Ana María Galarza Ferri.
Periodista.
2 de octubre de 2017. Lo que parecía un lunes laborable como cualquier otro, pronto ha dejado de serlo. Hay una huelga general convocada para el día 2 y me planteo qué hacer. Por un lado, me da miedo secundarla y que desde el Govern utilicen esta movilización como apoyo a la Declaració Unilateral d’Independència (DUI); por otro lado, la quiero hacer porque las imágenes que presencié el domingo a escasos metros son intolerables en un Estado democrático de derecho. Finalmente veo que la huelga es en contra de la carga policial y decido sumarme a ella.
Por la tarde, al llegar a casa y hablarlo con mi compañero de piso, veo que tanto CCOO como UGT se han desmarcado pues consideran que “las declaraciones del president Puigdemont en la noche del 1 de octubre no dejaron lugar a dudas de que la única estrategia política que contempla el Govern es la DUI”. Ambos sindicatos se retiran de la convocatoria; aún así, me sumo al parón.
11:10h. A las puertas del Ramon LLull, uno de los colegios donde cargó la Policía Nacional, hay una concentración y la gente se aglutina entorno a la entrada para llenarla de flores. Por la calle paralela, el Carrer Aragó, una multitud vaga dirección al centro, el tráfico está cortado en gran parte de la ciudad.
La imagen al llegar a Via Laietana es sorprendente, absolutamente toda la avenida está llena de gente que se dirige a Plaça Universitat. Al llegar allí, más muchedumbre. Carrer Pelai, Via de les Corts Catalanes, Plaça Universitat… todo el centro está tomado por ciudadanos al grito de “els carrers seràn sempre nostres”, “Rajoy dimisión” o “los catalanes hacen cosas” aunque estos suceden a otros de “español el que no bote”, “independència” o “visca Catalunya lliure”. Lo que a priori parecía una manifestación en contra de los golpes que recibieron muchos ciudadanos, se ha convertido en una concentración a favor del Sí donde la Estelada es una de las protagonistas principales.
Amigos no independentistas, aunque tampoco con un claro sentimiento español, comienzan a comentar que no se sienten cómodos, no han salido a la calle ni secundado esta huelga para gritar “Bote, bote, bote, español el que no bote” aunque, cierto es también, que hay quienes lucen a su espalda una bandera de España y se les trata desde el respeto.
Después de un rato en Plaça Universitat, el ambiente festivo toma absolutamente la plaza. Nos vamos a comer, esta tarde volveremos de nuevo.
17:55h. En Passeig de Gràcia no cabe un alfiler y la manifestación va a seguir el mismo recorrido que hizo el desfile en contra del terrorismo, solo que esta vez terminará en Via Laietana, ante la sede de la Jefatura Superior de la Policía de Cataluña.
En esta convocatoria la media de edad de los manifestantes ha subido considerablemente y, aunque también hay esteladas, la cantidad se ha reducido. El grito principal es “els carrers seràn sempre nostres” y, esta vez sí, la huelga general es en contra de las actuaciones policiales.
19:25h. Realizamos todo el trayecto y vemos todo tipo de pancartas, desde un “no estaba muerto, estaba de parranda” acompañando a la imagen de Franco hasta un amable “estimar a Catalunya sense ser independentista, querer a España sin ser facha”.
Ante la puerta de la Jefatura, cánticos de todo tipo; “no es toquen als nostres avis” hasta un irrespetuoso “no sois nada sin farlopa”. Lo más sorprendente es cómo los Mossos d’Esquadra se han convertido en héroes en pocos meses, “els Mossos son la meva policia”.
20:15h. El rey dará su discurso a las 21:00h. -él no comparece ante los medios- y Nochebuena se convierte en tendencia en Twitter, al menos nos queda algo de sentido del humor. Nos vamos hacia casa para poder verlo en directo y de camino debatimos sobre todos los acontecimientos de estos días. Muchos, por supuesto, no se sienten representados por el famoso “a por ellos” pero tampoco por el “español el que no bote”. Durante estos días se ha repetido que Puigdemont ha dividido a la sociedad catalana, pero no solo la sociedad catalana está dividida, lo está todo el país -entendiendo como país a todo el estado español-. Las ideas se han polarizado al máximo, o estás conmigo o estás contra mí y eso, me van a perdonar, pero nunca es bueno. El abanico de grises nos permite escuchar y respetar opiniones diferentes a las nuestras, las entendamos y compartamos o no. Eso es el diálogo, la convivencia, el entendimiento y la democracia. Muchos nos hemos quedado en tierra de nadie y no tenemos muy claro cómo actuar. El rey está a punto de aparecer ante nuestras pantallas así que aceleramos el paso para llegar pronto a casa.
21:00h. “Determinadas autoridades de Cataluña (…) han venido incumpliento la Constitución y su Estatuto de Autonomía (…) Se han situado al margen del derecho y de la democracia”. Cero alusiones a los más de 800 heridos, cero acercamiento hacia los catalanes y cero defensa de los valores que, considero, todavía quedan en España. No era tan difícil ofrecerse como mediador en el más que necesario debate entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Lo único que ha hecho ha sido apagar un fuego echando una cerilla. Ojalá en algún momento aquello de “estaban un catalán, un gallego y un madrileño” vuelva a terminar como un chiste. Que solo los besos -y las risas- nos tapen la boca.