El Péndulo | Jimmy Entraigües.- La escritora y socióloga Mercedes de Vega pasó por la ciudad de Valencia promocionado su nueva novela, ‘Cuando estábamos vivos’ (Planeta, 2015), y durante la charla no solo descubrimos la pasión volcada sobre su texto, sino también la complicidad de quien ama la literatura y se ofrece generosa y afable a desvelar los interiores de su narrativa.
Autora de novelas como ‘El profesor de inglés’ o el libro ‘Cuentos del sismógrafo’, Mercedes de Vega colabora en diversas revistas literarias y ha visto publicado muchos de sus relatos en más de una antología literaria.
En esta ocasión, e invisible arquitectura, la autora madrileña teje una profunda y sólida historia de amor que va más allá de encuentro pasional para situarnos en un entorno de secretos personales, y familiares, donde el marco de fondo (la descomposición de la Segunda República, el auge del fascismo en Europa…), no impide el seguimiento de la principal protagonista, Lucía Oriol y su amante, ni de las voces que participan de la obra. Trama y subtramas que arrancan con una confesión imposible de abandonar desde las primeras páginas e imposible de olvidar cuando se llega al final.
Hablamos con Mercedes de Vega sobre las interioridades de su trabajo y de los secretos que guarda ‘Cuando estábamos vivos’.
El Péndulo: Nada más empezar la novela uno se encuentra ante una verdadera confesión, una confesión de mujer que desea contar un importante pasaje de su vida.
Mercedes de Vega: Sí, la novela es toda una confesión. No solo es una confesión de la narradora, es una confesión de todos los protagonistas que habitan en ella. Es una confesión desde varios puntos narrativos, desde las epístolas hasta el uso de la primera de persona pasando por elipsis que nos llevan a momentos muy puntuales… Hay un juego de voces que, a mí, me interesaba muchísimo poner en relieve, precisamente para que no sea una narración plana; quería llevar la historia por ese laberinto del tiempo y de las personas que a mí me encanta y que creo que al lector también. Un poco como un juego calidoscópico/literario…, de hecho la narradora comienza su relato en el año 1995, con noventa años, desde su exilio en Roma, desde no volverá jamás, hablando de los últimos ocho años de su vida en España, de los cuales vivió una relación de amor con un hombre y que ella confiesa a lo largo de las quinientas páginas. Ella habla sin tapujos de su adulterio porque…, ella es una mujer casada. Nos mete en su historia en ese periodo tan convulso y conflictivo como es el de la Segunda República, que es donde acontece todo la historia de ‘Cuando estábamos vivos’.
E.P.: Una historia de amor pasional que recuerda a otras grandes historias de amor dentro de un marco difícil para los amantes, ¿sigue siendo el amor uno de los temas principales de la literatura?
MdV.: Mira, el amor, la muerte y el sexo son un trío fundamental desde donde nace la literatura. El amor siempre está ahí, siempre nos acompaña. Porque a través de esa experiencia única, la de amar a otra persona, puedes montar una historia fascinante y sirve como excusa para hablar de otras muchas cosas que ponen al amor a prueba.
E.P.: Se han escrito muchas historias de amor, grandes dramas que cautivaron a miles de lectores, ¿se puede decir que en un tema tan pasional como el amor pesa más el cómo se cuenta?
MdV.: ¡Claro! Es más importante el cómo se cuenta que lo qué se cuenta. Es un axioma y de ahí el juego de espejos que hago en la novela. Podríamos decir que la novela tiene muchísimos temas, he querido tocar muchos temas pero, sobre todo, con una voz importante, con una voz íntima. He querido huir de la técnica del best seller, que es una historia uniforme que sigue hacia adelante; no, no, aquí hay muchos juegos en el tiempo. Fíjate que acabo la historia donde la protagonista empieza, en el año 1995. Digamos que se convierte en una narración circular pero, al mismo tiempo, nos ha llevado a un espacio temporal donde todos los personajes han vivido un momento muy especial y muy importante.
E.P.: De ahí el juego con el título, ‘Cuando estábamos vivos’.
MdV.: ¡Por supuesto! El título es un oxímoron, es un imposible, ¿no? ¿Quién dice aquello de ‘cuando estábamos vivos’ sino los muertos, verdad? En mi novela los muertos tienen la palabra porque…, ‘Cuando estábamos vivos’ surge de una investigación genealógica. Una investigación de mi propia familia. Con dos datos reales de mi familia y…, con esos dos datos he construido toda una historia. Y tuve una sensación al comenzar a escribirla…, que aparecían los muertos y que querían hablar. No era yo. Esta novela surge desde la necesidad de contar, nunca pensé en escribirla. No es una historia que yo haya querido estructurar u ordenar como a veces hacemos los novelistas, no, no, para nada. Como pertenece a esa investigación genealógica, se fue gestando a través de los años. A raíz de la muerte de mi padre, cuando estaba embarazada de mi segunda hija, yo me hice muchas preguntas y buscaba respuestas. Mi padre fue un niño de la guerra, un niño que se crio en un orfanato, que no tenía nada y desde la nada se hizo un hombre y tuvo un futuro y…, ese futuro fue facilitado por un aristócrata que tenía un orfanato, regentado por monjas, y es donde mi padre se crio y creció. Yo tenía ese dato de mi padre y también tenía otro, la muerte de su madre que fue muy trágica y por eso mi padre llega al orfanato y…, tenía esos dos datos: la muerte de mi abuela y la vida de mi padre en el orfanato. Con esos dos elementos monté toda mi historia. Fue durante toda esa investigación cuando fue gestándose, creciendo ‘Cuando estábamos vivos’.
E.P.: Tú pones al inicio de la novela el árbol genealógico de las dos familias que…
MdV.: … ¡Sí, sí! Se trata de toda una saga familiar y me parecía imprescindible poner el árbol genealógico porque quiero poner en antecedentes al lector sobre lo que se va a encontrar en la novela. No deseo que se pierda y `sí quiero que pueda vivir, con la misma intensidad que los personajes, todo lo que lo ocurre dentro de cada familia.
E.P.: Respecto a la voz de los muertos soy de lo que creen que la ausencia es presencia y tratándose de personajes del pasado, ligados a tu propia experiencia familiar, es como si quisieras dar voz a aquellos que no quieres olvidar o…, que has visitado o…
MdV.: Hmmm…, sí, hay algo de eso, sí, está presente. Los muertos tienen vida propia y en esta novela son un juego de posiciones y de antagonismos. Me gustan esas voces del pasado. Son dos familias que chocan y…, ¡hasta la propia Lucía y su amante son antagonistas! Me encanta ese juego entre los muertos y los vivos porque creo que forman parte de lo mismo, no hay casi separación entre ellos. Creo que el material narrativo que saco en la novela es el material de la propia existencia, de la propia realidad y sean muertos o vivos nos llegan y nos afectan. Si son voces de personajes que son cercanos o próximos nos afectan más. Creo que el escritor debe trabajar con estos materiales ya que son perfectos para la ficción.
E.P.: Sitúas tu historia de amor en un marco de guerra, sobre un fondo muy complejo y potente, ¿querías este pasaje de la historia para tu trama amorosa y de juego de voces?
MdV.: Pues no. Si te soy sincera debo decirte que no. Ese espacio tanto temporal como físico de la novela vino solo. Es decir, yo quería contar dos sucesos. Quería contar los últimos capítulos pero…, esos dos sucesos acontecieron en ése momento histórico en el momento que se desarrolla la Guerra Civil; por eso he tenido que reelaborar toda una época para contar esos dos capítulos. Es curioso pero he montado toda la novela desde el final, puse a trabajar a todos los personajes, a todo el espacio de una ciudad como Madrid al servicio de una historia que arranca desde el final y nos llevan por los acontecimientos de la novela.
E.P.: La historia se inicia con potencia y con un claro tono acusativo lo que invita al lector a meterse de lleno en ella.
MdV.: A mí me gusta empezar mis textos así. Me gusta decirle al lector lo que va a pasar. Me encanta ponerle en antecedentes. Aquí le digo qué acusación va a realizar esa mujer a un hombre, a toda una familia y a toda una época y…, precisamente el libro empieza con un texto de Homero, de la ‘Odisea’, que dice: “Cuéntame, Musa, la historia de hombre de muchos senderos…”; simplemente le estoy advirtiendo al lector los caminos que va a recorrer. Me gusta ponerle miguitas de pan y decirle ‘¡ojo que te vas a encontrar con esto’! en el fondo el lector encontrará muchas claves sobre qué quiero que vaya descubriendo.
E.P.: Una autora que expone mucho de sí y de las historias que trabaja.
MdV.: Sí, es que la novela es eso. Hay algo de exhibirse en el trabajo literario. La novela está construida para esconderse y para exponerse y…, creo que en esta novela me expongo bastante.
E.P.: Muchísimas gracias Mercedes por atendernos y te deseamos muchísimo éxito con esta intensa y confesional historia de amor.
MdV.: Muchas gracias a vosotros y ha sido un verdadero placer. Espero que los lectores disfruten con la novela tanto como yo al escribirla.