La portavoz de Compromís, Papi Robles, lleva la Real Senyera, pero evita entrar a la catedral durante el Te Deum en un acto lleno de simbolismo y tensión política.
En este momento, Papi Robles, portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de València, está portando la Real Senyera durante la Procesión Cívica del 9 d’Octubre, una de las celebraciones más importantes de la Comunitat Valenciana. Sin embargo, como ya se anticipaba, Robles se niega a entrar en la catedral para el Te Deum, acto religioso que ha generado una fuerte controversia este año.
El Te Deum, que vuelve a formar parte de la Procesión Cívica por decisión del gobierno municipal liderado por María José Catalá, enfrenta a Compromís, defensor de una festividad cívica y laica, contra el Partido Popular (PP) y Vox, quienes insisten en mantener la tradición religiosa. A medida que la procesión llega a la catedral, se cumple lo que ya había anunciado la alcaldesa: ella misma toma la Senyera de las manos de Robles para entrar en el templo, cumpliendo con el protocolo religioso.
La Procesión Cívica: tradición en disputa
Ahora mismo, la escena es clara: la alcaldesa María José Catalá está entrando en la catedral de València con la Real Senyera mientras Papi Robles, que se ha quedado fuera, espera para retomar el recorrido una vez finalice el acto religioso. Esta decisión intermedia, que permite a Robles portar la Senyera pero sin participar en el Te Deum, intenta ser un punto de encuentro entre las visiones enfrentadas sobre la naturaleza de esta festividad.
La alcaldesa ha defendido este plan como una forma de “respetar la libertad de todos” mientras preserva lo que considera una tradición histórica que no puede ser eliminada de la Procesión Cívica. Sin embargo, tanto Compromís como PSPV han criticado la inclusión del Te Deum, señalando que la celebración del 9 d’Octubre es una procesión civil y que incluir actos religiosos va en contra de su naturaleza.
Una decisión estratégica: la bandera entre dos manos
En este instante, María José Catalá lleva la Senyera dentro de la catedral, en una acción cargada de simbolismo. Desde su llegada al poder, la alcaldesa ha reinstaurado el Te Deum en la procesión, reviviendo una tradición que había sido eliminada durante los gobiernos anteriores, cuando la izquierda, encabezada por Compromís y PSPV, gobernaba el Ayuntamiento.
La decisión de que Robles porte la Senyera al inicio de la procesión y luego la ceda a la alcaldesa para el acto religioso refleja una estrategia política que busca evitar confrontaciones directas. En lugar de entregar la bandera a Vox, como muchos pronosticaban, Catalá ha querido mantener el protocolo de alternancia entre los grupos municipales, pero adaptado a la nueva realidad. El gesto de Catalá, según ella misma ha explicado, responde a su voluntad de ofrecer a Compromís el “honor de portar la Senyera”, pese a las diferencias ideológicas en torno al Te Deum.
Reacciones en directo: entre el respeto y la crítica
A medida que la alcaldesa participa en el Te Deum con la Real Senyera en la catedral, las reacciones no se hacen esperar. Desde Compromís, Papi Robles ha dejado claro que su grupo no está de acuerdo con la inclusión del acto religioso en la Procesión Cívica, pero ha aceptado la fórmula propuesta por la alcaldesa como un gesto de respeto a la tradición de portar la Senyera.
Por otro lado, Vox, socio clave del gobierno municipal, parece haber aceptado sin demasiadas reticencias que Compromís mantenga su turno para portar la Senyera, aunque era un hecho que podría haber generado tensiones. Juan Manuel Badenas, portavoz de Vox en el Ayuntamiento, sigue la procesión y, según sus declaraciones, “la tradición debe mantenerse intacta, pero este acuerdo es un paso en la dirección correcta”. Vox, aunque tradicionalista, ha cedido a la estrategia de Catalá para evitar que el acto se viera enturbiado por divisiones internas.
El regreso del Te Deum: tradición y polémica
El Te Deum, que había sido eliminado de la Procesión Cívica durante los años de gobierno progresista, ha vuelto este año con fuerza bajo la dirección de Catalá. La inclusión de este acto religioso es, sin duda, uno de los puntos más polémicos de la jornada. Compromís y PSPV se oponen frontalmente a la participación de la religión en un acto que, a su juicio, debería ser estrictamente civil. Sin embargo, tanto el Partido Popular como su socio de gobierno, Vox, han defendido la importancia de mantener lo que consideran una tradición profundamente arraigada en la historia de València.
Ahora mismo, los ciudadanos observan cómo se desarrolla la procesión, conscientes de que, más allá de la bandera y el recorrido, lo que está en juego es una cuestión de principios. La alcaldesa ha defendido su decisión de incluir el Te Deum como parte del acto oficial, argumentando que “la historia y las tradiciones no deben perderse”, mientras que desde Compromís, Robles ha dejado claro que su participación en la procesión es un acto de respeto a la ciudadanía, pero que no comparte la decisión de incluir el acto religioso.
Robles fuera, Catalá dentro: el momento clave
El momento decisivo está a punto de llegar. En la puerta de la catedral, tal como se ha acordado, Papi Robles está esperando para entregar la Senyera a la alcaldesa María José Catalá. La imagen es poderosa: Robles, símbolo de la oposición a la politización religiosa del acto, cede el paso a Catalá, quien entra en la catedral con la bandera para el Te Deum. Mientras tanto, Robles permanecerá fuera, aguardando a que el acto religioso termine para retomar su papel en la procesión.
Este gesto, aunque planificado, no deja de ser simbólico. Representa la coexistencia de dos visiones radicalmente opuestas de la festividad: una, vinculada a la tradición religiosa, y otra, más moderna y laica, que busca despojar de connotaciones religiosas una celebración que debería, en su opinión, unir a todos los valencianos, independientemente de sus creencias.
¿Es esta la solución definitiva?
El plan de María José Catalá para evitar un enfrentamiento directo entre Compromís y los sectores más conservadores ha sido, sin duda, ingenioso. Al permitir que Papi Robles lleve la Senyera sin participar en el Te Deum, la alcaldesa ha logrado mantener la participación de Compromís en el acto, pero también ha preservado el lugar del Te Deum en la celebración. No obstante, queda la duda de si esta solución es una medida temporal o si sentará un precedente para las futuras ediciones del 9 d’Octubre.
Desde Vox, por su parte, aunque se esperaba que su portavoz, Juan Manuel Badenas, fuera el encargado de portar la Senyera en caso de que Compromís se negara, han aceptado la fórmula propuesta por la alcaldesa. “Lo importante es que la tradición del Te Deum se mantenga”, ha señalado Badenas, quien también participa en la procesión, aunque sin un papel tan destacado como se preveía inicialmente.
El debate sobre el futuro del 9 d’Octubre
Mientras María José Catalá se encuentra ahora mismo en la catedral participando en el Te Deum, el debate sobre el futuro de esta celebración continúa. ¿Es posible mantener el acto religioso sin alienar a quienes abogan por una festividad puramente civil? ¿Debe el 9 d’Octubre evolucionar para adaptarse a una sociedad cada vez más diversa y secular, o debe seguir siendo un reflejo de las tradiciones religiosas valencianas?
Lo que está claro es que, aunque la solución de este año ha evitado un enfrentamiento directo, el debate sobre la naturaleza del 9 d’Octubre seguirá abierto. La alcaldesa ha mostrado su voluntad de mantener el Te Deum como parte del recorrido, pero la oposición de Compromís y PSPV no desaparecerá. Ambos grupos han dejado claro que seguirán luchando por una Procesión Cívica que refleje la diversidad de la sociedad valenciana, y que no esté ligada a una única confesión religiosa.
¿Y después del Te Deum?
En cuanto termine el acto religioso, la alcaldesa María José Catalá saldrá de la catedral con la Real Senyera en sus manos y se la devolverá a Papi Robles, quien continuará con la procesión hasta el Parterre, donde se realizará la tradicional ofrenda floral a Jaume I. Este gesto final simboliza la complejidad de la situación: una Senyera que pasa de manos en manos, representando tanto la tradición como el cambio, y una festividad que, cada año, refleja las tensiones entre el pasado y el presente de València.
¿Será esta la última vez que veamos una solución intermedia como la de este año, o se repetirá en el futuro? ¿Debe el Te Deum seguir formando parte del 9 d’Octubre, o ha llegado el momento de separarlo definitivamente del acto civil? La respuesta, como siempre, queda en manos de los valencianos.