Era un partido de empate. Cierto es que el Levante pudo notar en exceso contra Osasuna el esfuerzo europeo pero también lo es que a pesar de ello, hasta el minuto 87 de partido, el 0-0 era el resultado que brillaba en el marcador. Un tiempo para cada uno y un reparto de puntos más que justo, por lo visto en el césped del Ciutat de València. El cero cerismo es, de hecho, la lógica predominante en los encuentros del lunes noche.
Y es que el ‘fuelle’ pareció acabarse en los hombres de JIM hacia la segunda mitad, tras un desgaste tremendo de la primera, con un guardameta rojillo, Andrés Fernández, que parecía sacar manos de donde no las había. Martins debió soñar anoche con él. Con todo, las ocasiones fueron algo escasas y el control levantinista, algo relativo.
La segunda parte pareció un calco de la primera, pero al revés. Los rojillos aprovecharon la relajación y el cansancio ‘granota’ y fueron cosechando ocasiones una detrás de otra. A los veinte minutos de la reanudación, Arribas estrellaba el balón en la madera y la parroquia de Orriols respiraba aliviada al ver pasar el peligro momentáneamente.
Hasta dos minutos antes del final. El jugador iraní Massoud se inventaba la jugada de la noche y batía a Keylor Navas por la escuadra. Un golazo. El Levante se lanzaba a la desesperada a por la igualada y lo único que consiguió es un contragolpe mortal en el minuto 94 llevado por Sola, que acababa de sustituir a Nino.
En el capítulo de sustos, el protagonizado por Diop, que con lo que parecía un traumatismo craneoencefálico salió del campo camino del hospital. En principio se ha quedado en eso, en un susto. Pero cualquiera se fía…
Ahora la calle hierve con la pregunta de siempre: “¿Se estará desinflando el equipo revelación de esta temporada?” “¿Podrá aguantar el sobreesfuerzo de seguir triunfando en Europa los de JIM?” Se admiten apuestas…
VLC Ciudad / Javier Furió