El Péndulo | Ana Galarza.- Gaspar Genovés Pitarch es profesor de saxofón en el Conservatorio Municipal de Música José Iturbi. Valenciano, conocedor de la suerte de vivir en una tierra donde la música se siente en cada pueblo. Es también director de la banda de Chilches y compositor de obras como “La mascletà”, interpretada recientemente en el Ateneo Mercantil de Valencia con motivo de la primera mascletà de este 2015.
El Péndulo: ¿Por qué elegiste como instrumento el saxofón?
Gaspar Genovés: Porque vengo de familia de músico. No sólo de padres sino de abuelos incluso de bisabuelos y, en este caso, mi padre era saxofonista entonces escoges el instrumento que has visto en casa.
E.P: Desde los sectores artísticos piden que la música sea incluida en las facultades de Bellas Artes ¿qué crees que lo impide?
G.G: Para que los músicos entremos en la universidad, debemos de ser doctores. Yo por ejemplo también soy doctor. Hay unos músicos profesionales doctores que son los que realmente deberían de estar en conservatorios superiores para después poder entrar en esas universidades. ¿Cuál es el problema? Que pocos profesores de conservatorios superiores son doctores, ósea, funciona por otra rama. Entonces, cuando tu quieres intentar introducirte en la universidad, ves un poco el panorama que no está bien reglado entonces ves el montón de historia que hay ahí y dices ¿cómo va a entrar esta gente en la universidad? Yo creo que los tiros van por ahí. Lo que se debería de hacer es reglarlo como Dios manda con las reglas de las universidades, tener profesores doctores y a partir de ahí empezar.
Siempre hemos ido un poco separados de las universidades pero nosotros tenemos carrera igual. Llegó un punto en el que nosotros éramos licenciados igual que un médico o igual que un arquitecto. Sin embargo ahora somos diplomados, licenciados… ahí hay una historia que no puedo entender. Esto es un problema que todos tenemos que solucionar. Funcionamos por inercia. Deberíamos sentarnos todos y hacer una universidad de música pero eso también valdría mucho dinero. De la forma que estamos vamos funcionando y así lo dejan.
E.P: El Conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, y la Consellera de Cultura, María José Català, han visitado recientemente la sede en Valencia de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana. Los consellers aprovecharon la ocasión para prometer un cheque de 6,2 millones de euros para sufragar las deudas pendientes de 2013 y 2014 con 546 sociedades. ¿Crees que es una medida electoralista?
G.G: Las fechas que estamos pues suena un poquito a eso.
E.P: Si gana el PP, una vez pasadas las elecciones, ¿crees que la situación volverá a ser la anterior y las sociedad musicales volverán a estar solas?
G.G: No lo sé. Yo con mi edad lo que veo es que esto es un ciclo y este ciclo siempre se cumple. No se trata ni de PP ni de PSOE. Cuando vienen elecciones se acuerdan de que hay unas instituciones, unas agrupaciones… entonces prometen solventar todas las deudas. Una vez pasadas esas elecciones estamos otra vez igual. Es decir, dentro de cuatro años estaremos en las mismas. El funcionamiento siempre es el mismo y yo creo que las personas tienen que ser un poquito más serias. Si tu tienes una partida para la música pues págalo cuando lo tengas que pagar y ya está. ¿Por qué? Pues porque de ese dinero dependen muchas personas y depende mucho el funcionamiento de todas estas agrupaciones. Mientras tanto, funcionamos por inercia. Estamos hablando de un arte, que es la música, y en la música hay mucha gente que no trabaja por dinero.
E.P: Y durante el tiempo que no han recibido las subvenciones ¿cómo se han financiado estas agrupaciones?
G.G: Pues como se puede. Este tipo de agrupaciones amateurs pues muchas veces se financian ya no vía Generalitat sino vía ayuntamientos. Estamos hablando de una población que hace una serie de actos anuales entonces el ayuntamiento paga esos actos. También se hacen loterías o rifas. Las bandas intentan hacer conciertos y por esos conciertos se les paga y así financian la escuela de música. Como se puede. Sólo que claro, la época en la que estamos pues es complicado.
E.P: ¿Por qué es importante que existan certámenes de música y qué papel desempeñan los medios de comunicación?
G.G: Tienen mucha importancia porque es como un aliciente para esos músicos amateurs que pueden ir a un competir a un certamen y así subir el nivel de la banda. Es una forma de ilusionar a los músicos. El problema es después el premio. Son sitios donde se premia, se supone, a la mejor.
En muchos certámenes se premia al mejor y no pasa nada. El problema siempre viene cuando no se premia a la mejor. El que ha sido mejor se supone que ha trabajado más, se ha esforzado más, se ha ilusionado más… y claro cuando no le dan el premio pues todo eso se te viene abajo. El siguiente problema es ¿quién juzga cuál es la mejor? Están muy bien los certámenes pero hay veces que tenían que ser más ecuánimes.
E.P: El problema estaría en el jurado, en quién es el jurado.
G.G: Sí, lo que pasa que es muy difícil, a no ser que tengas pruebas absolutas, es muy difícil que tu puedas decir pues es que este jurado tienen cierta relación con esa banda en concreto. Además, lo que yo puedo apreciar a lo mejor otra persona no lo aprecia. Es muy complicado el juzgar a una banda y juzgar la música. Tu tienes tres, cuatro o cinco puntos que tu crees que son indispensables para esa ejecución y a lo mejor para otra persona no son tan imprescindibles. Ahí es donde viene el que yo pueda poner una puntuación y otro señor pueda poner otra muy diferente. Se trataría de tener jurados más equilibrados. Que todos los miembros del jurado coincidan en lo que es fundamental y, a partir de ahí, hablamos.
E.P: ¿Qué papel juegan los medios de comunicación a la hora de darles visibilidad?
G.G: Mucha. Yo, por ejemplo, hace poco hicimos un concierto en el Ateneo Mercantil con la banda de Chilches. Ese concierto estaba pensado como un concierto de Fallas porque era el día 1 de marzo. El 1 de marzo en el Ateneo Mercantil estás en la Plaza del Ayuntamiento, es el primer día que empiezan las mascletàs oficiales… En este caso, yo programé una obra mía que se llama “La mascletà”. Es una mascletà transcrita que se disparó en la Plaza del Ayuntamiento en el año 2009.
Como mínimo es curioso. A mí me lo cuentan y como mínimo tengo curiosidad. Yo mandé información a medios de comunicación, algunos de ellos de aquí de Valencia que se lo toman como si fuesen los defensores de toda nuestra cultura y de todo lo valenciano. Además, en la banda tenemos una secretaria que es realmente la que se ocupa de estas historias. Ella también lo envió. Lo hemos enviado por duplicado. Aquel día no aparecieron ni por curiosidad. ¿El problema hoy en día cuál es? Si no sales en los medios, no existes. Un concierto así lo vivió la gente que estaba allí. Los medios deberían darle publicidad para que la gente que viva lejos lo pueda conocer, pues ni así. Por eso digo, los medios son muy importantes para todos estos concursos, conciertos, etc. Pero también tenemos que vender siempre calidad, en la música también. Tiene que haber algo detrás que te indique que aquello tiene una calidad para que nazca el interés.
E.P: ¿Cómo definirías tu ese algo? ¿Cuáles son para ti los criterios de calidad?
G.G: Primero, tener un buen director. ¿Qué es un buen director? Una persona que tiene formación para ese trabajo y que trabaja la banda. Segundo, tener una buena junta directiva. Entrar en la página web y ver que hay actividad, que hay interés. Ya sé que es muy difícil decir que algo tiene calidad pero hay factores que a ti te dan la pista de que, a priori, aquello debe de funcionar. Y, por último, yo creo que al final nosotros hacemos música para el oyente, para el espectador. Si el espectador está en un concierto y se aburre, pues aquello no es bueno. Si el espectador está en un concierto y no se aburre, pues aquello es bueno. Tan sencillo como eso. Puede ser que esa banda en ese concierto tenga mucha calidad y que sea una obra muy contemporánea o muy significativa pero no esté programa en el sitio adecuado. Siempre puede haber un culpable.
E.P: La Ley de Señas de Identidad reconoce el valor de las bandas pero ¿considera que este reconocimiento llega tarde?
G.G: Nunca es tarde. Es más, a mi parecer, en la Comunidad Valenciana lo único que podíamos y podemos exportar es música. Lo que pasa aquí no pasa en ningún sitio del mundo. En todas las poblaciones hay una banda pero incluso hay algunas poblaciones en las que hay dos bandas. Eso no pasa en ningún sitio. Horchata. Yo he estado en Madrid, por ejemplo, y yo allí me he tomado una buena horchata. Naranjas. Lo mismo. Sin embargo, lo que pasa con la música no pasa en ningún lugar del mundo. Se debería de exportar y no se exporta. Como es tan cotidiano pues no nos damos cuenta de la importancia que tiene. Por eso digo, nunca es tarde.
E.P: Has hablado de “La mascletà” que es una obra tuya. ¿Siempre buscas inspiración en cosas relacionadas con la Comunidad Valenciana?
G.G: No, en algunos casos sí y en otros no. La ventaja de no vivir de la composición es que puedes sentarte a escribir cuando tu quieres, cuando te apetece o cuando lo necesitas. En el momento que se convierte en un trabajo rutinario, cuando te encargan una obra, ya sólo el encargo de la obra ya te limita la composición porque te la encargan con un minutaje, para una agrupación muy concreta o para algo muy concreto. El escribir música cuando a ti te apetece, porque a ti te apetece y porque nadie te lo pide es un lujo.
E.P: Y cuando te encargan alguna obra, ¿dónde buscas la inspiración para cumplir los plazos de los que hablabas antes?
G.G: Pues depende de la obra que te encarguen. Hay veces que estás muy limitado porque es para algo muy concreto. Por ejemplo, si es para una población X pues te vas un poco a la historia de esa población a ver si hay alguna melodía típica de esa población que puedas hacerla ver en esa composición. Un poco informarse, documentarse de la historia e intentar que aquello tenga algo que ver. Lo más bonito es que no te pongan condiciones pero claro lo más lógico es que en un encargo te pongan un minutaje, unos topes, etc. Hay veces que se complica porque tienes el papel en blanco delante y te ves muy limitado y ¿dónde buscas? De todas formas, los compositores siempre tenemos en la recámara ideas o apuntes por si surge alguna cosa y hay veces que te cuadran y lo incluyes.
E.P: ¿Crees que se puede vivir de la creación de obras?
G.G: (Ríe) Yo creo que es muy difícil, es muy complicado hoy en día. Una, somos mucha gente. Dos, hay poca gente conocida creando obras y siempre son los mismos. Con lo cual siempre hablamos de lo mismo. Unos cuantos se reparten el pastel. Las autoridades tenían que ser un poco más hábiles. Hacer algún concurso para que las obras no siempre se encarguen a la misma gente y dar opciones a todos. Los encargos hoy en día son complicados. Muchas veces es más económico comprar una obra si ya está hecha y sé que aquello funciona que encargarla.
Yo compongo para distraerme y gracias a Dios me han editado algunas obras. La edición de obras quien tiene el negocio es el editor. El autor tiene un tanto por cien pero no te da para comer. Bueno, cuando viene la declaración de Hacienda, según dicen, tenemos que ser autónomos. Autónomos porque tenemos unas rentas que no son rentas de trabajo sino que son aparte. Con lo cual, tienes que darte de alta como empresa para poder declarar esos derechos de autor. A lo mejor te estoy hablando que yo estoy ganando quince o veinte euros y me tengo que dar de alta como autónomo, pagando un seguro, porque estoy haciendo una serie de creaciones en lugar de irme a pasear con mi mujer y con mis hijas. Llegamos a unos puntos tan absurdos… Está un poco lleno de trabas.
E.P: Y cuando te encuentras con esta situación al hacer la declaración, ¿cómo lo solucionais?
G.G: Al final los funcionarios de Hacienda siempre tienen una vía de escape. No se trata de no declararlo sino que se declara por otra vía. Llegará un día que no se podrá declarar por esa vía y entonces no sé lo que vamos a hacer. Yo, por ejemplo, donaré mis ingresos. Es el colmo, trabajar por trabajar y que te pongan estas trabas.