en el bolsillo a final de mes, porque estarían más motivados que cobrando miseria y compañía. Además, se ganaría justicia social al cobrarse salarios más dignos, aunque esto no importe mucho a la mayoría de empresarios.
Como alternativa a subir el salario mínimo han propuesto un complementario, que no es hacer la primitiva y acertar hasta el complementario, sino un complemento salarial para trabajadores que pagaría el gobierno. Sería básicamente una cantidad que se abonaría a las personas que cobraran menos en su trabajo, de manera que tuvieran unos ingresos totales que se considerasen dignos. Por tanto, esta ayuda disminuiría según fuera mayor el salario, hasta que desaparece cuando sus ingresos laborales se consideran “suficientes” para sus condiciones familiares. Una medida así. que se llama EITC (Earned Income Tax Credit) en Estados Unidos y Reino Unido, es la que ha propuesto Ciudadanos para España para luchar contra la pobreza.
Desde luego que el complemento salarial público no afecta tanto al mercado laboral ni le cuesta dinero a las empresas, por lo que éstas lo prefieren antes subir el salario mínimo. Ahora bien, tampoco es la maravilla del siglo porque si en un matrimonio sólo trabaja uno y cobran el EITC, el que está parado puede preferir quedarse viendo la tele antes que buscar empleo (total, ya cobra como quien dice). Y para el que trabaja puede ser un incentivo a hacer menos horas, lo que es un chollo porque descansa más y gana más (sube el dinero que le da el gobierno). También se sabe, por la experiencia en los países que se ha aplicado, que se dan muchos casos de fraude, y seguro que siendo como somos de pícaros en España aún se darían más en nuestro país. Además está el inconveniente de que cuesta dinero al sector público, algo que aquí puede ser problemático si hay que ir con ojito con el déficit público por si la Merkel se cabrea.
En definitiva, ¿qué es mejor? Como todo en el mundo económico, cada alternativa tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero como en picardía los españoles seguimos en la Edad Media junto a la mentalidad del arzobispo Cañizares, mejor sigamos tocando el salario mínimo. En Estados Unidos, que hagan lo que les dé la gana.