El Teatro Talía recibe, del 4 al 12 de diciembre, a Jaume Policarpo y Adriana Ozores en la conocida pieza ‘Petit Pierre’, de la escritora canadiense Suzanne Lebeau, bajo la dirección de Carles Alfaro, quien estuvo ausente de los escenarios valencianos durante los últimos tres años, y con producción de la compañía valenciana Bambalina Teatre Practicable.
‘Petit Pierre’, es una intensa pieza que apuesta por la calidad humana. La obra, basada en hechos reales, narra la historia de Pierre Avezard, un granjero francés que durante 40 años elaboró un mundo paralelo, poblado por pequeños seres de hojalata articulados, en un enorme carrusel, metáfora del S.XX y muestra de un intenso amor por la vida.
Con esta obra en cartel, el teatro Talía confirma una línea de programación que reúne caras conocidas y espectáculos llegados de distintos puntos de España con propuestas de compañías valencianas, promoviendo la calidad y el dinamismo en la escena autóctona.
Jaume Policarpo interpreta a Pierre Avezard, el protagonista de la historia, de igual modo Policarpio es el encargado de una escenografía que reproduce el mágico mundo que creó este sencillo granjero francés para expresar su pasión por la vida.
Nacido prematuramente en Francia(1902-1992), medio ciego, casi sordo y mudo, tuvo que abandonar la escuela a las siete años para convertirse en pastor. Pero, lejos de sentirse aislado en los campos, observando la naturaleza y a los hombres, Pierre desarrolló una intensa curiosidad por todo lo que le rodeaba. Y la tradujo en un proyecto en el que trabajó más de 40 años.
Poco a poco, de manera autodidacta, fue creando figurillas articuladas de hojalata y plancha de metal y las ensambló en un carrusel que fue creciendo hasta convertirse en un mundo paralelo, lleno de poesía, ternura y un particular humor que transformaba, por ejemplo, a las bombas de los bombarderos en remolachas con las que alimentar a las vacas en el campo.
Desde la incomprensión y el ostracismo, la mirada limpia de Pierre, ofreció una metáfora de la transformación y del constante movimiento que caracterizó al siglo XX, así como de la belleza de lo cotidiano y su necesidad de comunicación le a convertir su sorpendente carrusel en un museo que abría gratuitamente todos los domingos para compartirlo con un público, cada año más numeroso, que venía de distintos puntos de Francia y del mundo a visitarlo.
Ozores narra la historia del pastor que transcurre en paralelo a los convulsos hitos históricos. Pero, a través de los ojos de Pierre, vemos estos grandes acontecimientos desde el prisma más tierno, más sencillo, más cálido. Un mensaje vitalista que se refuerza con la sutilidad en la dirección y la naturalidad de la interpretación de sus protagonistas, así como una cuidada escenografía que reproduce la idea del carrusel como símbolo de, imparable, que gira; un espectáculo que merece la pena observar.
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