El Péndulo | Jimmy Entraigües.– El pasado jueves, día 29 de octubre, la Asociación de Empresarias y Profesionales de Valencia (EVAP), hacia entrega de sus premios correspondientes al año 2015. Entre sus premiadas, galardonada con el Premio Integridad, se encontraba la periodista Rosa María Calaf, una mujer cuyo trabajo como corresponsal de RTVE le llevó a recorrer más de 170 países y conocer a fondo a las personalidades más destacadas y reconocidas del planeta. Una labor que desarrolló durante más de cuatro décadas, aún sigue en activo colaborando en diversos medios, y que la convierten en una de las periodistas más reputadas y admiradas de la profesión.
Momentos antes de la ceremonia, tuvimos oportunidad de hablar con Rosa María Calaf y conocer su opinión en torno al trabajo del periodista y lo que significa este reconocimiento en su trayectoria profesional.
El Péndulo: Bienvenida a Valencia y felicidades por su premio.
Rosa María Calaf: Muchas gracias, la verdad es que venir a esta ciudad siempre es motivo de alegría. En esta ocasión es por el premio pero…, me encanta Valencia y tanto a nivel profesional como personal siempre me siento a gusto al encontrarme con amigos.
E.P.: La profesión de periodista es casi a full-time.
R.M.C.: Sí, sí. Estás siempre como que tienes que hacer las cosas con una hora de antelación. Todo es para ahora mismo, ¡ya! (ríe) Todo es para ayer, todo es urgente y…, más ahora que lo que se hace es periodismo ficción, un periodismo aparentemente pegado a la realidad pero al servicio de un relato ficcionado.
E.P.: ¿Usted cree que es así?, ¿hacer periodismo es ficcionar la realidad al gusto de un consumidor mayoritario?
R.M.C.: Todo no, pero cuesta resistir (vuelve a reír). Hay una gran demanda informativa pero se consume rápido y lo que hay es una ley de mercado. Hay que construir noticias de mercado, hay que construir algo que se amolde a una realidad mayoritaria y…, hay que hacer un periodismo de ficción de acuerdo a unos intereses del mercado que pide esa ficción. Por desgracia es así y lo vemos en todo el mundo aunque es verdad que hay periodismo que resiste y que se mantiene independiente.
E.P.: Bueno, usted sabe la que la independencia tiene su precio y que la veracidad también. El poder, sea de un signo u otro, pasa factura a quien no se amolda a su dictamen.
R.M.C.: Siempre, siempre es así. Eso está clarísimo. Al poder, tanto a los que se proclaman de izquierdas como de derechas, desean un periodismo dócil y nada crítico. Una regla importante es saber que al poder no le gusta la independencia periodística. El periodista independiente sabe el precio que tiene que pagar, sabe que va a estar mal mirado. Lo que ocurre es que, actualmente, el precio de la independencia, en algunos países, es la vida. En los países democráticos la veracidad del periodismo no gusta pero, por desgracia, en muchos países acaban muertos.
E.P.: Hablemos del premio que le conceden hoy, el premio Integridad EVAP 2015. El que se llame integridad es ya toda una declaración de principios y un auténtico reconocimiento a quien lo recoge.
R.M.C.: La verdad es que los premios son siempre una alegría. El rincón del ego está absolutamente encantado y…, lo que ocurre en este caso es que es especialmente atractivo porque te lo entregan ciudadanas. Me refiero a que no es la profesión, no es una institución oficial, ni política…, son ciudadanas, son empresarias que han decidido que tú mereces esto y…, ¿qué ocurre?, ¿los periodistas para quién trabajamos? Trabajamos para los ciudadanos que son nuestros clientes. Por lo tanto si ellos están contentos, nosotros también pero…, sobre todo, y lo que valoro muchísimo, es que sea un premio en el que se destaque la integridad porque…, es verdad que es absolutamente necesaria porque un periodista que no sea íntegro no es un periodista. Ahora es más difícil porque el periodismo es cada vez más complicado, entonces…, que se valore como un rasgo la integridad en mi trayectoria hace que me sienta honradísima.
E.P.: Usted tiene una larga trayectoria en la que ha quedado patente su profesionalidad y su integridad.
R.M.C.: bueno, muchas gracias pero…, el periodista tiene que hacer visible lo que es invisible, acudir allí donde está el silencio y…, cuando algo es invisible y se calla es porque hay intereses para que así sea. Fácil nunca ha sido pero es que ahora se quiere hacer creer que estamos en un momento de extraordinaria información, con acceso a miles de fuentes, cuando realmente, eso no es verdad. Estamos entretenidos, en el mejor de los casos, y cuando no estamos entretenidos, estamos manipulados.
E.P.: ¿Se refiere a la información como espectáculo?
R.M.C.: Exactamente. Cuando la información se convierte en espectáculo ya no es información y…, en ese momento sus objetivos se pervierten y el ciudadano no se da cuenta porque cree que está informado. Para el que pretende desinformar es perfecto.
E.P.: En una entrevista Julio Cortázar decía, si no recuerdo mal, que el periodismo no es el espejo de la realidad sino que la realidad es un espejo.
R.M.C.: Bueno, (sonríe) el gran Julio Cortázar jugaba con la realidad así que no es extraño que viera la realidad como una imagen y al periodista copiando a esa imagen.
E.P.: También decía que los premios duran lo que duran los aplausos porque al otro día había que seguir trabajando.
R.M.C.: Exactamente. Estoy totalmente de acuerdo. El ser periodista es una forma de vida, es mucho más que una profesión. Yo no me atrevería decir que es una misión porque suena a pretencioso pero…, sí que es verdad que es un servicio y un compromiso y una responsabilidad. Tienes en tus manos algo tan fundamental y algo tan necesario como es la información para una construcción social justa. Los oropeles están muy bien y se agradecen pero lo que importa es el día a día y…, en mi caso el premio va dedicado a esos compañeros que están en sitios muy difíciles y les va la vida en su trabajo.
E.P.: Ha sido un placer hablar usted y muchas felicidades por su premio.
R.M.C.: El placer ha sido mío, muchas gracias.