Albino Aliño fue un farmacéutico famoso en la Valencia del último tercio del siglo XIX por regentar, junto a su farmacia, un establecimiento de ortopedia. Estuvo ubicado en la plaza de Calatrava, posteriormente del Negrito, donde desde mediados del siglo se hallaba la popular fuente, tal como se puede ver en el anuncio que publicamos.
El establecimiento se especializaba en primitivos bragueros, artilugios e invenciones ortopédicas importadas desde distintos puntos de Europa y Estados Unidos. Pero el producto estrella de la farmacia era La “Zarza Aliño”, un preparado que por entonces comenzaba a hacer furor entre el público. Así es como lo anunciaba: “El más poderoso refresco, depurativo atemperante y regenerador de la sangre”. Y es que pregonaba que entre las propiedades de la zarza se encontraba el ser una auténtica solución para las dolencias de la circulación sanguínea, la sífilis, el reuma y otras afecciones hepáticas.
Incluso las propiedades de la zarzaparrilla se ampliaban a combatir las manchas y erupciones de la piel, los granos, la sarna la sordera, las enfermedades de pecho, garganta y estómago, según su propietario, un verdadero elixir capaz contra todas estas dolencias. Se vendía a 4 reales el frasco. Si el público lo compraba por decenas, Aliño hacía un buen descuento. Y para la venta al por mayor en otros establecimientos, farmacias de pueblos, droguerías, bares y tabernas, el precio por decalitro era de 120 reales.
Aliño reiteraba que no era un producto del charlatanismo, que por entonces imperaba en los mercados ambulantes y las ferias, sino que este depurativo era capaz de curar todo género de enfermedades generadas por el “vicio de la sangre” y aseguraba que ningún depurativo conocido podía aventajar a la Zarza Aliño, para lo que mostraría en su farmacia la gran cantidad de cartas y certificados que atestiguaban los resultados y las excelencias del producto.
Tal era la zarza considerada una bebida refrescante que pronto se hizo un hueco entre las autóctonas, como la horchata, el agua limón o la leche con canela. Por eso fue elaborada por otros fabricantes valencianos del siglo XIX, siendo Aliño uno de los primeros en ofrecer este producto parecido a la bebida de cola. En general esta preferencia como refresco duró hasta los años 60 del siglo XX.