21 de septiembre de 2016
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Enrique Vaqué: “El género puro no tiene futuro”

El Péndulo | Jimmy Entraigües.- Enrique Vaqué se confiesa un viajero incansable y un apasionado de la historia. Valenciano de nacimiento, acaba de publicar ‘Los señores del fin del mundo’ (Almuzara, 2016) donde se adentra en las lindes de la novela histórica, en un relato que recoge la amistad entre un médico musulmán y su joven ayudante durante el declive de Al-Andalus. Ambos serán testigos de una era convulsa que les hará vivir las más insólitas y vibrantes aventuras.

Frente a un café, Vaqué nos comenta los interiores de su novela y su forma de aproximarse a la historia.

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Vaqué presentó su libro en Valencia.

El Péndulo: Te adentras en el territorio de la novela histórica con una trama cargada de acción y aventuras y unos personajes muy intensos, ¿está viviendo la novela histórica uno de sus mejores momentos como género?

Enrique Vaqué: Es verdad que el género sigue con vigor, pero en Estados unidos ya se está hablando del fin del género. El género puro no tiene futuro. Lo que sí tiene futuro es un género determinado con un trasfondo histórico. Si eso se mete como novela histórica, probablemente sea porque hay que alinearla en algún sitio en los anaqueles. Lo importante es preguntarse cuál es la esencia del relato. Mi novela, ¿es una novela histórica? Podría clasificarse así pero creo que es, más bien, una novela de formación. Quizá, quien inventó el género fue Goethe con su viaje a Wilhelm Meister, digamos que el trasfondo de la novela es el viaje de un alma a lo largo del tiempo. En mi novela, el joven aprendiz quiere ver el mundo para interpretarlo. Procede de unos orígenes modestos y se encuentra con un mundo, de forma brusca, que le sobrepasa. Él quiere interpretarlo y cuanto más viaja por el mundo más datos tiene para hacer una visión completa del mundo. Finalmente su conclusión, tras conocer a las personas que tienen el poder, es que los hombres y las mujeres que tienen el poder, que manejan el poder, van a ser siempre los mismos. Sus naturalezas van a ser siempre las mismas, aunque cambien las épocas, los que manejan el poder, siempre van a ser las mismas personas. Es verdad que es una visión un poco fatalista del mundo o amarga pero…, era importante subrayar lo que sienten los personajes.

E.P.: Sí, la novela deja un gusto amargo, casi una visión negativa tras leer las vivencias de sus dos protagonistas.

E.V.: Más que negativa, mi visión es completamente posmoderna. Lo que aquí quiero mostrar es que el ciclo histórico que empieza con la Revolución Francesa, a mí entender por supuesto, acaba con la caída del muro de Berlín. La idea revolucionaria acaba ahí, y creo que ha fracasado. Creo que el fracaso del comunismo, es el fracaso de todo ese proceso, desde mi punto de vista. Ahora el ser humano se ve en un mundo…, llamémosle posprogreso, tiene que inventar un mundo nuevo. Tiene que transitar un nuevo sendero, construir un nuevo ideal y…, en este momento no lo sabe. La idea de progreso es muy grata, le daba un sentido a la historia y una dirección hacia donde ir pero…, ahora no hay nada de esto. Creo que empezamos una nueva era, con la incertidumbre propia del cambio y eso provoca inseguridades. En mi novela los personajes ven que el mundo medieval se hunde  y el capitalismo empieza a sacar sus recursos y su modelo de cambio. Digamos que empieza a sacar los dientes. Ahora mismo estamos en un cambio muy profundo al igual que el cambio que relata la novela.

E.P.: El posmodernismo es tan fagocitador que tiene mil rostros y mil formas, aún no sabemos cuándo culminará este proceso.

E.V.: Claro, quizá sea más la reacción ante la  constatación de un fin que un camino para seguir marchando.

E.P.: En tu novela trabajas la narración en primera persona, en este caso la del joven ayudante, y la combinación maestro y aprendiz, ¿te costó utilizar este formato tan reconocido por el lector?

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Para Vaqué, vivimos un momento de cambios profundos en la sociedad.

E.V.: Sí, he trabajado muchísimo la fórmula para evitar trampas y formatos reconocidos. De hecho la novela empezó siendo narrada en primera persona por el médico pero… cuando llevaba unas doscientas páginas me di cuenta que no era capaz de trasmitir emociones a través de él. Era demasiado frío, rígido y no era capaz de sacar lo que quería contar. Así que empecé a reescribir la novela desde el punto de vista del ayudante que me ofrecía un perfil más sentimental. Trasmitir emociones es difícil y el aprendiz me permitía emocionar desde su personalidad y desde su forma de ver todo lo que le rodeaba. Si me pidieras un perfil de artista, un modelo mío, yo te diría que Stanley Kubrick. Primero por él decía que una obra, en su caso una película, debía llegar al máximo número de espectadores. Debe tener un mensaje pero debes proyectarlo. Y en segundo lugar el carácter sustantivo del relato.

E.P.: Bueno, precisamente Kubrick no tenía una visión muy positiva del género humano. Sus películas son de un altísimo nivel pero su mirada sobre el ser humano es más bien fatalista.

E.V.: Sí, tiene una mirada muy anglosajona. Una mirada muy desconfiada del género humano. Brillante en la exposición pero pesimista en muchos elementos.

E.P.: El recorrido vital de los dos personajes es espectacular, especialmente porque desean que sus almas, sus seres interiores, estén en paz ante un mundo que se transforma. Todo un viaje iniciático tanto para el adulto como para le joven.

E.V.: Yo creo que en eso también fracasan. Quizás más el medico que el ayudante. Hay una frase de Séneca, que no incluí en el libro, que dice: “A querer no se aprende”. El médico quiere aprender a ser espiritual, pero no lo consigue. No está en su naturaleza. Él es de carácter altivo y dominante y cuando sufre un trauma intenta reducirse a un estado donde reduciendo el querer reduce el dolor y…, dónde mejor que en un monasterio. Sin embargo, cuando tiene ocasión vuelve a su naturaleza. Él nunca llega a ese estado de espiritualidad. Y su ayudante mucho menos.

E.P.: También has buscado que los hechos históricos no devoren a los personajes. El marco por donde se mueven nunca absorbe ni la personalidad del médico ni la de su aprendiz.

E.V.: Suelo tender hacia el hiperrealismo y necesito poner la realidad tal y como era, he intento que jamás la historia se superponga a los personajes. Quiero que el lector sienta que está en la época siendo llevado por los personajes y no al revés. Creo que eso es una garantía para el lector ya que no sólo se sentirá viajando en el tiempo sino que vivirá las emociones que sufren los personajes.

E.P.: Enrique, muchas gracias por dedicarnos tu tiempo y mucho éxito con tu nuevo trabajo literario.

E.V.: Gracias a vosotros y ha sido un gusto halar sobre la novela.

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