Manuel Moret (*)
(*) Ex concejal del Ayuntamiento de Valencia. Militante socialista.
Miembro de la plataformaESPERANZA SOCIALISTA. Manolo Mata
No ha hecho falta esperar los 100 días protocolarios. Sesenta han sido suficientes para ver con tanta claridad como dramática preocupación, el inicio del viaje de regreso de España a la penumbra de las cavernas.
Los drásticos ajustes en gasto social e inversión pública efectuados por Rajoy, –eufemismo con el que se pretende enmascarar el desmantelamiento del estado del bienestar – y que van a ahondar aún más los nocivos efectos con los que esta Gran Recesión está castigando a la sociedad española, no han satisfecho suficientemente a quienes, con la excusa de recuperar la pérdida de competitividad de nuestra país, han estado insistiendo tenazmente en la necesidad de rebajar hasta lo insoportable, los costes del trabajo.
Así que éste gobierno les ha regalado una “agresiva” reforma laboral; una auténtica bomba de relojería con la que dinamitar el estado social y democrático de derecho que proclama nuestra Constitución.
Incluso, al parecer, no ha sido suficiente elevar a rango constitucional la “consagración” del déficit cero, alejando así la posibilidad de que gobiernos progresistas puedan “caer” en un futuro, en la tentación de impulsar políticas keynesianas de corte socialdemócrata.
Había que sentar las bases para impedir que alguien cometiera la herejía heterodoxa de tratar de restablecer el pacto social que ahora se destruye.
Por eso, como pretendió hacer la “dama de hierro” en el Reino Unido, ha sido preciso debilitar la participación de los sindicatos en la vida social y democrática del país, dejando así que sean los empleadores, junto a los defensores de la ortodoxia neoliberal, los que decidan cuanto y como distribuir el fruto conseguido por el esfuerzo colectivo de todo el país. Efectivamente, estamos en el inicio de un retroceso histórico de incalculables consecuencias.
Por eso, recuperar la influencia histórica que la socialdemocracia ha ejercido en la modernización de las sociedades europeas, es hoy una tarea urgente. No se trata de recurrir a recetas del pasado, sino de elaborar alternativas capaces de superar los nuevos retos y combatir con firmeza los gravísimos problemas que una globalización hegemonizada por el neoliberalismo que está ahondando profundamente las diferencias sociales, fomentando la insolidaridad y depredando los recursos del planeta.
Hoy más que nunca hay que poner en valor los principios de la socialdemocracia. Hoy más que nunca, necesitamos que las izquierdas constituyan una verdadera alternativa de gobierno ante una derecha regresiva.
Y hoy, mucho más que ayer, necesitamos líderes para el mañana, líderes que junto a muchas mujeres y hombres comprometidos, sean capaces de convertir la ESPERANZA SOCIALISTA en la aspiración mayoritaria de la ciudadanía.