Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y la Universidad de Alicante (UA) advierte sobre el riesgo que representan muchas de las zonas adecuadas para la instalación de parques eólicos marinos, al ser “núcleos vitales” para la fauna. Publicado en la revista Journal of Environmental Management, la investigación cuenta además con la participación de las universidades de Murcia y Complutense de Madrid, según informó la UMH en un comunicado.
El estudio utiliza un modelo predictivo que sugiere que aves y mamíferos marinos se alimentan en lugares donde las corrientes de viento son más intensas, y sus poblaciones “podrían estar en peligro si se instalan parques eólicos en esas zonas”, según una de sus conclusiones. Por ello, se recomienda desarrollar mapas de riesgo antes de planificar estas instalaciones para minimizar el impacto en la biodiversidad.
En un momento en que la energía eólica marina está en expansión global como respuesta a la crisis climática, este estudio, en el que participa Juan Manuel Pérez García, profesor de Ecología de la UMH, resalta la importancia de entender los posibles efectos sobre los ecosistemas marinos para un desarrollo sostenible. Pérez García, con experiencia en estudios sobre el impacto de los parques eólicos terrestres en las aves, señaló que tanto en la planificación como en la operación, existen diversos aspectos de los generadores eólicos en el mar que afectan a la fauna.
Aunque puede haber efectos positivos, como la creación de santuarios debido a la prohibición de la pesca, también existen consecuencias negativas, como colisiones, ruido submarino y alteraciones del hábitat, señaló. Es fundamental anticipar las concentraciones de fauna marina en las áreas seleccionadas para las turbinas, ya que la monitorización de todos los animales marinos es impracticable, explicó Pérez García.
El estudio sugiere utilizar la estructura de la cadena trófica marina —desde el fitoplancton hasta los depredadores superiores— para predecir las zonas de alimentación de aves y mamíferos marinos. A partir de esta información, los investigadores elaboraron mapas de riesgo globales que combinan áreas de alta riqueza biológica con datos de densidad del viento, identificando los lugares más propensos para la instalación de parques eólicos.
El modelo revela una estructura de control trófico “de abajo hacia arriba”, donde la riqueza de aves y mamíferos marinos depende de la biomasa disponible en niveles inferiores de la cadena alimentaria. “Curiosamente, no es la diversidad de peces lo que más influye, sino su biomasa: la cantidad de alimento importa más que la variedad”, explicó Pérez García, destacando cómo algunas especies dependen directamente del plancton, mientras que otras se alimentan de peces que, a su vez, consumen estos organismos microscópicos.
Los resultados evidencian una notable superposición entre zonas de alimentación y regiones de alto potencial eólico en el hemisferio norte. En el hemisferio sur, aunque el solapamiento es menor, los autores advierten que esta diferencia podría deberse a la falta de datos más que a un menor riesgo real. “Estos mapas de riesgo son herramientas clave para anticipar conflictos entre conservación y energía. No se trata de detener la transición energética, sino de hacerla compatible con la biodiversidad”, subrayó Pérez García.
El estudio resalta que muchas áreas de alto riesgo para la fauna marina están fuera de las áreas marinas protegidas, limitando su capacidad para mitigar impactos. Por ello, se sugiere ampliar la cobertura y funcionalidad de estas áreas, incorporar información ecológica en la planificación espacial marina y establecer “zonas de exclusión” priorizando la biodiversidad sobre nuevos desarrollos energéticos. Para ello, se considera esencial proporcionar a las administraciones herramientas espaciales basadas en conocimientos científicos independientes y actualizados.
El seguimiento de aves con dispositivos GPS se presenta como fundamental para delimitar áreas de mayor riesgo y evaluar su comportamiento. Utilizando estas balizas, algunos investigadores han observado que ciertas aves evitan los parques eólicos marinos. El siguiente paso será determinar si las turbinas afectan los patrones de alimentación de aves y mamíferos marinos. Este estudio ha sido liderado por la Universidad de Alicante y financiado por la Generalitat Valenciana, el Ministerio de Ciencia e Innovación y fondos europeos.