El micromundo del Holocausto
El Péndulo | Jimmy Entraigües.- Chema Cardeña vuelca su pluma (a la par de dirigir y formar parte del trío protagonista) al servicio de una historia que hurga en el ascenso del nazismo en la Alemania de los años 30’ del siglo pasado. ‘Shakespeare en Berlín’ se articula bajo una línea medular que pasa por la amistad y la familia hasta alcanzar la sociedad berlinesa y por tanto su eco sobre el país. Su radiografía se alza desde el micromundo social (y más íntimo) hasta tocar el núcleo de la ciudadanía alemana: el sentimiento nacionalista (que el nazismo supo difundir como nacionalsocialismo). Bajo esta premisa, Cardeña elabora un texto crudo, sin revestimientos, componiendo una dramaturgia que avanza fluida y sin aristas. La vieja amistad entre un fotógrafo, de la que también es partícipe la mujer de éste, y un actor judío, sirve de plataforma para mostrar los cambios sociales y la grieta que se va generando entre los amigos.
Una identidad de sociedad elegida y poderosa va tomando cuerpo en el matrimonio al tiempo que restan importancia al ataque xenófobo, racista y excluyente que practica el poder institucional de Hitler.
El texto ahonda sobre la persecución del pueblo judío y la descomposición que vive la sociedad germana hasta la caída del nazismo con la llegada de la Segunda Guerra Mundial. Para ello, Cardeña juega con dos elementos escénicos muy bien utilizados: la vivienda del matrimonio y la inclusión de imágenes en vídeo sobre la Alemania que se vivifica en la obra, junto al testimonio de judío que sufrió persecución. El recurso visual, que siempre es una apuesta de riesgo en la escena, logra su objetivo: sitúa de pleno al espectador en los hechos y facilita las transiciones escénicas.
Hay que felicitar al trío protagonista compuesto por el propio Cardeña, Juan Carlos Garés e Iria Márquez que logran dan cuerpo y vida a unos personajes intensos, cargados de tensiones y personalidades de vivo contrapunto.
‘Shakespeare en Berlín’ deja otra lectura, más allá de su fotografía social: la lectura, el teatro, Shakespeare, la palabra…, nos pueden salvar y…, ¡bendito sea el mensaje aunque nos acerque al horror! Quedan dos funciones en Sala Russafa, no se la pierdan