Última ronda fallera. Por la mañana no tenemos más remedio que coger el coche para presenciar por última vez la falla más grande de todas, Nou Campanar, que por su situación -enmedio de un solar yermo y despejado- parece este día 19 un lugar de peregrinación, nuestra ‘Meca’ particular. Nos resulta casi imposible aparcar así que nos dejamos el vehículo de cualquier manera exponiéndonos una multa. Pero la monumentalidad del segundo premio de Especial en fallas grandes y la belleza del primer premio de Especial en fallas infantiles, bien merecen arriesgarse.
Tras pasar por un mercadillo medieval montado para la semana fallera por la comisión de la Falla Molinell – Alboraya, cruzamos el Pont de Fusta y nos adentramos por la calle Navellos hasta avistar la imponente y gigantesca imagen de la Virgen de los Desamparados, vestida por las mujeres y niñas valencianas durante los dos días anteriores. Antes de llegar a la plaza ya es posible sentir la fragancia que miles de ramos depositados por las falleras de casi 400 comisiones falleras en dos días de Ofrenda.
Para poder contemplar en toda su belleza el manto de la Virgen, es preciso rodearla hasta contemplar su rostro, el niño, la manteleta que evoca la indumentaria tradicional valenciana… Una preciosidad. Una multitud se fotografía ante la imagen, mira hacia arriba, admira el entorno.
Seguimos camino y dejamos atrás la plaza de la Virgen, el Micalet, la plaza de la Reina… Santa Catalina y sus horchaterías nos llaman con su fragancia y, tras dar buena cuenta de un chocolate con buñuelos, nos adentramos en la plaza de Lope de Vega, junto a la mítica Plaza Redonda, y nos hacemos uno con el gentío que sigue rumbo hacia el Mercat Central. Nos tropezamos con la plaza de la Merced, otrora paradigma del barroco fallero embutido en un palmo de espacio, y ahora convertida en adalid de la innovación en las Fallas. Y después, San Vicente – Periodista Azzati. Nos giramos y casi sin quererlo, estamos en la plaza del Ayuntamiento, aún repleta de personal tras la cabalgata del Foc. Las fallas municipales están completamente rodeadas de turistas. Seguimos la estela de la Estación del Norte, virtualmente sitiada por una pequeña feria gastronómica, puestos de churros y chocolate, y decenas de focos. Antes, la Falla Telefónica nos remite a un estilo de fallas de otros tiempos, con una monumentalidad barroca entendida de otra forma que bien merece detenerse a admirar.
Y llegamos a Convento Jerusalén, la ganadora de este año. Los bomberos ya están preparándose para la cremà. Casi no se puede respirar, son las últimas horas para poder admirar las piezas del primer premio de Especial 2013.
Es hora de volver. Pero escogemos hacer la vuelta ‘larga’ acercándonos a la falla Plaza del Pilar. Qué maravilla. Un caballo magnífico rodeado por infinidad de pájaros, hadas, y a sus lomos una sugerente valkiria. Esta falla es para quedarse embobado un buen rato mirándola. Lástima de cuarto premio… Pero aún llegamos a tiempo de disfrutar del ambiente del barrio de El Carmen, alguna que otra falla alternativa y por fin, otro caballo, el de Troya, que corona la falla Na Jordana. Parece que nos hayamos metido de lleno en un ‘Peplum’ y cualquiera se pondría a buscar a Helena, Paris, Hector, Ulises y Aquiles… Aquí también nos encontramos con los bomberos y Protección Civil, velando ya ‘armas’ ante la proximidad de la cremà.
Y nos ‘replegamos’ al calor de una cena. No sabemos si el ánimo aguantará la cremà… Todo el trabajo, el arte, la ilusión y hasta el fervor, concentrado en un monumento que apenas tarda diez minutos en caer pasto de las llamas. Pero así son las Fallas, y ésta es también parte de su grandeza. Hasta el año que viene.
VLC Ciudad / Texto y Fotos: Javier Furió