### Picnic en un Patrimonio de la Humanidad
Bajo la sombra, un grupo de turistas asiáticas disfruta de un paquete de fartons. Con gafas de sol, coleta y ropa ligera, dedican su tiempo a fotografiar el Mercado Central. Sentadas en unos escalones lisos, desgastados por el tiempo, rememoran la historia de un lugar que históricamente fue el corazón del comercio en el Mediterráneo. Están de picnic en la Lonja de la Seda de Valencia, un monumento gótico reconocido como Patrimonio de la Humanidad que a menudo es utilizado como un improvisado merendero. En su parte posterior, las fiestas ocasionales organizadas por huéspedes de hostales son una estampa habitual.
El título de Patrimonio de la Humanidad que ostenta la Lonja de la Seda ha despertado la preocupación de la Unesco, que hace algunos años advirtió al Ayuntamiento sobre la posibilidad de perder dicha distinción si no se controlaba el tráfico en sus alrededores. Las concejalías de Urbanismo y Movilidad, gestionadas por el PSPV y Compromís, atendieron la advertencia promoviendo una remodelación que dio lugar a una nueva plaza sin áreas verdes ni sombra. Este es el entorno que reciben los turistas que llegan para conocer tanto la Lonja como el Mercado Central, dos de los monumentos más visitados de Valencia después de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Los visitantes suelen acomodarse en los escalones de la entrada de la Lonja, donde disfrutan de productos adquiridos en el Mercado Central. Años atrás, ante la insistencia de los turistas en sentarse en la entrada principal que da a la plaza del Mercado, se instalaron carteles que prohibían esa práctica y se contrató seguridad privada. Aunque la situación mejoró, todavía persiste.
Este comportamiento también ocurre en la calle Pere Compte, que conecta la plaza del Mercado con la del Doctor Collado. Esta calle es frecuentada por turistas que se sientan a la sombra para descansar y consumir alimentos, muy cerca de un lugar culturalmente valioso. La asociación Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural insiste en que la Policía Local debería establecer un protocolo claro para evitar acciones que dañen la imagen de la Lonja. Desde la asociación argumentan que, en otras ciudades europeas, este tipo de comportamientos no es tolerado.
Cabe señalar que, durante las festividades de Fallas, se protege el monumento con barricadas para evitar que el alto número de visitantes cometa actos incívicos, como orinar en las paredes de la Lonja, una situación que ya se experimentó en años anteriores. El Ayuntamiento ha optado por reforzar este blindaje mediante listones de madera y, en ocasiones pasadas, con vallas que protegen el valor histórico del monumento.
