Las modificaciones en las líneas de transporte público deben realizarlas cuando no cumplen totalmente con los objetivos para los que fueron creadas. Los cambios deben efectuarlos para mejorar nunca para empeorar como ha ocurrido con la línea 95 de la EMT, una de las cuatro municipalmente consideradas de interés turístico, que deja más lejos que antes a quienes quieren visitar el Biopark después de haber estado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Museo Fallero, el de San Pío V u otros lugares de interés turístico.
Han suprimido el contorneo por las calles Hernández Lázaro y Vall de la Ballestera y la avenida Maestro Rodrigo para ganar varios minutos, que es una cantidad de tiempo insignificante en un trayecto de más de diez kilómetros entre el puerto y el Hospital General. Ganancia pírrica que se traduce en medio kilómetro andando entre la parada actual en la avenida Manuel de Falla y el Biopark en lugar de los escasos 200 metros desde Vall de la Ballestera. En cuanto al transbordo con las líneas 29, 67 y 99 para reducir un poco la distancia, principalmente cuando aprieta el sol, aporta inconvenientes y pocas ventajas.
Acciones como la antedicha contradicen la publicidad municipal dirigida a los visitantes sobre la utilización de los autobuses urbanos para desplazarse, con comodidad y seguridad, hacia lugares de interés y emblemáticos de Valencia. No está en línea del “Guanyem en rapidesa i eficàcia” de Giuseppe Grezzi, Concejal de Movilidad y Presidente de la EMT.
En lugar de lo realizado la EMT debería haber acercado un centenar de metros hacia Maestro Rodrigo la anterior parada del 95 en Vall de la Ballestera.
Un letrero junto a la nueva parada en la avenida Manuel de Falla, catalogada como provisional, como esperando que dicen, indica la dirección a seguir hacia el Biopark pero no la distancia.