Filóloga.
A finales del pasado año, un fenómeno como tantos otros asomaba la cabeza en YouTube. Hace ya unos años que el fenómeno del trap viene implantándose entre la escena underground del rap. El aval del hip hop se especializa y habla del barrio, de marginalidad y de drogas. El trap en concreto es un término que viene del inglés y hace referencia a las zonas de compraventa de drogas en los barrios del sur de los EEUU en los 90, antesala de las famosas “toperas” que nos muestran series como The Wire.
Pero no vengo a hacer una nomenclatura masculina. Vengo a hablaros de Trap en femenino más heterogéneo y original a mi parecer. Las integrantes de la escena del trap, las rachetas son herederas de Arianna Puello, la Mala Rodríguez, y se miran en el espejo de Iggy Azalea, Azealia Banks, incluso Rihanna, ‘ídola’ indiscutible y referente supremo de estas artistas emergentes.
Este trap hecho por mujeres se mezcla con el reggaetón, el dancehall y el R&B. Buceando por casualidad por instagram llegué a Vein Magazine, una revista digital femenina y me topé con un microrreportaje que bien vale su peso en oro en el que se mencionaba a Ms Nina, Zowi y Badgyal. Buceo entre los principales portales de música urbana como Fleekmag y la sección de trap de Last FM. Apenas veo referencias a alguna chica. Tímidamente, en la tercera página encuentro a Ms Nina y a Zowi, que llevan más tiempo en la escena. Pero ni rastro de las demás, casi todas chicas jóvenes, de entre 16 y 25 años que hablan de la convivencia con la droga, de sus sentimientos, de su vida en el barrio y piensan que el hip hop en España se aleja de las calles, como no debería, y con los años pierde frescura e inmediatez. Mezclan bases cutres, autotune y le echan mucho morro a lo que saben que es un terreno que siempre ha estado copado por hombres, pero ante la precariedad son conscientes de que se han de buscar la vida, ya sea para comer, ya sea para crecer en la música y vivir de lo que les gusta: expresarse.
La obsesión por el dinero es un lugar común en esta música y también la fijación por las marcas y el consumismo. En tiempos de crisis, en una sociedad capitalista, la idea del lujo en el trap pasa por llevar adidas, fumar puros, llevar coches caros. No se declaran feministas pero han venido a este terreno a empoderarse, a secas. Estas chicas llevan apareciendo en Vice Spain, Playground Mag y similares desde Mayo de 2016 y no quieren que nadie les tosa encima ni las oprima. Estas crews son un fenómeno forjado en las redes, YouTube e Instagram sobre todo, y encumbrado a base de haters, stalkers y visitas.
Si reparamos en dos de estas cantantes, podemos ver que sus orígenes callejeros están más o menos explotados visualmente mediante su estética noventera o sus canciones, pero su ambiente en Cataluña y Baleares es parecido. Badgyal trabaja en un horno aparte de cantar. Por su parte, Chanel dio su primer concierto con 15 años en Mallorca, estando en busca y captura, y efectivamente la detuvieron. Ambas toparon con gente joven con quienes pudieron empezar a remezclar sus canciones: Chanel topó con Dos Anjos y Badgyal con Fake Guido y la gente de P.A.W.N. GANG. Así fue como empezaron a mezclar sus voces con diferentes bases y como consiguieron a golpe de visitas en YouTube que su nombre saliese a la luz. Chanel con Manita de Fátima o La corona es mía con un creciente número de visitas ha conseguido no sólo bolos en España, también en Colombia ya.
El caso de Badgyal es distinto, ya que ella hace unos seis meses que empezó a subir vídeos, apenas tiene como unas 6 canciones, pero su manera de entender la música trasciende el trap y se mueve hacia el dancehall y el R&B. Trabaja porque dice que de la música no puede vivir y ha de pagarse los estudios de diseño. Saltó a la fama con una versión de Rihanna titulada “Pai”. Badgyal canta en catalán con una jerga que quiere asimilarse fonéticamente a la de los niggas sobre noches de fiesta en las que se va a bailar dancehall como modo de liberación de la semana. Es también el lugar de encuentro con otra gente del rollo, de sus objetivos con respecto a la música y ella se proclama la reina del lugar: “al barri ja tots saben quin pussy és el que mana” . Canta que se ve preciosa y se siente orgullosa de no necesitar a ningún tío para sentirse orgullosa de sí misma. También declina invitaciones y sanciona a los babosos: “amb mi no et passis ni una mica”. Su manera de entender el rol femenino es ser una “shawty indapanden” como ella dice en una de sus canciones. Tiene 19 años y las cosas muy claras, ella va a lo suyo y lo que está haciendo es serio. Una parte de mí querría haber tenido la mitad de esa determinación a su edad. Estas chicas tienen objetivos que pasan por que no las pisen y esto empieza por la escena musical y acaba en la vida.