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Descubrimientos recientes en Argentina revelan marcas de corte en huesos de gliptodontes, indicando una posible actividad humana miles de años antes de lo que se creía, replanteando así la cronología de la llegada de los primeros humanos a América.
En el ámbito de la arqueología y la antropología, pocos temas son tan controvertidos como el debate sobre la llegada de los primeros humanos al continente americano. Durante décadas, la teoría más aceptada ha sido que los primeros Homo sapiens cruzaron desde Siberia a América del Norte a través del puente terrestre de Beringia hace unos 13.000 años. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista PLOS One sugiere que esta línea temporal podría estar equivocada, al menos en lo que respecta a América del Sur.
Un Descubrimiento Revolucionario en la Región Pampeana
El hallazgo que ha sacudido a la comunidad científica proviene de la región pampeana de Argentina, cerca de Buenos Aires. Un equipo de investigadores descubrió marcas de corte en los huesos fosilizados de un gliptodonte, una criatura masiva y extinta que se asemejaba a un armadillo gigante. Lo que hace que estas marcas sean tan sorprendentes es que datan de entre 21.090 y 20.811 años, mucho antes de la fecha comúnmente aceptada para la llegada de los primeros humanos a América del Sur.
El espécimen, identificado como un Neosclerocalyptus, presenta una serie de incisiones en forma de V, marcas de raspado y otras señales características del uso de herramientas de piedra. Estas marcas fueron encontradas en las vértebras caudales, el proceso neural y otras partes del esqueleto, indicando que los humanos que hicieron estas incisiones probablemente estaban realizando un proceso de carnicería sofisticado. Esto sugiere que estos primeros pobladores no solo cazaban, sino que también tenían conocimientos avanzados sobre cómo procesar y aprovechar al máximo la carne de estos gigantescos animales.
Tecnología Avanzada para un Hallazgo Prehistórico
Para confirmar la antigüedad y el origen humano de las marcas, los investigadores utilizaron una combinación de técnicas modernas, incluyendo análisis de carbono 14 y escaneos 3D. Estos métodos permitieron a los científicos determinar con precisión la edad de los huesos y descartar otras posibles causas de las marcas, como la acción de depredadores o la erosión natural. El análisis detallado reveló que las marcas no eran fruto de procesos naturales, sino que fueron hechas deliberadamente con herramientas de piedra, posiblemente para desmembrar el animal y extraer su carne.
El hecho de que estos cortes se encuentren en diferentes partes del cuerpo del gliptodonte indica un conocimiento detallado de la anatomía del animal, lo que lleva a los investigadores a concluir que los humanos de esa época ya tenían un conjunto de habilidades bastante desarrollado. Esto no solo amplía nuestra comprensión de las capacidades tecnológicas de estos primeros humanos, sino que también sugiere que estaban bien adaptados a su entorno, siendo capaces de cazar y procesar presas de gran tamaño.
Implicaciones para la Cronología de la Migración Humana
El descubrimiento de estas marcas de corte en Argentina es significativo porque adelanta en unos 6.000 años la presencia humana en América del Sur, comparado con los registros arqueológicos previos. Hasta ahora, los sitios más antiguos de actividad humana en el continente databan de hace unos 15.000 años, lo que hacía coincidir su ocupación con el final del último período glacial.
Este hallazgo no solo desafía la cronología aceptada, sino que también plantea preguntas sobre cómo y cuándo llegaron estos primeros humanos al continente. Si bien la teoría del cruce por Beringia sigue siendo la más aceptada, estos nuevos datos podrían indicar que hubo otras rutas o que la migración ocurrió mucho antes de lo que se pensaba.
Los Gliptodontes: Gigantes de la Prehistoria
Los gliptodontes eran criaturas masivas, con caparazones acorazados que les protegían de depredadores y un peso que podía llegar a los 300 kilos. Eran herbívoros, pero su tamaño y la cantidad de carne que proporcionaban los convertían en objetivos atractivos para los cazadores humanos. El Neosclerocalyptus en particular, es uno de los tipos más conocidos de gliptodonte, caracterizado por su caparazón en forma de cúpula y una cola reforzada que usaba como arma defensiva.
Los restos encontrados incluyen fragmentos de la pelvis, la cola y el caparazón, todos ellos con marcas de corte que sugieren un desmembramiento deliberado. Este tipo de evidencia no solo nos habla de la dieta de estos primeros humanos, sino también de sus estrategias de caza y su capacidad para trabajar en grupo para derribar presas tan formidables.
La Ausencia de Herramientas: Un Enigma por Resolver
A pesar de las pruebas contundentes de la interacción entre humanos y megafauna en el sitio, un aspecto que ha desconcertado a los investigadores es la ausencia de herramientas de piedra en el lugar. Esto plantea la pregunta de si las herramientas se han perdido con el tiempo, si fueron retiradas del sitio por los propios humanos, o si simplemente aún no han sido encontradas.
Esta ausencia hace que algunos expertos se mantengan cautelosos sobre las conclusiones, sugiriendo que se necesitan más pruebas para confirmar la presencia humana en la región durante ese periodo. No obstante, los investigadores a cargo del estudio insisten en que las marcas de corte y las técnicas de análisis utilizadas son pruebas convincentes de que estos huesos fueron manipulados por humanos.
Reflexiones y Futuras Investigaciones
El descubrimiento en la región pampeana de Argentina abre nuevas preguntas sobre la historia de la migración humana y su interacción con la megafauna en América del Sur. Si bien aún quedan muchas incógnitas por resolver, este hallazgo nos ofrece una visión fascinante de un pasado mucho más antiguo y complejo de lo que se había imaginado.
Los próximos pasos en la investigación incluyen la búsqueda de más sitios similares y la recuperación de posibles herramientas de piedra asociadas con estas actividades humanas tempranas. Además, se espera que este descubrimiento inspire a otros investigadores a reexaminar sitios arqueológicos en América del Sur que podrían contener evidencias similares.
Este hallazgo plantea la pregunta: ¿Estamos subestimando la antigüedad y la diversidad de las primeras migraciones humanas en América? ¿Podrían existir otros sitios en el continente que aún no han sido descubiertos y que podrían arrojar más luz sobre los primeros habitantes de estas tierras? La historia de la humanidad sigue siendo un enigma fascinante, y cada nuevo descubrimiento nos acerca un poco más a desentrañar sus misterios.