Juanfran Barberá.
Licenciado en Derecho
Apenas lo conocí, era mayor y cada vez que lo veía inevitablemente me recordaba a mi abuelo, por muchos motivos. Sus arrugas eran hereditarias del paso del tiempo, su pelo canoso pero bien peinado, sus facciones, su semblante y su oratoria transmitían paz, serenidad y sosiego.
No tengo ninguna duda de que era un hombre bueno, humilde y sincero. Como muestra un botón: en una ocasión, yo “choto convencido” coincidí en una cena en la misma mesa. Iba acompañado por su hijo Javier.
Hablamos de música, concretamente de bandas y de algunos profesores que he tenido mientras en mi juventud estudié el arte de combinar los sonidos con el tiempo.
Los conocía a todos y su memoria privilegiada le hacía contar anécdotas mientras los ojos le brillaban de emoción. La charla acabó tocando muy de soslayo el tema futbolístico y con la boca pequeña medio susurró “ mi nieto Quico es el presidente del Levante U.D.”, esbozando una sonrisa entre pícara de ver la gran marcha del equipo y de satisfacción de ver el trabajo de su nieto al frente de la entidad granota. Me rendí a su manera de afrontar la charla futbolística y he de reconocer que me ganó el corazón que late un poquitín levantinista gracias a ese día.
Llegó a ser Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Valencia, concejal de Ferias y Fiestas, cosa que recordaba con la añoranza de quien sabe que hizo bien su trabajo. Mucha culpa de ello fruto de su talante y carácter conciliador, reposado y sosegado.
Estaba comprometido con su ciudad Valencia, con sus tradiciones y con su cultura. Pero las anécdotas van más allá de una enumeración de actos y conmemoraciones, de unos títulos, reconocimientos o galardones. La letra pequeña también es importante en la vida de un ser humano como fue don Pedro. Enamorado de su barrio de Russafa, este vicentino convencido también participó de obras de teatro como actor junto a otro Ruzafeño de pro como Salvador Barberá interpretando juntos el “Tenorio” de Zorrilla”.
Deja un gran recuerdo lleno de virtudes, de actitudes, muchas de ellas reflejados en sus textos, discursos y poesías que él mismo escribía…pero sobre todo de humanidad y humildad. La misma que mostraba al abrir su corazón y dedicarte unas palabras, la misma que hacía que tras un reencuentro después de muchos años, abriera las puertas de su casa a quien él creyó oportuno, la misma con la que amó a su familia y difundió la palabra de Dios. Buena prueba de ello es la gran cantidad de ciudadanos que se concentraron para darle su último adios.
Hace poco “ El capítulo de Caballeros Jurados de la ciudad de Valencia” tubo a bien concederme su medalla de oro y don Pedro no se encontraba en la celebración del “Capítulo Extraordinario” debido a su delicado estado de salud. Tenía ganas de volver a hablar con él, de su Levante, de los milagros vicentinos, de música…pero se fue, y ya no volveré a tener la oportunidad de disfrutar de aquel agradable anciano en persona, pero nos queda su legado y sus convicciones para seguir honrando y recordando su figura.
Gracias don Pedro Catalán Hurtado.