Valencia Noticias | Javier Furió. Fotos: Javier Furió y Francisco Estellés.- La tarde-noche de este jueves nos dejó un nuevo episodio de esta práctica que poco a poco se está extendiendo en el ‘Cap i Casal’ llamada el ‘tardeo’ y que va sumando adeptos con una velocidad digna de ser tenida en cuenta. La llegada del verano no ha hecho más que fortalecer esta tendencia.
Por eso, cuando uno se encuentra con una cata maridada -que dicho así, a bote pronto, resulta incluso demasiado rimbombante- como la que pudimos disfrutar en el Restaurante La Tierra Valencia, en el número 38 de la calle Polo y Peirolón, cualquier consideración previa queda aparcada al servicio del buen comer y mejor beber.
Caulier, firma de cervezas artesanas belgas que se está implantando con éxito en nuestra ciudad, nos había invitado a degustar algunas de sus especialidades y ciertamente, su experto, el gran Ricardo, nos ofreció uno por uno, lo que podríamos considerar como matrimonios perfectos -si es que éstos existen- entre la cerveza y las piezas de auténtico arte culinario que el equipo de cocina de La Tierra iba desplegando ante nuestros ojos y, sobre todo, ante nuestros paladares.
Comenzó el ‘desfile’ de especialidades con la cerveza Caulier Pale y patata con Locoto y Ají ‘pica pica’, como tapa. Una elegante cerveza turbia terminada de fermentar en la misma botella, la Pale Ale nos dejó un sabor afrutado en boca que acompañó perfectamente con los dos bocados de patata.
Le siguió la Caulier Blonde, igualmente rubia con tendencia a la turbiedad pero con más carácter -6,8 grados la adornan- nos sorprendió al leer la leyenda ‘Gluten free’ (Sin Gluten). Definitivamente Caulier derribó la acostumbrada barrera de entrada en lo que a las bebidas ‘light’, o ‘sin gluten’ se refiere. Nadie diría que se trata de una cerveza sin gluten. Un crujiente de pollo con quicos y salsa completó la fantástica sensación de una cerveza realmente estupenda.
Remató la cata toda una cerveza de solera: la Tripel 28. Rubia y turbia como sus dos antecesoras en nuestro particular ‘desfile’, más potente al paladar -9 grados- pero con una característica fundamental que la hace sobresaliente: No resulta en absoluto empalagosa a pesar de su graduación, lo que la distingue para bien del resto de cervezas de su tramo. Realmente se deja beber fácil y ágil. A su vera, una miniburguer de buey nos abrió definitivamente el apetito para la cena maridada, naturalmente regada con Caulier, que vino a continuación.
Huevo a baja temperatura con patata soufflé y jamón de cebo; croqueta de pollo y setas; pulpo con brunoise de chiles y puré dulce; taco de atún rojo y reducción de soja; y un mini brownie. Armas con las que La Tierra Valencia definitivamente nos ganó para ‘la causa’. Con ellas y con la cerveza Caulier, una experiencia que uno repetiría sin preguntar más que “cuándo” y que se cerró con una noche calurosa que nos recordó en qué época del año nos encontramos.