Los casos de los bebés robados, que han protagonizado multitud de espacios televisivos en los últimos años y hasta series dramatizadas, no siempre cubren sus historias con un velo de descarnada tragedia, dolor y rabia -ojo, con toda la razón del mundo, que te roben un hijo debe ser lo peor-.
Pero recientemente pudimos contemplar, en plena plaza de la Virgen de nuestra querida ciudad de Valencia, una forma diferente de afrontar el problema, de luchar por una solución, de dar a conocer el caso: y he aquí al protagonista de nuestra imagen del día. Ataviado con disfraz de cowboy, armado con una bicicleta oportunamente ‘tuneada’ o ‘customizada’, según prefiera el lector, de forma que inevitablemente, todo el que se acerca lo mira asombrado.

Y es que a veces, personajes anónimos nos muestran cómo utilizar el buen humor para los fines más insospechados, incluso los dramáticos. Bravo por él.