Claudie Haigneré fue la primera austronauta europea en arribar a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Su vida era genial. Cumplía sus sueños y lo hacía al lado del hombre que amaba: Jean-Pierre Haigneré, su marido, también astronauta.
Luego de trabajar una década investigando el espacio, Haigneré decidió volcar sus conocimientos en el gobierno francés como ministra delegada de Investigación y Nuevas Tecnologías, entre 2002 y 2004, y como ministra delegada de Asuntos Europeos hasta 2005. Pero las cosas no anduvieron del todo bien. Los recortes en ciencia se multiplicaron pese a los esfuerzos que hizo desde su posición.
Tres años después, en diciembre de 2008, todo se volvería fatal. Haigneré fue trasladada de urgencia a un hospital, presuntamente luego de un intento de suicidio. Había ingerido pastillas para dormir que le habían provocado una sobredosis. Y una versión que salió a la luz ahora pone más misterio a este súbito cambio de actitud en su vida. “¡La Tierra debe ser alertada!“, gritó antes de caer inconsciente.
Días después, tras permanecer en coma, fue dada de alta. Comenzó de nuevo. En aquel entonces, Haigneré indicó que se trató de un exceso de estrés y continuó con sus costumbres, aunque ya no siguió trabajando, al menos por un tiempo. Ahora se desarrolla como directora de la Ciudad de las Ciencias y la Industria, uno de los museos más grandes de Europa.
Lo cierto es que a pesar de las entusiastas hipótesis respecto de las motivaciones que habría tenido Haigneré para quitarse la vida, hoy es una importante exponente de la ciencia de su país. Alejada del espacio y, mucho más, de supuestos extraterrestres.