Juan Ferrer.
Economista
Desde hace meses nos desenvolvemos en medio de una gran confusión. Hemos visto publicar, hemos leído y hemos comentado muchos artículos sobre la economía de la Eurozona, su “demarche” y sus “trade-off”.
Hemos leído a conocidos, amigos y amigos entrañables. Casi todos tienen razón. Europa y su encrucijada es una “verdad” poliédrica. Cada cual aporta su conocimiento para descifrar, mas que interpretar , una parte de los que ocurre, sin que esa interpretación, descubrimiento, resuelva todos los aspectos del problema. Se podría decir que todos tienen premio, todos aciertan, pero todavía no sale el “gordo”.
Uno de los amigos que han publicado buenos, muy buenos artículos, respondía a mi felicitación, animándome a escribir sobre las claves políticas subyacentes. Me atreví a insinuarle que las creía conocer, pero las elecciones holandesas, y sobre todo la interpretación que se ha hecho de ellas, tal vez mas aquí en el Benelux, que ahí, me paralizaron.
Primero fue mi jefe quien, por un asunto lejanamente relacionado con este resultado, me advirtió que la no derrota de los liberales en Holanda reforzaba las posiciones de los que antemano se sentían, lógicamente, vencidos.
Respondí que solo habían sacado dos escaños de ventaja a la socialdemocracia, que era una victoria muy corta y precaria para hacerse grandes ilusiones. Dicho lo cual, volvió la nube a mi entendimiento.
Para mi, desde hace tiempo, el paradigma de la situación política a lo largo y ancho de Europa se resume en que “el líder político que entra en contacto con la crisis y no avanza en su solución, es derrotado electoralmente”. Es, si se quiere un proceso casi automático, fruto del rechazo automático de los ciudadanos, la ciudadanía y los electorados. Que cada cual escoja el término que mas le agrade.
Siempre he creído que la posición de la Sra. Merkel es un remedo de las sobreactuaciones de la Sra. Tatcher, a quien, indudablemente, ha escogido como modelo de actuación pública y, forzada gustosamente por su propio partido, como “guía de pecadores” para sus planteamientos y posicionamientos políticos, en el seno de la Unión Europea, pero como aquella, en clave electoral interna Bastará con que alguien repase y de fe de una serie británica, tal vez de la BBC, bautizada como “La línea de la Belleza”.
Merkel, seguramente asesorada por sus “think tank” ha intentado conjurar esa irremediable maldición que ha pesado sobre Gordon Brown, Zapatero, Zarkozy, José Sócrates, e “tutti quanta”
Su salida era demostrar a su electorado que ella sabía lo que tenía que hacer, era firme en su determinación, aunque resultara que esa firmeza en su determinación no resolvía nada sino que lo agravaba.
Lo importante no era/es lo que es, sino lo que se percibe que es.
Merckel, asesorada, indudablemente, por sus “think tanks” ha estado mortificando a los Estados miembro de la Zona Euro que se le han puesto a tiro para salvar su reelección, no para solucionar los problemas.
Nos habían confundido difundiendo su perfil como la de un ama de casa con pocas luces, pero con carisma y habilidad suficiente para encumbrarse hasta la cancillería alemana.
Ahora sabemos a ciencia cierta que es un instrumento, una marioneta, gobernada por sectores poco conocidos de la política, finanzas e intereses alemanes (Pan-alemanes?) cuya expectativa de permanencia pasa por la permanencia de Merckel .
En palabras mas sencillas y directas. Las vicisitudes de los españoles e italianos, como antes la de los griegos y los portugueses, también los irlandeses, son piezas dela campaña electoral de Merckel, que ha encontrado un filón: cómo hacer campaña electoral sin que le cueste un duro, y si alguien paga, son “ellos”, “los que ya decido satanizar”, “Following the advice, of my own Think Tanks”.
Los pensionistas españoles, los parados, los parados irremediables, los funcionarios los dependientes, los enfermos crónicos, los inmigrantes sin papeles, no pagamos por pecados-culpas propias, pagamos la campaña electoral, en clave alemana, de Ángela Merckel y nuestro presidente de gobierno es el principal recaudador de fondos en esta península. Eso no hace perder de vista a quienes no denuncian esta situación.
En este escenario se ha pretendido, y se ha conseguido durante algunos días, extender una cortina de humo, transmutando la realidad del resultado electoral holandés.
Holanda ha decidido en dos claves distintas abandonar la aventura antieuropea. Obliga a un gobierno entre liberales y socialdemócratas, que no es ni evidente ni inmediato.
Se aleja del radicalismo xenófobo ultramontano y regresa, si se administra bien, a la política paneuropea de los años 60.
Alemania ha perdido mas que un aliado, ha perdido un peón. Le quedan dos :Austria y Finlandia.
Nos han hecho dudar con el resultado holandés, al final es un peldaño mas en la misma dirección. No lo percibíamos bien, pero es así. Holanda no escapa a la lógica electoral de la crisis, la manifiesta igual, de una forma distinta.
Merckel y su irreductible puñado de radicales, liberales, obsesos, están perdiendo la batalla.
Nosotros debemos poner el marco de la victoria.
VLCCiudad/Redacción