Javier Furió
Director técnico deValencia Noticias
Suele ocurrir que cuando el atacado, injuriado y acosado es el fútbol, la afrenta se frivoliza de tal forma que queda relegada en el apartado de los chascarrillos de bar, la tertulia de taberna, la arenga deportiva de vestuario que toca a resistencia numantina. Es el ejercicio al que destierra el fascismo en su vertiente más reaccionaria, que recuerda por desgracia otros tiempos menos dados a la Democracia y más al consabido artículo 33 -o sea, por mis co…- que bajo los rimbombantes calificativos de “abrazafarolas” y “correveidiles” acuñara en su día don José María García en su particular cruzada contra un sillón cómodo y heredado, el del entonces sempiterno Pablo Porta, de quien el menudo pero bravo periodista deportivo del “Saludos Cordiales” se erigió en pesadilla particular.
Similar ejercicio de vanidad genética, chulería innata y genuflexas trazas con manchurrones de color azulgrana y merengue a partes iguales, muestra un tal señor Tebas que, con una desfachatez no conocida desde aquél sobre quien tanto título reuniera con sus alegatos radiofónicos el señor García. Un señor que, por encargo gubernamental y manifietsamente en contra de la legislación europea y lo que es peor, saltándose a la torera cuantos procesos, procedimientos y consultas se han puesto por delante -o sea, por el famoso artículo 33 de nuevo- no solo ha abierto al advenimiento de una ley sectaria que favorece los intereses de los poderosos Real Madrid y Barcelona -cual si Vigía de Occidente resucitara salvando el metro y medio de hormigón que le separa del mundanal ruido en el Valle de los Caídos- en detrimento de todos -y recalco en pos de una más clara comprensión de lo que implica el “todos”- los demás clubes de la Liga.
La desfachatez e inmundicia del ilegal cometido del señor Tebas no acaba tan solo con el pelotazo de la nueva Ley de Reparto Choricero Televisivo entre Florentino y Can Barça con alguna miguilla insultante para los demás -impuesto revolucionario incluido, al más puro estilo etarra-, sino que con sus dos razones -la culé y la merengue-, este aprendiz de ‘Tiburón’ (entiéndase como el mulo aquél de dientes metálicos en ‘Moonraker’) se atreve a intentar silenciar a los jugadores, con la complicidad del chascarrillo de “como son millonarios, nadie enarbolará la bandera de su defensa por pura impopularidad”.
Falso, señor Tebas. Millonarios o no -no pienso en los Cristianos y los Messis, los Casillas y los Piqués- son los trabajadores de este sector y usted, como un Díaz Ferrán cualquiera, se ha lanzado con uñas y dientes a amedrentar, silenciar y maniatar a sus representantes sindicales -entiéndase en tal papel a las hordas encabezadas por el bueno de Rubiales, bravo ex jugador levantinista que no hace más que aquello por lo que le votaron sus compañeros-. Digno, ciertamente, de aquel don Fanucci que en la segunda entrega de ‘El Padrino’ de Coppola dejaba caer el sombrero sobre la mesa para que se llenara de billetes, a cambio de su paternal protección.
Indigno panorama para todo un siglo XXI, si es que eso significa algo. Nos jugamos tener secuestrado el noble ejercicio del fútbol en manos de dos superpoderosos al servicio de los que rodarán los demás clubes de Primera, con el sueño de arrancarles de las manos alguna final de Copa, algun puesto en Champions, pero nunca el dinero. Magníficos los valores, a fe mía, que se transmitirán a nuestros jóvenes en vez de los que la práctica de éste y cualquier deporte puede y debe aportar. Luego nos quejamos. Aquí se siembran los ’15M’, señor Rajoy, señor Sánchez.