LaDiputación de Valencianos invitó a conocer una de lasrutas medioambientalesque ha preparado con la colaboración de nueve pueblos del interior de la provincia: Chulilla, Gestalgar, Bugarra, Andilla, Sot de Chera,Cortes de Pallás, Dos Aguas, Macastre y Alcublas. Y aunque nuestra cobertura informativa suele circunscribirse a la ciudad de Valencia, conociendo la elección de la entidad provincial -que evidentemente no fue baladí- del entorno con el que se iba a dar a conocer a los medios de comunicación esta iniciativa de promoción del turismo de interior, no pudimos negarnos… ¿cómo hacerlo si la presentación era en Cortes de Pallás, donde la desgracia se cebó con nuestro tesoro forestal ahora hace un año?
El viaje, por qué no decirlo, fue normal y corriente hasta que el autobús, tras dejar la autovía A3 en Buñol, pasó por el término municipal de Macastre. De repente, y tras un profundo verde fresco de bosque mediterráneo, pareció que nos adentrábamos en un paisaje lunar -ya salpicado por nuevos brotes de arbusto y monte bajo- que provocó que, en la comitiva, se produjera un silencio más que evocador, de un dramatismo adquirido por las imágenes que íbamos presenciando a nuestro alrededor. Los efectos del devastador incendio forestal que arrasó la comarca hace un año cobró una tenebrosa presencia que lo llenaba todo.
Llegamos a la primera etapa de nuestro viaje, la aldea de El Oro, aquella a la que más afectó el incendio. Nos recibió el alcalde de Cortes de Pallás, Alberto Sáez, y el alcalde pedáneo de El Oro, así como la técnico de turismo de Cortes de Pallás. Perdonará el lector el aparente poco oficio de uno al descuidar y/u olvidar algunos de los nombres, pero la envergadura de lo que mis ojos y, en algunos momentos, mi olfato también, estaban presenciando un año después de la desgracia, abotargaron el resto de mis sentidos de tal forma que sólo pude centrarme en la tragedia de unos pueblos que se ven obligados a convivir, día a día, con la inevitable presencia de lo que fue y ya no es… del tesoro que se fue y quién sabe si sus hijos volverán a disfrutar en parte.
Llegamos a Cortes de Pallás tras dejar atrás los efectos del incendio, que no logró traspasar la carretera -en este sentido funcionó como improvisado cortafuegos- y pudimos ver el antes y el después, simplemente con girar el cuello y comparar la vista a derecha y a izquierda del asfalto salvador.
También impresionó el paraje en torno al embalse y los saltos de agua al pie del propio municipio de Cortes, que demostraban lo que hubiéramos visto kilómetros atrás hace tan sólo un año. La Naturaleza se reveló entonces ante nuestros ojos como un esplendor verde y azul repleto de vida, de agua y bosque, potente, lozana, saludable. Pero el recuerdo del erial tiznado de negro seguía vivo en la memoria con una insistencia absolutamente imparable.
Ya en el pueblo, nos dispusimos a ejecutar una parte de las rutas medioambientales a seguir, durante una jornada, en Cortes de Pallás gracias a la iniciativa de la Diputación de Valencia en su “Roda la Dipu”.
Un camino serpenteante, con los lidoneros formando un magnífico ribazo natural de algo más de dos metros, con una acequia de agua transparente a nuestra izquierda, y las huertas a la derecha, ejerció de magnífico anfitrión hasta empujarnos, inevitablemente, hasta un paraje idílico, cascada y pequeño lago incluido, que parecía recién sacado de una película caribeña: nos encontrábamos enEl Corbinet.
Allí pudimos asistir a la presentación de las rutas de la mano primero del alcalde de Cortes de Pallás, después del diputado de Turismo, Ernesto Sanjuán, y por fin del Presidente de la Diputación, donAlfonso Rus.
Del primero al último, todos resaltaron un objetivo: la ayuda decidida que desde la Diputación se ha dado y se sigue dando a los pueblos que por desgracia fueron víctimas de los incendios el año pasado y sobre los que cabe difundir entre los ciudadanos que no sólo aún quedan maravillosas cosas que vivir en ellos, sino que poseen un patrimonio cultural, natural y turístico fuera de toda duda. Ése es en resumen el objetivo de esta serie de rutas medioambientales y en ello refuerzan sus esfuerzos tanto desde los ayuntamientos participantes como desde la Diputación.
La demostración gastronómica con que Cortes de Pallás nos agasajó al terminar no hizo sino confirmar que, efectivamente, este municipio no sólo no ha perdido su valor por culpa del incendio, sino que constituye, hoy por hoy, una oferta turística de primer nivel y al que, qué duda cabe, hay que volver para disfrutarlo.
VLC Ciudad / Texto y fotos: Javier Furió