Era una espinita clavada en el ánimo de los aficionados desplazados en masa, como en ediciones anteriores del Gran Premio de Europa de Fórmula 1, al flamante Circuito Urbano. El Puerto de Valencia y la Ciutat de les Arts i les Ciències han pasado de ser bellísimo escenario del evento deportivo del año a convertirse en una auténtica alfombra mágica sobre la que un magistral Fernando Alonso ha volado en una de las mejores y más espectaculares carreras que se le recuerdan.
Cuando el Ferrari de Alonso corrían en la octava posición, nadie se imaginaba el final que iba a poder disfrutar a orillas del Mediterráneo, en este cap i casal que ha hecho levantarse al graderío para aupar a su ídolo hasta la victoria final. Y es que en un circuito no demasiado proclive, en un principio, para los adelantamientos, hoy ha sido todo un recital. El más espectacular, el que ha llevado a Alonso a la segunda plaza, tras la salida de pista del Safety Car -que había aparecido por el accidente entre Kovalainen y Bergen-, cuando el asturiano se ha dejado a Grosjean boquiabierto en una curva, en un juego con la frenada que el francés aún trata de explicarse.
Era la vuelta 33, con 24 por delante, y ya entonces la afición alucinaba con la magnífica remontada de Fernando. Pero el delirio vendría tan sólo una vuelta después, cuando Vettel abandonaba por un problema mecánico en su bólido. Alonso era líder de la carrera, y la única duda que surgía entre los aficionados era si las ruedas aguantarían hasta el final. Fantasmas canadienses nos hacían presagiar un final con sufrimiento. Nada más lejos de la realidad.
De ahí al final, y durante más de diez vueltas, el de Ferrari sacó su varita mágica y tiró de su impecable estrategia, apretando en los sectores clave a sabiendas de que las ruedas de Hamilton, que intentaba acercarse como fuera, iban a sufrir más desgaste que las suyas. En éstas, el inglés quedaba fuera cuando un ansioso Maldonado intentaba luchar con él por la segunda plaza. Al final, ambos fuera de la carrera y el peruano, sancionado con 10 posiciones para el próximo Gran Premio por embestir al de McLaren.
La distancia entre Alonso y Raikonnen, que se encontraba sin comerlo ni beberlo con la segunda plaza cuando ni siquiera esperaba el podio, era ya insalvable y el final de la carrera era como más podíamos disfrutarlo: con una auténtica vuelta de honor adelantada, hasta ver la bandera a cuadros y el asturiano de oro pasando como una bala roja junto a ella. Otro que volvía a un podio cinco años después era Michael Schumacher, que desde 2006 no pisaba cajón y acababa tercero gracias al percance entre Hamilton y Maldonado.
Todo el mundo se volvía loco: los graderíos, los comisarios de carrera, empleados del circuito, haciéndole reverencias al español en agradecimiento al magnífico espectáculo que había hecho vibrar, hoy sí, a un público valenciano volcado al 200 por cien con su ídolo.
El presidente Fabra hacía entrega a Alonso del trofeo y el público estallaba de nuevo en un sinfín de ovaciones, porque por fin el mejor piloto español de todos los tiempos ganaba en casa. “Es algo difícil explicar lo que siento, es algo único”, comentaba él mismo en la rueda de prensa posterior a la carrera, con una bandera de Ferrari y otra de España en sus manos.
VLC Ciudad / Javier Furió