- Susana Sorribes Membrado
Doctora en Psicología
Inspectora de Educación en la CV
Profesora Asociada de la UJI
Profesora Asociada de la UNED - Concepción Gómez Ocaña
Profesora Honoraria de la UV
Profesora Máster Educación Social
No es fácil comenzar a explicar algo que no conocemos, incluso es incierto. Esta semana pasada vimos en el periódico unas fotos de alumnos pertrechados con sus equipos de protección: pantalla facial y mascarillas. Eso sí, eran muchos más que 25 y sobre todo iban todos vestidos iguales con un impoluto chándal deportivo. China ha vuelto a abrir sus colegios y Francia anuncia que el 12 de mayo comenzaran las clases escalonadamente. Es normal que pensemos en la desescalada, volver a ser libres es lo primero, pero también cabría pensar cómo serán las clases en el curso 2020-21, dejemos que la improvisación no se instale en nuestra forma de ser y planifiquemos en función de los múltiples escenarios.
Lo que vamos a exponer aquí, no es un escenario de película de ciencia ficción, es posible que la realidad que vivimos, genere en un tiempo no muy lejano películas para llenar cines. Pero la realidad es que llevamos 45 días sin salir de casa y este domingo ha sido el primer día en que los niños menores de 14 años han podido salir a dar un paseo de una hora. Nos sorprende ver en los periódicos, como otros países dirigidos por mujeres, ya han decretado el regreso a la vida más normalizada, pues no han contado con tantos decesos y contagiados, porque simplemente las políticas de prevención se asumieron más pronto, como indico la OMS del 22 de enero de 2020.
Saldremos a la calle otra vez, estamos luchando todos para ello, pero nos anuncian que no habrá festivales de verano, las vacaciones las mínimas y cercanas en el ámbito nacional, al parecer las relaciones sociales se restringen a los encuentros con familiares y amigos más cercanos, quizás antes habrá que tomar la temperatura para prevenir el contagio, o quizás pidamos los antecedentes de haber pasado el último test de un modo negativo o poseer anticuerpos. Iremos a los bares, pero en las terrazas, con distancia y aforo reducido. Volveremos al trabajo a turnos, pero con mamparas entre las mesas, guantes, mascarillas y seguridad en la distancia, ante todo, protección.
¿Qué podemos hacer entonces como gestores de la educación, para la protección de nuestro alumnado? Pensar en lo que puede venir. Planificar. Lamentablemente en España, se ha demostrado estos días, que cada CCAA toma medidas educativas diferentes y cada una lleva distintas velocidades, así se ha demostrado en lo referente a la evaluación y promoción de curso. Cada cual quiere tener su hoja de ruta y su criterio propio, a falta de un criterio común inviable.
En septiembre quizás ya nos habremos acostumbrado a no besar, a no abrazar, a guardar las distancias y tendremos más interiorizado que hay que ser precavidos para no contagiarse. El aumento de las temperaturas, quizás no será la solución esperada, visto la expansión del coronavirus por países de climas cálidos. Ante todo, habrá que analizar la situación conductual, psicológica, social/relacional de los alumnos post confinamiento. Su situación va a depender mucho de los distintos tipos de organización familiar durante el confinamiento, de los estímulos que hayan recibido. Según todo esto, los niños más o menos resiliencia, no olvidemos que los niños tienen una gran capacidad plástica, aprenden rápido, y consolidan hábitos que les sirven para adaptarse a vivir situaciones distintas en mejores condiciones. Es muy posible que la sociedad no vaya a tener previsiblemente el mismo comportamiento, nuestros alumnos quizás también sean diferentes, después de una experiencia tan dura e inesperada, provocada por una crisis de Salud Pública, que ni los más mayores recuerdan una situación igual. Además, según dicen los expertos, con toda seguridad se producirá una crisis económica de dimensiones mundiales similares a la época de la gran depresión, a causa de las normas sanitarias que forzosamente se han tenido que dictar y que han forzado a la hivernación del sistema productivo. Seguramente los cambios sociales, económicos y sanitarios serán profundos. El sistema educativo tendrá que estar preparado para afrontar esta situación, y las que en el futuro puedan llegar, ante un nuevo brote del coronavirus o de nuevas pandemias.
Cabe pensar, que será necesario un nuevo modelo de organización educativa post COVID_19, que contemple escenarios de docencia alternativa, así como soluciones innovadoras. Todo eso es fácil de decir, pero no tan fácil de llevar a cabo, por lo que nos atrevemos a enumerar algunas acciones aventurando un escenario de prevención ante la presencia continua del coronavirus en nuestras vidas, sin medios para erradicarlo hasta que no tengamos a nuestro alcance una vacuna efectiva:
Las infraestructuras educativas que, por supuesto no se tuvieron en cuenta al diseñar los espacios, las distancias de seguridad, porque nadie podía imaginar en aquel momento lo que podía ocurrir. Comencemos por lo que parece una obviedad, pero lo primero es desinfectar a fondo los centros y las aulas, por servicios especializados y por las empresas de limpieza. No olvidemos que nos informan que el virus permanece en objetos de madera, metales y ropa hasta 5 días. La desinfección debe ser una costumbre nueva a implantar al alumnado en el día a día del centro, del aula, y del propio alumno como hábito,.(el lavado de manos a menudo). Instruirles en los distintos ámbitos de la Educación para la Salud, va a ser imprescindible, no olvidemos que la información es prevención. Sería necesario hacer un plan de prevención para la salud, he incluirlo en el reglamento de régimen interior, que es de obligado cumplimiento pora toda la comunidad educativa. Esta claro que el incumplimiento de estas normas de seguridad debería reflejarse en el plan de convivencia del centro.
Comencemos el día de una escuela, imaginando una entrada en fila, guardando las distancias, habrá que llegar más pronto al centro, o una entrada escalonada. La entrada será el momento para pasar un control de temperatura con un termómetro de infrarrojos y la consiguiente limpieza de manos en el expendedor de gel alcohólico desinfectante, incluso llevando guantes. El centro educativo deberá tener material de protección de repuesto, para cubrir roturas y sobre todo para cubrir a los alumnos que no dispongan de ellas.
En infantil y primaria las aulas están diseñadas para una ratio de alumnos 1/25, habrá que buscar soluciones de organización escolar, configuración de grupos que permitan tener la mitad de la ratio en un aula, teniendo en cuenta a la vez la optimización de los espacios del centro. La famosa jornada partida podría desaparecer y trasformarse una jornada continua centrada en un modelo educativo que combinara la jornada presencial con la educación “on line” en distintos espacios del centro. Es impensable que los alumnos de edades tempranas se queden en casa cuando los padres se hayan incorporado al trabajo, por ello habrá que buscar soluciones creativas con los Ayuntamientos. En una clase de primaria los alumnos deberán sentarse en pupitres de uno en uno, guardando las distancias de seguridad, deberán llevar protección (guantes y mascarilla). El gigante asiático ha optado por poner mamparas entre alumnos y limpiar las aulas entre 3 y 5 veces a día. En secundaria, bachillerato y formación profesional podría ser más fácil, dado que el sistema permite hacer turnos de mañana y tarde fomentando las asignaturas con parte presencial y con parte “on line”. Los alumnos disponen de autonomía, y de formación en nuevas tecnologías que propiciaría el cambio de paradigma y sobre todo de modelo organizativo más flexible.
Por supuesto si se quiere guardar las distancias se deberán regular los recreos, a modo de turnos para que los alumnos tengan espacio para no fomentar el contacto, situación esta, que nos parece imposible pues requerirá una estrecha supervisión de la acción lúdica por parte de los docentes, no olvidemos que el patio es el momento de mayor contacto.
El comedor será otro foco de contagio, pues deben ser retiradas las mascarillas para poder comer y establecer separaciones entre alumnos en las mesas comunes. Es evidente que, si se aplica una reducción de comensales en un restaurante, también deberán hacerse turnos para respetar las distancias, o buscar espacios al aire libre para evitar en la medida de lo posible la proximidad. Países como Francia ya han planteado que no habrá comedor y que este se sustituirá en el caso necesario por becas para la alimentación.
Las medidas aplicadas en el ámbito del transporte público se deberán establecer en el transporte escolar. Ello supondrá un aumento de líneas, a no ser que se buscará un modelo educativo “semipresencial”, con seguimiento por videoconferencia para aquellos alumnos con transporte, en determinadas etapas educativas con alumnado con suficiente autonomía. Los centros con residencia para el alumnado tendrán solucionado el tema del transporte, pero no dejarán de tomar medidas para que sus alumnos no coincidan en sus habitaciones, ni compartan en número excesivo los espacios comunes como, (comedor, biblioteca, sala de estudios, lavandería, duchas, turnos de desayuno y comida, etc.)
En otro orden de cosas, tras el COVID-19, hay que repensar el modelo de formación del profesorado, tenemos que tener unos claustros de profesores preparados para llevar a cabo modelos distintos de enseñanza-aprendizaje, con una gran capacidad de innovación, venciendo las reticencias al cambio. Por desgracia lo hemos tenido que vivir en forma de pandemia y los docentes, han tenido que dar respuesta y así lo han hecho, con infinidad de materiales en la red a través de plataformas: Drive, Gmail, Youtube, Instagram, Facebook, Phalets, Kahoot, Zoom, Duo, Rebost educatiu, Webex y Aules. Habrá que crear materiales para uso “on line”, para acceso rápido en la red, para ir abandonando el libro de texto, e ir introduciendo los contenidos digitales en tablets y redes. La forma de enseñar ha cambiado en 45 días, y a lo mejor es sacar las ventajas de ambos modos de enseñanza, lo presencial es necesario, enriquecedor, con miles de matices, pero lo “on line” es rápido, estimulante, novedosos para la generación “Z”, por lo que no retrocedamos en lo conseguido en este salto tecnológico sin precedentes, no olvidemos que crisis significa oportunidad. Siempre hemos pensado que por mucho que lo diga una norma, si el docente no siente la necesidad de cambiar no lo hará, ahora la necesidad se ha dado y por ello nuestra formación debe seguir en ese camino, no cabe volver a una zona de confort ya abandonada. No podemos olvidarnos, cuando hablamos de introducir con mucha más fuerza la educación “on line”, que no todas las familias ni todos los centros escolares, tienen la misma posibilidad de acceso a las redes ni el material adecuado. Por eso, este modelo organizativo debería estar dotado de material informático y conectividad 4G, sería una buena oportunidad para que los centros se transformen en centros tecnológicos, porque la docencia ya no será solo presencial. Deberemos estar preparados para que si el invierno del 2021 surge otro brote de coronavirus podamos acceder a una enseñanza “on line” durante un mes si fuera necesario un nuevo confinamiento.
No será menos problemático, cómo plantear la evaluación, ahora mismo ya está siéndolo, deberán estar muy claros los criterios, o mejor dicho qué tipos de evaluación conjugar, quizá sería un buen momento para alternar la evaluación escrita y la oral, sería una buena ocasión para mejorar la expresión oral de nuestros alumnos, creándoles hábitos de oratoria. La evaluación deberá centrarse en el “saber hacer”, en el producto, así como en la transferencia de conocimientos adquiridos. Hay que pensar en una evaluación competencial y continua.
Si descuidamos la planificación el sistema educativo nos encontraremos con un descenso del nivel cultural de nuestro alumnado y no podemos permitirnos este resultado dado que la educación es el futuro de la sociedad, en esta responsabilidad estamos incluidos todos (la administración educativa, los padres, equipos directivos, el profesorado de centros y la inspección de educación). Sin un buen modelo educativo no podemos pensar en tener una sociedad avanzada, para tomar las riendas del desarrollo de un país. Por ello planifiquemos y pensemos con antelación, pero todos juntos. Una de las grandes lecciones aprendidas, es que deberemos aumentar la inversión nacional y por tanto autonómica en tres áreas: la educación, la innovación, las ciencias e investigación para la salud. Terminamos con una frase de Larry Page, cofundador de Google y CEO de Alphabet:
“Sé que parece que el mundo se está desmoronando, pero en realidad es una gran época para volvernos un poco locos, seguir nuestra curiosidad y ser ambiciosos. No abandonéis vuestros sueños. ¡El mundo os necesita!”.