José Pichel Andrés/DICYTLas sustancias químicas presentes en los seres vivos, como plantas y animales, son una de las principales fuentes de fármacos, además de otros productos de diversos campos, desde la alimentación a la cosmética. En la Facultad de Farmacia de la Universidad de Salamanca, la investigadora Marina Gordaliza se ha dedicado durante años al estudio de estos compuestos naturales en colaboración con empresas y en la actualidad se centra en el análisis detallado de datos relacionados con este campo, que indican su creciente relevancia.
Cerca de la mitad de los fármacos disponibles hoy en día están relacionados con los compuestos naturales y en el caso de del cáncer la cifra supera el 60%. A pesar de todo, “durante algún tiempo la industria farmacéutica les dio la espalda”, señala la investigadora en declaraciones a DiCYT, probablemente, porque fabricar productos de síntesis presentaba más ventajas.
Tener acceso a las moléculas naturales, que en muchos casos pueden estar incluso en el fondo del mar, aislarlas o tratar de producirlas en grandes cantidades puede ser una ardua tarea. Sin embargo, en los últimos años “se están optimizando los tiempos y los costes”. Tal vez por eso, llevan décadas ganando terreno en el mundo de la farmacología.
Un estudio, realizado por Newman y Cragg, que analizó el origen de 1.330 nuevas entidades químicas de moléculas pequeñas aprobadas como fármacos entre 1981 y 2010 reveló que el 64% tenía alguna relación con los compuestos naturales. Si se incluyen vacunas y biotecnológicos, el porcentaje sube al 71%, y de los 175 nuevos fármacos anticáncer aprobados en este periodo, 131 son compuestos naturales o tienen relación con ellos, es decir, un 75%.
Por eso, no es de extrañar que muchos de los fármacos más prescritos tengan un origen natural. Por ejemplo, la atorvastatina, que se utiliza para combatir altos niveles de colesterol, está relacionada con compuestos naturales como la lovastatina. La morfina procede de la planta del opio y tiene muchos derivados que se emplean como analgésicos, e incluso la popular aspirina deriva del ácido salicílico, compuesto procedente del sauce.
En estos y otros muchos casos, los investigadores parten del compuesto natural y tratan de manipularlo para potenciar su actividad farmacológica y eliminar posibles efectos adversos. Es lo que se conoce como “farmacomodulación”.
A través del análisis profundo de este tipo de datos, Marina Gordaliza estudia “las pautas y estrategias que se han seguido a lo largo del tiempo para la introducción de estos compuestos en el ámbito terapéutico”, aunque a menudo las conclusiones también se pueden extender a otros productos bioactivos, como los pesticidas en el caso de la agricultura. A partir de las conclusiones del análisis, se pueden hacer propuestas interesantes para los expertos.
El potencial del mar
Uno de los campos de mayor actualidad e interés por su gran potencial es el de las sustancias naturales procedentes del mar. “Los océanos representan alrededor del 70% de la superficie de la Tierra y el ecosistema marino, alrededor del 95% de la biosfera, pero además hay un dato importante: el 60% de los compuestos marinos estudiados exhiben actividad biológica significativa”, señala la investigadora.
La vida a grandes profundidades exige soportar altas presiones hidrostáticas, temperaturas variables y bajos niveles de oxígeno y luz, de manera que sus habitantes “adaptan toda la maquinaria bioquímica para enfrentarse a condiciones extremas, generando potentes sustancias”. En estas condiciones, las especies marinas desarrollan lo que técnicamente se conoce como “estructuras privilegiadas” para afrontar las circunstancias adversas.
Tan sólo hace una década que se aprobó el primer fármaco de origen marino, la ziconotida, indicado para el tratamiento del dolor crónico. El siguiente fue la trabectedina, el primer fármaco antitumoral de origen marino español, puesto que fue desarrollado por la empresa Pharmamar a partir del tunicado Ecteinascidia turbinata. El producto se emplea para el tratamiento del sarcoma de los tejidos blandos y de las recidivas del cáncer de ovario.
Un dato muy significativo es que “de los más de 30.000 compuestos naturales marinos publicados, menos del 2% deriva de aguas profundas”, lo cual quiere decir que aún queda muchísima biodiversidad de fauna y flora por conocer. A medida que los investigadores tengan acceso a este gran potencial el número de compuestos naturales y sus aplicaciones se puede multiplicar.
Para profundizar en el estudio este tipo de cuestiones, durante cuatro años la Facultad de Farmacia y el Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología (IECyT) organizaron los ‘Simposios sobre plantas medicinales y compuestos naturales como fuentes de nuevos fármacos’, en los que ponentes del máximo nivel analizaron diferentes aspectos de este campo. La última edición se celebró en 2010, pero próximamente podría retomarse la idea, sobre todo pensando en acercar los últimos avances sobre compuestos naturales a los estudiantes de la Universidad de Salamanca.