17 de mayo de 2025
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El Doctor Moliner: el hospital en Valencia donde el tiempo se detuvo

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El Hospital Doctor Moliner, estancado en el tiempo

Por su ubicación, situado en medio de la montaña y lejos de cualquier ciudad, el Hospital Doctor Moliner parece un lugar olvidado, anclado en el pasado. Localizado en Porta Coeli, en Serra, el edificio lleva años requiriendo una reforma debido a los graves daños estructurales de su construcción centenaria. Los familiares de los pacientes, todos crónicos y de larga estancia, critican el mal estado de muchas instalaciones. Ahora Sanidad ha decidido abordar una reforma completa que implicará el cierre del hospital durante cinco años a partir de este verano y el traslado de los pacientes a otras instalaciones.

La decisión ha generado controversia, pues supondrá el desplazamiento de pacientes a otros centros donde tendrán que compartir habitaciones, aparte de la incertidumbre sobre la disponibilidad de camas. Desde el 16 de abril, no se admiten nuevos ingresos y en junio, 30 camas se trasladarán al Hospital Padre Jofré, donde será necesario duplicar habitaciones para acoger a los pacientes. Los familiares denuncian que se están concediendo altas “con mucha ligereza” para reducir el número de camas ocupadas, mientras que la dirección ha comunicado a los trabajadores que se potenciará la hospitalización domiciliaria para aquellos que no requieran atención continua.

Ninguno de los anteriores gobiernos autonómicos había emprendido reformas importantes. “Han hecho sólo arreglos menores”, comenta un trabajador, señalando reparaciones en terrazas, tuberías y azulejos. Ni siquiera los informes técnicos de 2019, que advertían del estado obsoleto de la estructura, provocaron una acción. El actual gobierno valenciano ha decidido dedicar un presupuesto de 65 millones de euros a una reforma integral, en lugar de los 16 millones inicialmente previstos para un cierre parcial. “Queríamos la reforma, pero el cierre total nos ha tomado por sorpresa”, afirman en el sindicato del hospital. Sólo se preservará la fachada por su carácter patrimonial.

Las deficiencias eran evidentes, según el representante sindical de CSIF, con problemas constantes. “Hace tiempo que no recibe un mantenimiento adecuado”, señala. Ha habido peligrosas caídas de cascotes, incluidos trozos del tejado que por poco no hieren a un celador. Actualmente, el techo está cubierto con una red para prevenir futuras caídas.

El derrumbe de un falso techo en la cocina, aunque sin heridos, causó daños materiales, y otro techo cayó desde el quinto piso hasta el suelo por las escaleras, cerca de la estatua del doctor Moliner. También han ocurrido problemas en el sótano, con el sistema de aguas y tuberías dañándose frecuentemente y azulejos cayéndose. “Es el resultado de años de desatención por parte de las distintas administraciones”, concluye un miembro del sindicato.

Fundado en 1899 por el doctor Francisco Moliner, catedrático de la Universidad de Valencia, el hospital comenzó como una institución de beneficencia especializada en enfermedades respiratorias. El edificio actual, construido en los años 30, se integró en 1988 en la red pública valenciana para atender a pacientes crónicos de media y larga estancia, enfermos que requieren rehabilitación tras ictus, accidentes, o pacientes paliativos y oncológicos.

El patio de entrada aún es un lugar tranquilo para pacientes y familiares, aunque los problemas estructurales del edificio son visibles a simple vista. La fachada está deteriorada, con obras recientes que han ocasionado molestias a los pacientes. Por motivos de seguridad, no se permitía el acceso a las terrazas de las habitaciones.

En el interior, la decadencia es palpable, especialmente en salas de espera y pasillos. Sin embargo, los familiares mencionan que las habitaciones están en mejor estado. “Está viejo, pero, salvo en las zonas más antiguas, está restaurado y parece una residencia”, comenta Marisa, cuidadora de Carlos. Ella, como otros pacientes, está preocupada por el traslado.

Se espera que en julio queden alrededor de un centenar de pacientes en el Moliner. 30 serán enviados al Padre Jofré, compartiendo habitaciones, y otros 78 irán al reformado hospital Militar de Mislata, que abrirá en agosto o septiembre. Si aún no está listo, se usará el Arnau de Vilanova. La Magdalena de Castellón también ofrece 27 camas en caso de ser necesario. Los traslados se harán de manera individual y en ambulancias, considerando la distancia.

Irónicamente, justo antes del cierre, se ha resuelto una de las principales quejas sobre el transporte. Un nuevo autobús de línea 135 B ahora facilita el acceso al hospital, con siete llegadas diarias, aunque no opera en festivos y fines de semana. Esta mejora del transporte llega tarde para muchos, dada la inminente reubicación.

En el Hospital Padre Jofré existe malestar, ya que las habitaciones individuales se convertirán en dobles para acoger a los enfermos del Moliner. Un paciente ha expresado su disconformidad en una carta al Servicio de Atención e Información al Paciente, indicando que compartir habitaciones es una violación del derecho a la intimidad y salud de los pacientes, y podría aumentar el riesgo de infecciones cruzadas.

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