Autora: Mercedes de Vega.
Título: ‘Cuando estábamos vivos’.
Editorial: Plaza&Janés. 524 páginas. 2015.
Género: Novela.
Amor y rabia
El Péndulo | Jimmy Entraigües.- No, titular esta reseña como ‘Amor y rabia’ no significa recurrir al título del filme del año 1969 compuesto por distintas historias y bajo las órdenes de diversos directores. No. Significa atrapar el paisaje humano y social por que el transitan unos personajes que viven con intensidad sus pasiones y destilan verdad en cada una de sus acciones.
‘Cuando estábamos vivos’ es una profunda y fecunda historia de amor forjada tras el sello de la rabia, el dolor, las imposturas, los secretos…, los secretos propios y ajenos que nos trasladan a los inicios de la Segunda República en donde una mujer, bella, aristócrata y casada, quiebra sus principios por el amor hacia un hombre viudo que carga con los tormentos de su pasado. A partir de este contrapunto arquitectónico, y el entorno histórico que lo rodea, asistimos a un juego de destinos y recuerdos que atrapan la mirada en cada renglón.
Los vectores narrativos que maneja Mercedes de Vega (complejos y arriesgados) se muestran diáfanos desde que en el primer capítulo la voz de Lucía, su protagonista, nos conduce por su necesaria confesión, su grito de rabia ante unos hechos que nacen en 1928 hasta estallar en Roma sesenta y seis años después.
Sobre el fondo de un Madrid convulso el encuentro entre Lucía y Francisco Anglada nos invitará a conocer las pulsiones sobre las que mueve su amor furtivo. Entraremos en los espacios de diálogos precisos y concisos (“Confié en mí, Lucía. Quiero imaginarme cómo sería la vida a su lado”, dice Anglada); pasajes contundentes y llenos de tensión (inquieta el momento donde el hermano de Anglada intenta seccionar su pene con unas tijeras); fragmentos de sensible y pasional intensidad (disfruten con el primer encuentro sexual entre los protagonistas y de cómo lo describe Lucía, “hicimos el amor tirados en el suelo, sobre las frías baldosas de mármol”).
Mercedes de Vega conoce profundamente a Lucía. La historia de Lucía llega porque la mano que la dibuja la hace física y carnal. Lucía es una mujer que se confiesa, que exterioriza su rabia, señala culpas y declara al mundo su secreto y sólo hurgando en cada uno de sus rincones se puede ahondar tanto en un personaje.
Con Lucía nos veremos envueltos, sin darnos cuenta y sin renunciar a la participación del secreto (como chismosos y fisgones), a una trama compleja en acontecimientos pero armoniosa y limpia en su recorrido; donde un juego de voces y personajes nos descubren sus pasiones ocultas y deseos frustrados, sus ganas por vivir y deshacerse de sus temores más profundos. El conflicto de fondo, el histórico, no es más que la grieta sangrante que exponen los habitantes de ‘Cuando estábamos vivos’, una grieta de rabia que se cierra en 1995 cuando Lucía decide hacernos partícipe de su confesión.
¿Una historia de amor? Sí, tan potente como el marco real que la rodea y tan apasionante que se hace necesaria leer su revelación.