El Museo Taurino presenta hoy, 3 de octubre, la exposición ‘El toro sin barreras’ en el Palacio de Llíria. Esta va a ser la primera parada del recorrido que hará la muestra por diferentes puntos de la provincia.
El comisario de la exposición es José Luis Benlloch, quien ha trabajado con fotografías de Arjona, que son propiedad del centro taurino de la Diputación de Valencia, para estructurar la muestra en cuatro grandes apartados que son el nacimiento y crianza, selección, manejo y plenitud del toro.
El artista hace un reconocimiento y pone en valor la belleza de la vida del toro como animal salvaje. Muestra todo el proceso de crianza, reproducción y su privilegiado modo de vida en la dehesa, paraíso donde vive el toro bravo.
Esta propuesta del Museo Taurino se podrá ver en Llíria del 3 al 12 de octubre, en Gilet del 18 al 26 de octubre, en Utiel del 31 a 14 de noviembre y en Foios del 24 al 30 de noviembre.
La vida del toro
La exposición se divide en cuatro apartados que reflejan las etapas de nacimiento, selección, manejo y plenitud del animal.
La dehesa, un auténtico ecosistema natural, es el hogar del toro de lidia desde su nacimiento hasta que llega la hora de su lidia y muerte.
Las crías de cada camada se agrupan según su sexo y edad hasta que llega el momento del tentadero o la lidia. Los machos pueden lidiarse de añojos (entre uno y dos años), erales (de 2 a 3), utreros (de 3 a 4) o de toros (entre los 4 y 6 años).
Los ganaderos persiguen su ideal de toro bravo y para lograrlo ponen en práctica diversas faenas de selección que son un verdadero ritual.
Obediencia, profundidad, nobleza, recorrido, capacidad de humillar, temple, duración… son solo algunas de las virtudes que se requieren del toro en la lidia actual.
Negros, castaños, colorados, jaboneros, sardos, albahíos, burracos, cárdenos, ensabanados, retintos, etc. son solo algunos de los pelajes que salpican la dehesa. Veletos, cornipasos, playeros, bizcos, o cornidelanteros son las denominaciones utilizadas para definir la conformación de los pitones. El léxico y la jerga campera son inagotables.
Desafiantes, orgullosos, guapos, marcando su territorio en las temidas e interminables peleas…, denotan su carácter, también los hay nobles y pastueños, hasta con dulzura en su expresión como denotan las fotos de Arjona.
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