Celia Dubal
periodista
Esta es la pregunta que sale con cierta frecuencia en algunas de las conversaciones que mantengo habitualmente con amigos y colegas sobre política y sobre las estrategias comunicativas en política (sí, me rodeo de gente con inquietudes, es bueno para la salud) y en una de esas estábamos el otro día, mientras degustábamos un plato de oreja (somos gente con inquietudes pero mantener la línea no es una de ellas…), Sandra, fiel lectora de esta columna y periodista, Jose y Susi y me dije: “pues ya está bien de darle vueltas, escribiré una columna al respecto y todo quedará aclarado”.
Podemos es Pablo Iglesias. Por mucho que él se esfuerce en decir que no es un líder si no un portavoz y el cabeza de lista en las Elecciones Europeas, Podemos sin Pablo no hubiera tenido el poder que tiene hoy. Se pudo ver claramente cuando el día de los comicios muchos nos sorprendimos de que, precisamente Podemos fuera el único partido en cuya papeleta no aparecía el logotipo de la formación, si no la foto de Pablo Iglesias.
¿Será porque su cara era más reconocible para el gran público que el logo de su formación? Seguramente sí. Porque, puntualizando, Podemos no sería Podemos sin Pablo Iglesias y sin la televisión. Más allá de análisis sobre comunicación política, en cuyo campo me encuentro en pañales y no puedo más que remitiros a los escritos de mi compañero de columna José Antonio Palao Errando (http://lasuficienciadeloobvio
Para empezar, como decíamos, la opción política ‘portavoceada’ por Iglesias surge alrededor del propio Iglesias como figura mediática a raíz de su participación en tertulias políticas. Y aquí mi primera sorpresa: las tertulias políticas ganan audiencia. Es más, _laSexta Noche, _programa de actualidad y debate donde el portavoz de Podemos era (y es) un habitual, se emite los sábados por la noche, una franja difícil para conseguir espectadores pues la mayoría, o tienen la televisión apagada u optan por alguna película o sintonizan el partido de fútbol. También habitual de _Las mañanas de Cuatro_, Iglesias ‘luchaba’ contra magazines algo más ‘ligeritos’ como el _Programa de Ana Rosa _o el concurso _La Ruleta de la Suerte_. Vaya por delante pues el hecho de que, en situaciones políticas (y económicas) complicadas, la población en general parece implicarse más, preocuparse más por la información política, un caldo de cultivo en el que la línea argumental de Podemos ha puesto la guinda.
No descubro nada nuevo si apunto que Pablo Iglesias ha dicho aquello que muchos pensaban, aprovechando su papel de profesor universitario, dejando de lado los manidos discursos de los políticos, los argumentarios de partido, las herencias heredadas y el desgaste acumulado. Sí, Iglesias parecía uno de los nuestros. La televisión nos lo ha metido en casa pero ha sido él, su forma de ser, verdadera o ‘postureo’ (aquí hay versiones para todos los gustos), quien ha tomado las maltrechas esperanzas del común de los mortales en la clase política y las ha hecho migajas: no hay esperanza si sigues confiando en la ‘casta’, mira hacia a otro lado, toma el poder, NOSOTROS PODEMOS.
¿Populista? ¿Demagogo? Insisto en que los ataques y defensas de Iglesias surgen por doquier y cada cual tendrá su opinión. A mí, en este caso, me interesa más el poder de la televisión que el del propio Iglesias aunque es difícil separar uno de otro. Voy a resumir porque aquí, mis queridos editores, me ‘aconsejan’ un límite de palabras en mis columnas y no me gustaría decepcionarlos: me pregunto si Pablo Iglesias llegó a la televisión con la idea de entrar en política o esa iniciativa surgió después de ver que muchos telespectadores congeniaban con su ideario.
En cualquier caso, la televisión no ha hecho a Iglesias ni ha hecho a Podemos, tan sólo ha acelerado su llegada a la conciencia de los votantes. Estoy convencida de que la semilla de la nueva formación política residía en muchos de los españoles que sufren cada día la crisis, Iglesias ha sido el agua que la ha hecho germinar y la televisión, la regadera con millones de agujeritos por los que Podemos ha llegado a cada uno de los potenciales votantes.
Y, para mí, el verdadero papel que la televisión ha jugado en todo este acontecimiento político-mediático-sociológico ha sido el que se le atribuye habitualmente: atontarnos. Me explico: Pablo llegó a casa, se sentó, charlamos e hicimos migas con él sin darnos cuenta de que iba a acabar pidiendo algo, en este caso, el voto. Y después de un año de amistad, ¿cómo se le niega algo tan sencillo de ofrecer a quien ha dicho a millones de espectadores lo que a ti te gustaría gritar a los cuatro vientos? No nos dimos cuenta de que Podemos iba a llegar de la mano de Pablo Iglesias, nos limitamos a conocer a la persona, sin etiquetas, a escucharle con atención sin más, por puro placer, curiosidad, inquietud… y, lo de después, fue pura inercia.
Respondiendo a la pregunta que encabeza este artículo: Podemos le debe casi todo a la televisión como medio de comunicación de masas, pues ha acelerado el calado de su discurso entre los votantes. Un discurso que hubiera llegado también pero muy poco a poco, con cuentagotas y, tal vez, cuando la crisis empezara a remitir.
Ahora llega un nuevo reto. Ahora el líder de Podemos continúa siendo habitual en programas de televisión y tertulias, alentado, entre otros, por la gran _lideresa_ del PP, Esperanza Aguirre, en una estrategia por ensalzar a Podemos como enemigo a batir quitándole ese papel al PSOE e intentado así restarle votos. Pero ahora Pablo Iglesias ya no es Pablo Iglesias, el profesor progre, el tertuliano que no tiene miedo a decir las cosas como son. Ahora Iglesias es un eurodiputado, es el líder de Podemos, una organización política, y, aunque siga sin miedo a decir lo que todos pensamos, ahora los demás ya no pensamos en él como un compañero con el que debatir de política en el salón de tu casa, ahora todos pensamos en él como un señor que cuando toque a la puerta de nuestra casa querrá pedirnos algo: nuestro voto. Empieza una nueva etapa en la relación Podemos-televisión y, quizá, dentro de un año podamos retomar este debate ya con el resultado de las elecciones locales y autonómicas en la mano. Habrá mucho que decir, ¿no creéis?